07/10/2020

Renunció la embajadora de argentina en Rusia

 «El voto de Argentina acompañando la Resolución del Grupo de Lima constituye un dramático giro en nuestra política exterior y no difiere en absoluto de lo que hubiera votado el gobierno de Macri» dice Alicia Castro en su carta de renuncia al puesto de embajadora argentina en Rusia. Por ANRed

«No estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones Exteriores» expresa Alicia Castro en una carta de renuncia a su puesto en la embajada argentina de Rusia donde no oculta su pesar por lo que considera una política que no difiere del gobierno macrista. Castro marca el punto de inflexión en la decisión del gobierno argentino con la firma de Felipé Solá de acompañar la Resolución del Grupo de Lima a favor de condenar las violaciones a los Derechos Humanos en Venezuela y que extiende el mandato de la misión de expertos de la ONU que investiga crímenes de lesa humanidad por parte del gobierno.

Alicia Castro fue titular del gremio de las azafatas, se desempeñó como diputada nacional por la provincia de Buenos Aires y como expresa en su carta tiene una larga trayectoria en política exterior. Fue elegida representante argentina ante Venezuela por Néstor Kirchner donde ejerció hasta diciembre del 2011 y en ese período el que estrechó fuertes lazos con el bolivariano Hugo Chávez. Posteriormente, desde 2012, en medio de la escalada de cruces con Gran Bretaña por la soberanía de las Malvinas, la presidenta Cristina Kirchner designó a Alicia Castro como embajadora ante el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

«El anticolonialismo es también, un imperativo ético» expone la ex embajadora en la carta dirigida al gobierno nacional en la que les agradece la designación de Alberto Fernandez y Cristina Fernandez para la embajada en Rusia pero cuestiona punto por punto el «dramático giro en nuestra política exterior» que «no difiere en absoluto de lo que hubiera votado el gobierno de Macri».

Alicia Castro argumenta que el Grupo de Lima «fue creado durante la restauración neoliberal por un grupo de gobiernos de extrema derecha, alentados y financiados por los Estados Unidos con dos objetivos explícitos: Promover un “Cambio de Régimen” en Venezuela -con idéntica matriz de los operados por EE. UU. en Oriente Medio- y desarticular el bloque regional»

En otra línea de la carta, Castro dice:

«Cabe preguntar por qué al gobierno de los EE. UU. y al Grupo de Lima no les preocupan las flagrantes violaciones de los Derechos Humanos en Chile, en Bolivia, en Brasil, en en Honduras, o en Colombia- donde se han asesinado a 250 líderes sociales firmantes de los Acuerdos de Paz- Acuerdos que también – recuerdo con orgullo- fueron promovidos por Néstor Kirchner, Hugo Chavez y Fidel Castro. Nadie puede ignorar hoy que Venezuela está bajo asedio, sometido a un bloqueo criminal que priva al pueblo de medicinas, alimentos, insumos esenciales» y concluye: «Aportar a intensificar ese asedio es, por lo menos, irresponsable».

La política exterior de Argentina comenzó a recibir críticas desde la asunción misma de Alberto Fernández como presidente cuando devolvió los saludos del presidente chileno Piñera sin hacer alusión a las masivas movilizaciones del pueblo contra la política autoritaria. Pero lo que despertó asombro fue el primer viaje internacional de Fernández a dos meses de asumir, que tuvo como destino un encuentro con Bejamín Netanyahu, primer ministro de Israel y comenzó a delinear lo que será su política exterior para el futuro. Uno de los principales interesados en fortalecer el rol de Israel en la región de medio oriente es Estados Unidos, país al cual la Argentina necesita como apoyo para afrontar su deuda externa con el FMI.

Tras el arreglo por la deuda con los acreedores internacionales, ahora el ministro de Economía Martín Guzmán se focalizará en alcanzar un nuevo acuerdo y otro «rescate» financiero con el Fondo Monetario Internacional (FMI)

Actualmente el canciller Felipe Solá desarrolla esfuerzos para obtener dicho apoyo, aunque reciba críticas de una amplitud de sectores, incluídos los propios votantes del Frente de Todos.

«Buscamos mantener un vínculo con los Estados Unidos basado en el respeto mutuo y en la comunidad de valores que caracterizaron tradicionalmente la relación entre ambos países» dijo Solá sobre su reunión con el embajador yanqui Edward Prado el 1ero de octubre

TEXTO COMPLETO DE LA RENUNCIA DE ALICIA CASTRO

Quiero agradecer al gobierno nacional, en especial a nuestra vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, por haberme honrado con la designación como embajadora en la Federación Rusa.

