07/02/2021

Ecuador elige: el economista, el banquero o el cacique

Ecuador elige a quien será presidente por los próximos cuatro años en medio de una importante crisis económica y con los principales cuadros del correismo exiliados, presos o perseguidos. Andrés Arauz, Guillermo Lasso y Yaku Pérez pican en punta como los favoritos para gobernar la patria de Alfaro. Por Yair Cybel (El Grito del Sur).


2021 promete ser un año agitado para toda Latinoamérica. En abril, el domingo 11, coincidirán las elecciones constituyentes en Chile con las presidenciales de Perú. Más adelante en el año, Argentina y México tendrán sus comicios de medio término. Y tanto Honduras como Nicaragua van a las urnas para elegir a su primer mandatario. Pero la primer contienda (y vaya si está intensa) será en Ecuador.

Este domingo 7 de febrero, 13 millones de ecuatorianos y ecuatorianas acudirán a las urnas para elegir al sucesor de Lenin Moreno. Tras de sí, Moreno deja una gestión marcada a fuego por la crisis económica, el endeudamiento con el FMI, el realineamiento de Ecuador con Estados Unidos a nivel geopolítico, pero por sobre todo su traición con el proceso político que lo ungió como presidente. Apenas unos meses después de ser elegido, Moreno se distanció del correismo y dio rienda suelta a un proceso de lawfare que terminó con el vicepresidente Jorge Glas preso, con el expresidente Correa exiliado y condenado a 8 años de prisión e incluso con Paola Pabón, prefecta de Pichincha (el distrito más grande del país) gobernando con una tobillera electrónica.

El embate morenista puede ser analizado desde distintas ópticas: la traición a la herencia histórica, la decisión de encarar un proceso que lo distanciara definitivamente de su predecesor o una simple sumisión a los intereses de la embajada estadounidense en la región. Lo cierto es que fracasó en sus dos principales objetivos: el económico y el político. La pobreza, que alcanzó sus valores mínimos en 2015, repuntó hasta colocarse en el 38,1% de la población: en el área rural subió más de 11 puntos porcentuales y, para colmo de males, Lenin no pudo deshacerse del correismo. Tal es así que, para los comicios de este domingo, pica en punta Andrés Arauz, el joven economista ungido por Rafael Correa para dirigir los destinos de la patria por los próximos cuatro años.

En esta elección hay tres candidaturas que pican en punta: el economista, el banquero y el cacique. Comencemos por orden de preferencia, según lo que postulan las nunca muy fiables encuestas. Andrés Arauz es un joven economista de 36 años que fue ministro coordinador de Conocimiento y Talento Humano durante el gobierno de Rafael Correa. Un profundo crítico de la dolarización, miembro de la Internacional Progresista, Arauz habla español, inglés y ruso, y se formó en la Universidad de Michigan y en la UNAM mexicana. Entre sus principales propuestas destacan compensar a los sectores más golpeados por el COVID-19, otorgando mil dólares a un millón de familias para reactivar el consumo. Asimismo, hace un fuerte eje en el fortalecimiento del dinero electrónico, en un país dolarizado y con los lógicos problemas de soberanía económica y monetaria que esta realidad acarrea.

A Arauz lo acompaña en el binomio el periodista Carlos Rabascall, un interesante personaje de gran carisma y oratoria. Rabascall nació con una malformación que le hizo perder una pierna y esto sin embargo no le impidió jugar al fútbol como arquero. En medio de una profunda crisis económica, la dupla Arauz-Rabascall se presenta como el «binomio de la esperanza» y en este tramo final de la campaña debió afrontar una impactante fake news que llegó desde Colombia y establecía que la dupla era financiada por el ELN colombiano, una afirmación que la propia guerrilla salió a desmentir.

Del lado de enfrente, y como otro de los favoritos, llega el banquero Guillermo Lasso. Representante del establishment ecuatoriano, se presenta por tercera vez a elecciones luego de sus derrotas en 2013 y 2017. Lasso hizo carrera en la Bolsa de Valores y desde allí desembarcó en la presidencia del Banco de Guayaquil. Trabajó también en Coca Cola y en 2017, Página/12 reveló que su nombre aparece asociado a 49 empresas off shore.

Lasso tuvo su experiencia en la gestión estatal durante un breve período de un año, bajo el gobierno de Jamil Mahuad, cuando fungió como prefecto de Guayas, para luego ser designado como «superministro» de Economía en plena crisis. Como es de prever, ninguna gestión de ningún superministro puede terminar bien y así finalizó el paso de Lasso por el Estado. Sus principales propuestas de campaña encajan perfectamente en el ideario neoliberal: nuevos mecanismos de contratación para generar empleos (léase flexibilización), mayor presencia de la banca internacional y participación del sector privado en explotaciones petroleras. Un banquero de manual.

En el tercer puesto se ubica quien podría ser la sorpresa de esta elección: el Yaku Pérez. Nacido con el nombre de Carlos Ranulfo, Yaku es un dirigente indígena del movimiento Pachakutik, cuya candidatura expresa la histórica división que sostuvieron Correa y buena parte del movimiento de pueblos originarios. Pérez se muestra como opositor a ambos candidatos y enfatiza su discurso en la defensa del ambiente. En 2019 fue elegido como prefecto de Azuay y tuvo un rol de importancia en las movilizaciones de octubre de ese año que hicieron tambalear al gobierno de Lenin Moreno.

La emergencia de Yaku generó preocupación en las filas correistas, que intuyen que el líder indígena puede capitalizar algunos votos críticos urbanos que podrían optar por Arauz. Entre sus propuestas, destacan los créditos con interés de un dígito para emprendimientos y el libre acceso a universidades. El domingo se sabrá si el «efecto Yaku» es real o apenas una bola de humo construida en base a encuestas.

Tras cuatro años complejos, de crisis económica y persecución política, Ecuador vuelve a las urnas. Pero no sin polémica. Incluso esta semana, a pocos días de las elecciones, el correismo denunció maniobras del órgano electoral, exigió que se respeten los plazos de anuncios de los resultados preliminares e insistió con la presencia de observadores internacionales. Todo indica que habrá una segunda vuelta, pero desde el «binomio de la esperanza» confían en que un voto silencioso, con un buen recuerdo del correismo, pueda darle un triunfo en primera. Veremos qué pasa en un año que puede ser bisagra para la política en Latinoamérica.

 



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