14/02/2021

La muerte de Menem en un ciclo histórico que no termina de cerrarse

La imagen de la traición asoma con Menem, el último y peor círculo del infierno según Dante Alighieri. ¿Traicionó al peronismo o fue, más bien, el máximo exponente del peronismo en su fase neoliberal? Es una pregunta que hace al presente del peronismo y su vigencia como la principal fuerza política de nuestro país. Por lo tanto, es difícil no pensar (seguramente con una sensación de espanto) que la historia de este personaje denostado refiere, en definitiva, también a nosotros. Como citaba Marx “de te fabula narratur”. Por Leo Rodríguez para ANRed.


 

Sin dudas la década dorada de Menem fueron los ’90, una década que muchos llaman popularmente “menemista”. Alberto Bonnet y Adrián Piva, dos importantes autores críticos reflexionaron alrededor de la hegemonía menemista en ese período. Fue también esa la década de la hegemonía neoliberal bajo la conducción de los EEUU.

¿Acompañó el peronismo esta hegemonía menemista o neoliberal?

El PJ sin dudas lo hizo. Al punto de que quienes encabezaron luego la ruptura con la convertibilidad y la emergencia del neodesarrollismo extractivista (Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner, Alberto Fernández…) fueron parte activa de esa orientación. Desde los comienzos de la década hubo oposición a este rumbo con el “grupo de los 8” y otras variantes que fueron encontrándose en la formación de frentes políticos con otros sectores nacional populares, movimiento que terminaría en la conformación del FrePaSo y la Alianza, tan o más neoliberal que el mismo menemismo.

Por cierto, el peronismo como movimiento excede al PJ. La dirección de la CGT fue parte también de la orientación neoliberal, formándose un sindicalismo empresarial en la cúpula de la misma. No obstante, señalemos que el avance de la Reforma laboral flexibilizadora avanzó sólo hasta cierto punto, mucho menor al de países vecinos como Chile, por ejemplo. Por supuesto, la oposición a la Reforma laboral (y a la reforma –ajuste- del Estado) vino del sindicalismo combativo que iba del MTA de Moyano hasta la CTA unificada de ese momento.

En el ámbito territorial se extendió una red de punteros “peronistas” al amparo de los ingentes recursos de esa década de feroz endeudamiento externo y plagado de privatizaciones, que alimentaron en particular “el fondo del conurbano”. Una red de punteros y manzaneras que iría siendo horadada desde abajo por el movimiento piquetero cuando esos fondos empezaron a menguar y la desocupación a crecer.

Las contradicciones y ambigüedades en cada uno de estos movimientos de resistencia al neoliberalismo ayudan a explicar la reconversión del peronismo, en la década del 2000, en la fuerza política que llevaría adelante un neodesarrollismo extractivista con modalidad progresista, sin romper con las matrices más relevantes del neoliberalismo comenzado con la dictadura de 1976 y consolidado y profundizado en la década menemista.

Silvio Frondizi hizo un artículo fundante de caracterización del peronismo, allá por 1957, en la que concluía que el peronismo (hasta 1955) había dado lo más progresivo que podía dar la burguesía nacional en argentina. De allí se derivaba que una política progresiva sólo podía venir en adelante en el país si se formaba un movimiento político conducido por los trabajadores que llegara a conquistar el poder político (fuera conduciendo y reconfigurando al peronismo o fuera conformando un nuevo movimiento político).

Carlos Menem fue parte activa de quienes disputaron exitosamente la conducción sobre el peronismo de parte de la burguesía nacional. Desde su familia de empresarios hacendados en La Rioja enfrentó todo atisbo de autonomía popular, incluyendo la demonización y persecución del obispo de los pobres y la iglesia de los oprimidos, Enrique Angelelli. Supo adaptarse bajo la dictadura, aún habiendo estado preso en Formosa. En los ’80 adoptó una estética de caudillo popular y se alió con el barón del conurbano, el peronista de derecha Duhalde, para prometer una revolución productiva y un salariazo impulsados por un New Deal a lo Roosevelt, con intervención

clave del Estado. Le ganó así la interna presidencial a los peronistas renovadores, moderados, que aparecían más próximos al neoliberalismo, Antonio Cafiero y José Manuel de la Sota, con un triunfo arrasador cercano al 90% en las provincias más pobres. Y finalmente triunfó en la elección presidencial sobre el aún más pro neoliberal Eduardo Angeloz.