Tenía planificado mi traslado para el mes de abril, pero en marzo, con el Placet concedido por Rusia, inicié el periodo de aislamiento preventivo y obligatorio y formulé mi solicitud formal al Senado de la Nación para que se postergara el tratamiento de mi Pliego en razón de la explosión de la pandemia, que materialmente impide los vuelos a Rusia y a los cinco países en donde tendría concurrencia.

Rusia es un país estratégico en la construcción de un mundo multipolar, y creo que podría servir con lealtad, eficiencia y patriotismo, hasta obtener logros concretos y reconocimiento para nuestro país, como los registrados durante mis diez años como embajadora en la República Bolivariana de Venezuela y ante el Reino Unido. Mi mayor ambición es que Argentina se integre a los BRICS y dar con ello un salto cualitativo, tanto geopolítico como económico y comercial.

Hoy quiero presentar mi renuncia como embajadora, porque no estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones Exteriores.

El 6 de octubre, en el 45° período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el voto de Argentina acompañando la Resolución del Grupo de Lima constituye un dramático giro en nuestra política exterior y no difiere en absoluto de lo que hubiera votado el gobierno de Macri. De hecho, el Grupo de Lima fue creado durante la restauración neoliberal por un grupo de gobiernos de extrema derecha, alentados y financiados por los Estados Unidos con dos objetivos explícitos: Promover un “Cambio de Régimen” en Venezuela -con idéntica matriz de los operados por EE. UU. en Oriente Medio- y desarticular el bloque regional.

En la década pasada tuve el honor de participar – como diputada y como embajadora- del maravilloso proceso de forja de la unidad regional junto a Néstor Kirchner y a Cristina Fernandez de Kirchner y los líderes progresistas de la Región, Hugo Chávez, Lula da Silva, Fidel Castro, Pepe Mujica, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega, unidos en la diversidad. Comprendemos claramente, siguiendo el legado de nuestros libertadores San Martín, Bolívar, Artigas, que la unión de Sudamérica es la clave de nuestra soberanía política e independencia económica. En la UNASUR logramos una institucionalidad supranacional densa y eficaz que logró evitar dos golpes de estado en la Región y luego conformamos la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). Todo se derrumbó con la llegada de Temer, Macri, Bolsonaro, Lenin Moreno, los golpes en Brasil y Bolivia con la manipulación del Lawfare y las operaciones mediáticas. Nadie ha estado más expuesto al linchamiento mediático que el gobierno de Venezuela. Es bien conocido cómo orquestan las Agencias Gubernamentales de los Estados Unidos sus planes de Regime Change -con mentiras han justificado sus invasiones militares en Iraq, la destrucción de Libia- y sus pretensiones de injerencia directa en la política latinoamericana. Cabe preguntar por qué al gobierno de los EE. UU. y al Grupo de Lima no les preocupan las flagrantes violaciones de los Derechos Humanos en Chile, en Bolivia, en Brasil, en en Honduras, o en Colombia- donde se han asesinado a 250 líderes sociales firmantes de los Acuerdos de Paz- Acuerdos que también – recuerdo con orgullo- fueron promovidos por Néstor Kirchner, Hugo Chavez y Fidel Castro. Nadie puede ignorar hoy que Venezuela está bajo asedio, sometido a un bloqueo criminal que priva al pueblo de medicinas, alimentos, insumos esenciales. Aportar a intensificar ese asedio es, por lo menos, irresponsable.

Desde el golpe de estado perpetrado contra Hugo Chavez en abril 2002, no han cesado los intentos de golpe, magnicidio, sabotaje, desabastecimiento, acciones organizadas de violencia para promover el caos.

La mayoría de los partidos de la oposición no presentan candidatos a elecciones para no convalidar el triunfo del voto popular, como explicó con pruebas el ex presidente Rodriguez Zapatero desde Caracas cuando fue reelecto Nicolas Maduro en 2018. Como no lograron derrotar a Nicolas Maduro, los EE.UU. fungieron a un presidente “autoproclamado”, Juan Guaidó, quien tiene también el apoyo de varias naciones europeas.

Tenemos en consideración que, en un Frente, no todos pensamos igual. Sabemos que hay entre nosotros dirigentes que siempre estuvieron opuestos al socialismo venezolano – sin haber pisado nunca Venezuela- y hasta alguno que celebró la proclamación de Guaidó.

Pero confiamos en que, independientemente de las preferencias, el gobierno del Frente de Todos iba respetar los principios rectores de No Intervención en los asuntos internos de otros estados, Resolución Pacífica de las Controversias, y el principio consagrado de Igualdad Jurídica de los Estados. La Argentina ha hecho doctrina con estos principios fundantes del Derecho Internacional, la Docrina Drago, la Doctrina Calvo.

