10/10/2020

¿Qué pasa en Kirguistán?

Elecciones invalidadas, masivas protestas sociales, renuncia del primer ministro, toma de edificios gubernamentales, liberación de presos políticos (uno de los cuales asumió en reemplazo primer ministro renunciante) y toque de queda, son algunos de los principales hechos de esta semana en la ex república soviética de Kirguistán.

Por Matías Cervilla


Tras una fuerte oleada de protestas, el primer ministro de Kirguistán, Kubatbek Boronov, renunció a su cargo el pasado martes luego de que se anularan los resultados de las elecciones legislativas del pasado domingo sospechados de fraude. Durante las protestas hubo al menos un muerto y más de 700 heridos y se liberaron presos políticos, entre ellos Sadyr Japarov, quien asumió como primer ministro, y el expresidente Almazbek Atambayev, quien hoy volvió a ser arrestado. En las últimas horas el gobierno del presidente Sooronbay Jeenbekov denunció un intento de golpe de Estado y anunció el toque de queda.

¿Cómo es el sistema de gobierno en Kirguistán?

Junto al rechazo social a la corrupción endémica, el fraude electoral y los problemas económicos, la arquitectura institucional kirguisa, y en particular el parlamentarismo y la cuestión del umbral o cláusula de barrera, son algunas de las claves para entender la actual crisis política. Como sucede cada 5 años en Kirguistán, las elecciones legislativas del 4 de octubre tenían como objetivo renovar los 120 cargos del Consejo Supremo, el parlamento unicameral de la ex república soviética que desde 2010 adoptó un sistema de gobierno parlamentario.

En el caso kirguiso el presidente es el Jefe de Estado, elegido por voto popular cada 6 años, y el primer ministro es el Jefe de Gobierno, elegido por el Parlamento cuyos escaños son renovados en elecciones legislativas quinquenales. Kirguistán tiene un sistema electoral legislativo de representación proporcional con listas en una única circunscripción de todo el territorio, con un umbral electoral de 7% como proporción mínima de votos requerida para poder ocupar las bancas o escaños, lo cual es relativamente alto. A modo de ejemplo, en la Argentina el umbral para acceder a la Cámara de Diputados es del 3% de los votos y de 1,5% en las PASO para poder competir en las elecciones.

La polémica que desató las protestas surgió luego de que, de los 16 partidos que se presentaron a elecciones, sólo cuatro lograron superar ese umbral de 7% y acceder al reparto de las 120 bancas. De los cuatro partidos, tres son afines al gobierno. De estos 16 partidos que compitieron, 11 lo hicieron por primera vez, incluyendo a los dos ganadores.

Hubo un empate técnico entre dos partidos: el Partido del Socialismo Democrático – Opción Euroasiática «Unidad» (Birimdik), de centro izquierda, que integra el propio hermano del Presidente Asylbek Jeenbekov, logró el 24,9 % de los votos y obtuvo 46 escaños y el partido «Mekenim Kirguistán» (Madre Patria Kirguistán), de centro derecha, con el 24,7% de los votos, obtuvo 45 escaños. En tercer lugar, el partido “Kirguistán” obtuvo el 8,9% y 16 escaños. Por último, Butun Kyrgyzstan o “Kiguistán Unido”, un partido nacionalista y antiparlamentario (pro-presidencialista), logró superar el umbral con un 7,25% de los votos y obtuvo 13 bancas en el Parlamento.

Ni bien se anunciaron los resultados, los 12 partidos opositores acusaron al oficialismo de fraude mediante intimidación y compra de votos, y declararon que no iban a reconocer las elecciones, denuncia que fue respaldada por los observadores internacionales.

Crisis política: protestas, liberación de presos políticos y renuncia del primer ministro

El mismo día se desataron fuertes protestas contra los resultados electorales. Alrededor de 5.000 personas se concentraron en torno a la plaza Ala-Too en la capital, Biskek, y ya entrada la noche se desató la represión cuando un grupo de manifestantes incendió la «Casa Blanca», como es conocida la sede del Parlamento. También lograron ingresar a la Alcaldía de Biskek y a la sede del Comité Nacional de Seguridad, donde liberaron a varios presos políticos, incluidos el ex presidente Atambayev, que había sido arrestado en 2019 acusado de corrupción, y el ex diputado Sadyr Japarov, quien cumplía una sentencia de 11 años de prisión por el secuestro de un gobernador regional durante una protesta «ilegal» de la oposición hace siete años. También Sapar Isakov, ex primer ministro acusado de corrupción, fue liberado de una prisión en las afueras de Biskek. Según informa el Ministerio de Salud, durante las protestas un joven de 19 años fue asesinado y hubo más de 700 heridos, 9 de los cuales se encuentran en terapia intensiva.

Ante la gravedad de los hechos y con muchos de los edificios gubernamentales bajo control de los manifestantes, el 6 de octubre la Comisión Central Electoral anunció la invalidación de las elecciones «en consideración de la situación política en el país». Acto seguido el primer ministro Kubatbek Boronov presentó su renuncia. Mientras tanto el presidente Jeenbekov, que continúa en el cargo, denunció un intento de golpe de Estado.

La renuncia de Boronov posibilitó que el mismo martes en una reunión extraordinaria un grupo de parlamentarios eligiera al recientemente liberado Japarov como nuevo primer ministro, por voto dividido. No obstante, su inestabilidad en el cargo es tal, que un grupo formado por cuatro partidos opositores -República, Ata Meken (Patria), Bir Bol (Unidad) y Reforma- propuso este viernes a Omurbek Babanov como reemplazo del saliente Boronov.

