09/11/2020

¿Cómo pensar la vuelta al campo?

¿De qué estamos hablando cuando nos referimos a la vuelta al campo? ¿Qué parámetros debemos tener en cuenta para ver si este postulado es viable? ¿Cómo generar una vuelta al campo en la era de la tecnología? En la Argentina sobran tierras ociosas por parte del estado que no son utilizadas. El mejor ejemplo es el Ejército Argentino, que cuenta con 400 mil hectáreas en el país; tierras que están inutilizadas con supuestas maniobras militares. Gran parte de esa porción de hectáreas están en las áreas rurales y pueden ser destino de cientos de familias. Producir alimentos y crear las condiciones para esa producción es una parte vital para que este proceso pueda llevarse a cabo. Por Federico Paterno (ANCAP).


Las cifras muchas veces son aburridas al momento de leer una nota periodística, pero necesarias para poder abordar con datos concretos una realidad que está oculta. En la Argentina, hubo un alza enorme de tierras cultivadas con soja; en 1996 había 600 mil hectáreas, en el 2015 la cifra alcanzó las 20 millones de hectáreas de soja. Sólo el grupo del agronegocio Los Grobo (Grobocopatel) tiene en su poder 150 mil hectáreas, La mayor parte de producción es sojera.

Desde la ONG ambientalista Greenpeace advirtieron que desde 1998 a 2014 fueron derribadas 300 mil hectáreas por año, una cada dos minutos, todo producto del desmonte a causa del agronegocio. El monte nativo sufrió un fuerte revés a causa del desmonte y el avance de la soja transgénica. Fueron 5.600.000 mil hectáreas destruidas entre los años 1997 y 2017. Este panorama ubica al agronegocio en un rol destructor de las tierras que pueden recibir otro modelo de producción. Un modelo que lleva de la mano en la actualidad organizaciones como la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), con 17 mil familias en 15 provincias del país.

Agustín Suárez es vocero de la UTT y analizó este concepto de cómo pensar la vuelta al campo: “hoy las familias están produciendo las verduras para las grandes ciudades y a través de la colonias agroecológicas, que es la acción directa y la ley de acceso a tierra, que venimos presentando desde el 2016. Es poder acceder a tierras y que sean tierras del Estado. Que hay, y muchas. Buscamos modificar la matriz de producción en cuanto a la tenencia de la tierra. Ese acceso a tierra debe venir con integralidad, maquinaria para la producción, salud, educación, agua, perforaciones, galpones. No lo planteamos como la vuelta al campo de familias que trabajan en la ciudad y quieren irse al campo. Trabajamos con productores que están en actividad y entienden que hoy hay una modificación en cuanto al acceso a la tierra y a las condiciones básicas de la vida digna”.

Las colonias agrícolas que proponen poseen dos hectáreas por familia, y de esa manera poder generar mayor cantidad de alimentos saludables para la población. Respecto a lograr ese acceso a la tierra, la organización formalizó el programa del Procrear Rural, a partir del cual cada productor o productora puede tener acceso a la tierra pagando su propio lugar y evitar así su alquiler, como ocurre en el mayor porcentajes de los y las productoras.

Cuando pensamos en la vuelta al campo no es viable una forma de producción sin los recursos necesarios, para que ese vivir en el campo y producir, no genere una angustia mayor a la que se puede tener antes del cambio de paradigma. En la película de Juan Pablo Lepore “La Vuelta al Campo”, tiene como ejes centrales alcanzar la soberanía alimentaria y la reforma agraria. Resulta determinante para el director de esta película el rol que juegan las organizaciones de la tierra-campesino-indígenas, a través de su protagonismo en las disputas por la tierra y por el buen vivir, forjando por un futuro diferente donde a lo largo de 7 años rodaron en distintos lugares de la Argentina y Brasil, y se muestran los recorridos de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Mendoza y San Juan (UST – MNCI), el Barrio Pueblo Unido del Movimiento Popular La Dignidad en Buenos Aires (MPLD) y el Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil.

“La vuelta al campo es la síntesis de una praxis concreta de ocupar la tierra de modo pacifico. Es el lugar que nos corresponde en la historia como sujetos revolucionarios, de cambios y de transformaciones importantes. La película trata de englobar y llevar a la pantalla el relato que muestre y que genere empatía con sus protagonistas que son los campesinos y campesinas. La película viene a aportar a esa construcción colectiva que habla de los derechos negados. Las organizaciones son las protagonistas de la ocupación del territorio, y la contrapartida suelen ser los terratenientes y la justicia, los jueces que toman las decisiones en contra de los derechos de los campesinos”, manifestó Lepore a ANCAP.