Los países de la Unión Europea tienen tanto derecho a inmiscuirse en las elecciones en Venezuela, como a Venezuela le cabe dictaminar en las elecciones francesas.

El anticolonialismo es también, un imperativo ético.

El 6 de octubre en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se votaron dos Resoluciones. La Res. L.55. que subraya la importancia de mantener el diálogo constructivo y la cooperación con Venezuela a fin de “reforzar su capacidad de cumplir las obligaciones que le incumben en materia de derechos humanos”; “expresa preocupación por las noticias relativas a presuntas restricciones al espacio cívico y democrático, incluidas las denuncias de supuestos casos de detención arbitraria, intimidación y difamación de manifestantes, periodistas y defensores de los derechos humanos”; celebra la visita de la Alta Comisionada a la República Bolivariana de Venezuela, que tuvo lugar del 19 al 21 de junio de 2019, y los compromisos acordados con el Gobierno para mejorar la situación de los derechos humanos en el país; exhorta al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela a que aplique las recomendaciones recogidas en los informes de la Alta Comisionada presentados al Consejo de Derechos Humanos en sus períodos de sesiones 41º y 44° y pide a la Alta Comisionada que siga colaborando con la República Bolivariana de Venezuela para hacer frente a la situación de los derechos humanos en el país y prestar apoyo sustantivo en forma de asistencia técnica y fomento de la capacidad.”

Esta Resolución que promueve y alienta la participación democrática fue votado por varios países, entre otros, México.

Más tarde se puso en consideración la votación de la Res. L.43 promovida por el Grupo Lima.

Esta Resolución, además de condenar enérgicamente a Venezuela, en consonancia con las expresiones de la oposición, promueve la franca injerencia en los asuntos internos. Decide prorrogar por dos años el mandato de una “Misión Internacional Independiente” que fue constituida por tres personas sin representación alguna, designadas por el Grupo de Lima, que se limitó a recibir desde Panamá informes por mail de la oposición venezolana, que nunca fueron constatados. Además, sugiere la consideración de nuevas medidas.

Para mayor muestra de cinismo, expresa preocupación por el tratamiento de la pandemia Covid-19 en Venezuela que, con 30 millones de habitantes, tiene -según datos de la OMS- 80.000 contagiados de Covid-19 y en total 653 muertos, lo que, claramente, muestra un mejor desempeño, seguimiento y cuidado de la salud pública que los países que apoyan la Resolución 43, incluído el nuestro.

Esto demuestra, palmariamente, la falta de rigor de los argumentos expuestos en esta Resolución, que apuntan a demonizar a la República Bolivariana de Venezuela, sus autoridades legítimas y su pueblo, que resisten heroicamente el asedio de los Estados Unidos de América y sus aliados.

Argentina podría haber optado por abstenerse, en todo caso, si no quería comprometerse con ninguna de las dos Resoluciones.

Pero en cambio, votó con los países europeos que reconocen al autoproclamado Guaidó como presidente sin un voto, modalidad que pone en riesgo a las democracias de América Latina. Votó junto al Reino Unido, cuando Venezuela ha sido aliada constante y ejemplar de la República Argentina en nuestra lucha por la soberanía en Malvinas. Votó junto al grupo de países latinoamericanos que han seguido a pie juntillas las instrucciones de los Estados Unidos de demoler a Venezuela. Argentina votó con Bolsonaro, con Piñera, con la golpista Añez, con Lenin Moreno y los habilitó como voceros de los Derechos Humanos.

Por lo expuesto, presento mi renuncia como embajadora plenipotenciaria en la Federación Rusa, declino el alto honor y los privilegios que deparan tan alto e importante cargo.

No me voy del Frente de Todos y Todas, al que el Kirchnerismo aportó tanta energía, tantos esfuerzos y la mayoría de los votos. ¡Y construyó con tantos sueños! Recuerdo ahora vívidamente a las masas de jóvenes y viejos militantes felices y conscientes en la histórica Cumbre de Mar del Plata, donde celebramos el rechazo del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el rotundo éxito protagonizado por los “tres mosqueteros”, como llamó Hugo Chávez a su alianza indestructible con Néstor Kirchner y Lula da Silva.

No podría seguir instrucciones de Cancillería que no comparto y que considero reñidas con el interés de la Nación. Quiero actuar con responsabilidad y transparencia; que nadie se preocupe o perjudique por mis declaraciones, ni conocer preocupaciones en off por los medios de prensa comerciales.

Mi posición y mi ideal de construcción de la Patria Grande es hoy, como fue durante los dos gobiernos Kirchner, y seguirá siendo, firme e inclaudicable. Siempre.

ALICIA CASTRO



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