Según la plataforma de inteligencia geopolítica Stratfor citada en la BBC, el origen de la actual crisis política se encuentra en el derrocamiento del presidente Kurmanbek Bakiyev en 2010 y la reforma constitucional que cambió el sistema de gobierno, convirtiendo a Kirguistán en el único país de la región en pasar de un presidencialismo a un parlamentarismo. Este sistema suele alentar la formación de coaliciones, pero también de luchas internas por el poder, su fragmentación y particularmente el cambio de gobierno. En los últimos 10 años el país cambió 14 veces de primer ministro.

Consultado por ANRed, Ignacio Hutin, analista y especialista en la región, afirma que uno de los principales problemas de Kirguistán es que “ni tiene un poder fuerte, centralizado y duro heredado del Partido Comunista soviético, el KPSS, como el de Kazajistán de Nazarbayev, el Uzbekistán de Karimov o la Bielorrusia de Lukashenko, ni una capacidad administrativa ni una cultura democrática como tienen, por ejemplo, los países bálticos. Entonces se queda en el medio. Tiene una aspiración democrática, pero no hay una democracia consolidada, estable, perdurable”. Además, agrega, “los partidos y las instituciones son débiles. Y para colmo tiene un sistema parlamentario, con un poder mucho más fragmentado, lo que lleva a que caigan los gobiernos demasiado seguido por falta de acuerdos”.

 

 

Según cita la BBC, el ascenso de Jeenbekov como primer ministro en 2016 y como presidente en 2017 se debió a la crisis política y sus esfuerzos por marginar a Atambayev e Isakov, sus predecesores y antiguos aliados.

En las últimas horas se declaró toque de queda de 9 de la mañana a 5 de la tarde y el expresidente Atambayev fue arrestado nuevamente acusado de organizar disturbios, según afirmó el Comité de Seguridad del Estado en un comunicado. Un decreto promulgado el viernes por el presidente Jeenbekov puso a la capital Biskek en emergencia hasta el 21 de octubre y sacó los militares a las calles, aunque se desconoce el grado de apoyo que cuenta en el ejército y la policía, por lo que se especula con que las fuerzas no acaten las ordenes presidenciales por mucho tiempo y se sumen a la oposición. «Estamos siendo testigos de una amenaza real a la existencia de nuestro estado», afirmó Jeenbekov el viernes por la noche. «La vida pacífica de nuestros ciudadanos no debe sacrificarse por pasiones políticas».

Con estas protestas y la renuncia del primer ministro es la tercera vez en los últimos 15 años que los manifestantes se han movido en búsqueda de un cambio de gobierno en Kirguistán. En 2005 las protestas pusieron fin a la presidencia de Askar Akayev, al frente del gobierno desde la caída de la Unión Soviética. Este se exilió a Moscú donde se dedica a la actividad académica. En 2010, su sucesor, Kurmanbek Bakiyev huyó a Bielorrusia tras fuertes protestas y fue condenado in absentia a cadena perpetua por cargos de asesinato.

¿Dónde queda Kirguistán?

 

Kirguistán es un país ubicado en la antigua Ruta de la Seda en Asia Central que no tiene salida al mar y limita con Kazajistán, China, Tayikistán y Uzbekistán. Del tamaño de la Provincia de Rio Negro, cuenta con una población de 5.548.042 habitantes y es una de las ex repúblicas soviéticas más pobres.

“Es una sociedad profundamente fragmentada en clanes. Los distintos clanes apoyan a distintos partidos, de hecho muchas veces tienen más peso que los propios partidos políticos. Por otro lado, se juegan los recursos naturales”, explica Hutin.

Aunque es predominantemente agrícola-ganadero, el extractivismo tiene un gran peso en su economía (20% del PBI) y la canadiense Barrick Gold es un actor importante en el país. Kirguistán se encuentra bajo la órbita de la Rusia de Vladimir Putin, con quien comparte la Unión Económica Euroasiática y la alianza militar de la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC), mediante la cual Rusia mantiene una base aérea en territorio kirguiso.

La comparación con Bielorrusia

Esta crisis se da en el contexto de otros conflictos en ex repúblicas soviéticas, como es el caso de las protestas en la Bielorrusia de Lukashenko tras las denuncias de fraude electoral y la contienda armada entre Armenia y Azerbaiyán.

Las comparaciones entre el caso kirguiso y el bielorruso son evidentes, pero hay más diferencias que similitudes, principalmente antes los hechos de que las protestas en Kirguistán hicieron caer al primer ministro, mientras que Lukashenko mantiene su poder y la lealtad del ejército pese a las masivas movilizaciones que piden su renuncia.

Al respecto Ignacio Hutin sostiene que “Kirguistán tuvo su Lukashenko: un líder fuerte que se mantuvo mucho tiempo en el poder. La diferencia es que Akayev venía del Partido Comunista antes de la independencia, pero no lo lideraba, y durante la transición sus políticas fueron mucho más «pro occidentales» (privatizaciones, economía liberal, apertura comercial) que cualquier otro país de Asia Central. Eventualmente Akayev se fue volviendo cada vez más y más autócrata, en 2005 hubo manifestaciones que llevaron a que se fuera del país y terminó renunciando desde la embajada en Moscú. O sea que en todo caso lo que pasa en Bielorrusia tendría más que ver con aquel 2005 que con la actualidad. De todas formas, 5 años después se repitieron las protestas, echaron al presidente Bakiyev y obligaron a cambiar la Constitución, de régimen presidencialista a parlamentario. Hay un concepto bastante interesante que suele aplicarse a Kirguistán: «puerta podrida». Las revoluciones en ese país fueron como una puerta podrida que simplemente se cae apenas la tocás. En Bielorrusia vienen pateando y pateando, pero la puerta ni se mueve” cierra Hutin.



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