Para profundizar este análisis y ver las aristas que se pueden advertir el documentalista sostuvo: “poder volver al campo depende de muchos factores. Lo comunicacional es muy importante. Los movimientos sin tierra, como el de Brasil por ejemplo, vienen hacer justicia del uso del artículo 184 de su constitución, que habla de una reforma agraria. Acá estamos luchando por la ley de acceso a la tierra que tiene como bastión a la agroecología y que la actividad productiva pueda estar en manos de los campesinos, que hoy pagan alquileres carísimos por las tierras. Vemos en la agroecologia un pilar fundamental para la recuperación del territorio. Sobre el rol del gobierno sugirió:  “el Estado debe tomar las reivindicaciones que se viene construyendo y que pueda llevar adelante la transformación del modelo productivo que incluya al pueblo adentro. Cada vez hay más tierra en pocas manos. Es vital que se apoye masivamente una ley de acceso a la tierra”.

La vuelta al campo tiene que ver con que país queremos. Por un lado, está el componente de la producción de alimentos saludables y de la producción de trabajo, el ordenamiento territorial y la distribución de la población en el campo con el concepto de la construcción de Nación. Es urgente descomprimir las ciudades y con la pandemia eso suma elementos que la alta cantidad de población concentrada no ayuda”, explicó Diego Montón, referente del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI-Somos Tierra). Cuando decimos cómo debe ser esta vuelta a vivir en la ruralidad, tiene que ver con comprender el modo de vida que se avizora y con una conexión más profunda con la naturaleza, advirtió Montón, profundizando en el concepto de la dinámica productiva, el desarrollo de la conectividad, los nuevos caminos, la educación, donde estén las condiciones necesarias para que las familias puedan acceder a esta vida en la ruralidad. “Hoy el modelo agropecuario concentra las ganancias en muy pocas manos”, agregó el dirigente campesino

¿Cuáles son los primeros pasos que se deben dar para avanzar con este proceso?  “Hay que atender la demanda del acceso a la tierra y al agua en la población rural. Es necesario plantear el trabajo para la juventud. Es fundamental avanzar con la relocalización de las familias de las ciudades en el campo, pero con la prioridad de que este proceso sea algo deseado y no forzado por la familia urbanaDebe haber planes de viviendas para las zonas rurales que contemplen el acceso a la tierra para la producción. Viviendas dignas con todos los servicios básicos, eso es fundamental. La cuestión tecnológica también es vital para contemplar la ruralidad poblada».

La Cooperativa de Trabajadores Rurales de San Vicente (CTR), lleva a cabo un trabajo de producción de alimentos saludables que va desde verduras agroecológicas, hasta un tambo donde hacen la fabricación de quesos. Diego Gandini es integrante de la CTR, sobre la distribución de la tierra y los debates que aún están ausentes en este marco, afirmó: “Nos debemos un debate muy profundo de cómo producimos y reproducimos la vida. El capital internacional decide que en este momento se produzca soja transgénica, porque necesita alimentar y especular sobre todo con los precios internacionales y nosotros, hace muchos años que tenemos mas concentración de gente en las ciudades, eso es increíble, es algo que no encuentra otra solución que no sea una reforma agraria, esta idea de la vuelta al campo, en CTR trabajamos con esa idea y reforzar la soberanía alimentaria eso es inversamente proporcional con la concentración de las ciudades. No podemos sólo pensar en hacer huertas en el Conurbano, hay que plantear en serio como hacer la vuelta al campo y crear conciencia de que hay que producir alimentos. También hay que crear las condiciones para crear esos alimentos”.

Analizar cómo debe ser la vuelta al campo nos deja certezas, y también ciertas dudas. Los conceptos acá vertidos en esta nota por dirigentes de la agricultura familiar campesina nos ayudan a una mayor reflexión de las condiciones que deben darse para que esto sea realizable. En este sentido, es complejo pensar en la actualidad que haya políticas destinadas a este sector. Si lo vemos desde el actual gobierno, que genera un discurso para los medios con un relato del cuidado del ambiente y la necesidad de viviendas dignas, por otro lado en sus acciones aparecen la contaminación y hechos como lo ocurrido en Guernica; se hacen acuerdos que impulsan la megaminería, el fracking y el agronegocio, sin ir mas lejos hace pocos días, se realizó la aprobación del primer trigo transgénico que tiene como componente glufosinato de amonio, un peligroso agrotóxico. Hablar de soberanía alimentaria duró sólo unas semanas en boca de funcionarios como la fallida expropiación de Vicentin que quedo a mitad camino, y no olvidemos el impuesto a la riqueza, que el economista Carlos Heller se encarga de difundir en los medios, pero a 9 meses de la pandemia no hay noticias.

La vuelta al campo es un proceso que tiene como principales protagonistas a las organizaciones campesinas y de la agricultura familiar para exigir las políticas necesarias y que esto sea un hecho concreto en los territorios.



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