En honor a la verdad, el vuelco al neoliberalismo de Menem no fue tan inmediato. Si bien simbólicamente sí lo fue con su alianza mediática con Bernardo Neustadt y la incorporación de la ultra liberal UCD, el primer plan económico de Menem buscó centrarse en el interés de los grandes grupos económicos locales, caso de Bunge y Born y un aumento exportador que no desprotegiera totalmente la industria y el mercado local. Pero la caída del muro de Berlín en noviembre de aquel 1989 y la acción coordinada y decidida del capital financiero con base en EEUU y personificado en el FMI, prolongaron los golpes de mercado y la hiperinflación con un campo popular shockeado y desarmado ideológicamente.

Allí sí Menem inició un decidido rumbo neoliberal, limitándose a negociar una buena tajada para él y el peronismo que lo seguía, con la renegociación de la deuda externa y las privatizaciones como vía para que la parte del león se la repartieran casi en partes iguales los grupos económicos concentrados locales y el capital financiero internacional. La corrupción generalizada fue indispensable para aceitar este nuevo mecanismo, además de penetrar profundamente en una sociedad en la que se desataba el individualismo del sálvese quien pueda.

En la imagen profundamente corrupta del riojano anotemos también, además del dinero y la fama, otro aspecto del poder como lo es la legitimación del maltrato hacia su esposa, Zulema Yoma, y su “derecho” a “estar con” (en su óptica, “usar a”) las modelos más famosas y codiciadas de la época.

La frase “pizza con champagne” no es una mala imagen del populismo liberal de los ’90. Pero en definitiva, más allá del consumo de corto plazo, anotemos que los ’90 implicaron un salto en la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo (a favor del primero), expresado institucionalmente en un legado estructural que llega a nuestros días y que atravesó a la década ganada del kirchnerismo. Liberalización de los capitales y desprotección del trabajo, privatizaciones de áreas estratégicas, fragmentación del sistema de salud y educación, extractivismo legalizado, sistema impositivo regresivo, entre otras cuestiones.

En una mirada de largo plazo destaquemos entonces que Menem personificó y ayudó a materializar desde el estado la asunción del peronismo como un movimiento centrado en la gobernabilidad capitalista y la asociación entre el capital concentrado local y el capital financiero con base en EEUU. Cobró su precio y murió ocupando una banca en el Senado, impune por una importante cantidad de delitos de estado y también personales.

En su camino traicionó evidentemente promesas de campaña y aspectos relevantes de la doctrina peronista y social cristiana. Tuvo oposición dentro del peronismo, pero lo condujo durante una larga década y se muere rodeado de la protección de la actual conducción del peronismo e incluso vemos este domingo 14 de febrero cómo se multiplican las voces en el PJ para dar el pésame, reivindicar su figura y el presidente Alberto Fernández decreta tres días de duelo nacional.

El peronismo no se limita a Menem y lo trascenderá. Pero pareciera que en la última hora lo legitiman como integrante de pleno derecho del mismo.

Veremos si la calle y las bases piensan y sienten lo mismo.



2 comentarios

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  1. Alicia Villoldo · 2021-02-15 06:52:29
    Muy buen análisis. Lo subo a mi fb. Saludos.
  2. Gustavo Cangiano · 2021-02-14 17:01:34
    Interesante nota. Falta añadir que Menem destruyó al sector nacionalista de las FFAA que había ido conformándose a partir de los sucesos de Semana Santa del 87. De ese modo, impidió una eventual convergencia obrero-militar que hubiera podido constituir un dique de ci tención ante la ofensiva imperialista mundial. Tal como lo había sido el peronismo en los 40 y los 50 o como lo seria el chavismo en Venezuela. Gustavo Cangiano @gcangiano

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