15/01/2021

Microsoft anunció que está probando la «resurrección» digital de personas fallecidas en chatbots

La compañía tecnológica multinacional fundada por el empresario multimillonario Bill Gates presentó en diciembre de 2020 una patente que busca «resucitar» digitalmente a personas fallecidas en forma de chat bots. Así lo informó el sitio Protocol en una nota titulada: «Microsoft quiere que sigas viviendo como un chatbot digital». El sistema que está experimentando Microsoft utilizará la información, imágenes, publicaciones, datos de voz, mensajes electrónicos y cartas en redes sociales de las personas muertas: «los datos sociales se pueden utilizar para crear o modificar un índice especial en el tema de la personalidad de la persona específica. El índice especial se puede usar para entrenar a un bot de chat para conversar e interactuar con la personalidad de una persona específica», detalla la inquietante patente del gigante tecnológico, que busca la inmortalidad digital. Además del problema ético acerca de cuánto aportaría o no un proyecto de este tipo al duelo que deben transitar quienen pierden a un ser querido, también es polémico en tanto que vuelve a poner sobre la mesa el uso que las empresas tecnológicas hacen de nuestra información. Black Mirror llegó, hace rato. Por ANRed.


«Microsoft quiere que sigas viviendo como un chatbot digital» es el título de la noticia, que no trascendió mucho. Hasta ahora. De esa manera el 7 de de diciembre el sitio Protocol daba cuenta de que había detectado que Microsoft presentó el registro de la patente de la idea en la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos. El documento se puede consultar en línea, y describe paso a paso todos los planes del chatbot que permitiría revivir a personas a partir de diferentes datos.

Si bien Microsoft explicó que con el software será posible reproducir personajes de ficción o entidades aleatorias, también se lo podría programar para hacer simulaciones virtuales de un usuario a partir de algún momento particular de su vida o en una edad específica. Incluso, de una persona ya fallecida. La inquietante y polémica idea de la patente de Microsoft es que el sistema de inteligencia artificial (IA) aprenda de manera similar a la que aprenden los seres humanos, incorporando y trazando relaciones con la información con la que se la alimente, para luego tomar decisiones basadas en toda esa información, a fin de presentar perfiles de personalidad lo más parecidos posibles a las de las personas fallecidas, con las cuales se podrá «hablar».

Imagen de la patente de Microsoft, que registró el sistema en la Oficina de Patentes de EE.UU. el 1 de diciembre de 2020 | Foto: Patentes EU

El sistema usaría «datos sociales», como «imágenes, datos de voz, publicaciones en redes sociales, mensajes electrónicos y cartas escritas» para construir el perfil de una persona, detalla el documento, que además amplía: «los datos sociales se pueden utilizar para crear o modificar un índice especial en el tema de la personalidad de la persona específica. El índice especial se puede usar para entrenar a un bot de chat para conversar e interactuar con la personalidad de una persona específica», afirma la patente.

Microsoft espera que el chatbot tenga también la capacidad de reproducir «atributos conversacionales», «como estilo, dicción, tono, voz, intención, longitud y complejidad de la oración / diálogo, tema y coherencia» de una persona, viva o muerta. Incluso, la empresa insignia de Bill Gates va más allá: «en algunos aspectos, es posible generar un modelo 2D o 3D de la persona usando imágenes, información y datos de video. La persona específica puede corresponder a una entidad pasada o presente, como un amigo, un familiar, un desconocido, una celebridad o una figura histórica», asegura, de manera amplia, el documento. Además, se pueden llegar a utilizar almacenes de datos de conversaciones de fuentes colectivas para llenar los vacíos, lo que siginificaría, literalmente, poner palabras en la boca de las personas.

Los dilemas éticos de la inmortalidad digital: la ficción ya lo predijo

Enseguida se levantaron voces en diferentes sitios especializados en tecnología y seguridad, y en las redes sociales en general, planteado preguntas e inquietudes ante el alcance de lo que podría significar el uso extendido por parte de las empresas de softwares de esta característica.

En varias ocasiones las cuentas de las redes sociales han sido pirateadas y utilizadas para enviar spam, enlaces maliciosos o, directamente, fraudes y robos: ¿que una inteligencia artificial pueda utilizar información de seres humanos reales para imitarlas, podría conducir a niveles de robo de identidad de próxima generación? 

El tema también vuelve a traer sobre la mesa la pregunta sobre el uso que las empresas tecnológicas hacen de nuestra información personal y qué control tenemos sobre ella: ¿es lícito que las empresas puedan crear un «índice especial en el tema de la personalidad de la persona específica» con nuestra información, como detalla la patente? ¿Tendremos que acostumbrarnos a convivir con perfiles de personalidad digitales nuestros que no podemos controlar, como especies de alter egos digitales? ¿Tendremos el derecho de optar por no participar en dicho sistema? ¿Podrían los familiares de las personas muertas evitar que otras conviertan a sus seres queridos fallecidos en bots de chat?

A nivel más vivencial, ¿cuánto aportaría o no al duelo que todas las personas debemos hacer en varios momentos de nuestras vidas al perder a un ser querido? ¿Logrará que podamos transitar el duelo o nos aferrará más lo perdido?

Por lo pronto, muchas de estos planteos ya fueron tratados por la ficción. Uno de los casos es la serie de tecno-suspenso «Black Mirror» trata justamente el tema de la inmortalidad digital en su segunda temporada, en el capítulo «Ahora mismo vuelvo», donde la joven protagonista pierde a su marido y decide volcar – a través de una empresa que ofrece el servicio – todo el contenido que él generó en sus redes sociales a un robot idéntico físicamente a su pareja, para darle nuevamente vida digitalmente y seguir conversando con él como si nunca hubiera fallecido. Lo que resulta de ese inquetante combo queda para que cada cual lo experimente mirando ese capítulo.

También, la película «Más allá de la muerte», dirigida por Omar Naim, dada a conocer en 2004 y protagonizada por el ya fallecido Robin Williams, se acercó al tema desde otro ángulo, mostrándonos un mundo futuro donde existe el «Implante Zoe», un implante cibernético orgánico, que permite ir «grabando» por medio de sus ojos, los momentos más importantes y relevantes de la vida de una persona, para que «los seres queridos que lo sobrevivan lo disfruten», como indica la publicidad de la empresa ficticia.

Lo cual también supone una edición arbitraria de la vida de una persona en manos de una empresa, construyendo una memoria de bronce perfecta, donde los recuerdos construídos ya no son de personas reales, con sus defectos, errores y atrocidades, sino «retocados» y ofrecidos como producto para un recuerdo placentero de las nuevas generaciones. Dilemas éticos y preguntas que una tras otra van acumulando las ficciones en torno a ésta problemática, que seguirá dando que hablar.

 



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