06/10/2020

Pobreza para todos y todas

Los flamantes números exhibidos por el INDEC describen una realidad regida por el aumento de la pobreza y la indigencia, montada sobre la suba de precios de la canasta básica, la desocupación, las suspensiones, los despidos, la falta sostenida de discusión paritaria y la insuficiencia en la ayuda social. Los datos igualan a lo peor de la crisis del 2001 y coloca al país con un 41% de pobreza y 10% de indigencia. Si bien el sacrificio económico se justificó a partir de la intensión de cuidado de las personas sobre los riesgos del coronavirus, la cantidad de contagios y fallecidos diarios parece decir lo contrario. Postal numérica de una Argentina rota y mal parada. Por Máximo Paz, para ANRed.


Los datos surgidos en el último informe sobre el primer semestre del año en curso del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC) encuentran cierta punta que posibilita el estudio de una realidad nacional para nada prometedora.

Según los cálculos del organismo, el índice de pobreza – personas que llegan a cubrir la necesidades básicas apenas – trepó al 40,9%, con un acrecentamiento de 5,5 puntos porcentuales contra el 35,4% de enero-junio del año pasado.

En tanto que el Índice de Indigencia – personas cuyos ingresos no les permiten adquirir en su totalidad los productos que integran la canasta básica de alimentaria – ascendió al 10,5% respecto al 7,7% en mismo período pero del año pasado.

Ello implica que sobre la primera mitad del año, 18,5 millones de personas se encuentran por debajo de la línea de pobreza y casi 4,8 millones no lograron adquirir los alimentos necesarios para su subsistencia.

Sobre ello se montan los indicadores de la economía en su conjunto, que cayó 19,1%; el de la desocupación, que aumentó al 13,1% respecto del 10,6% anterior y el de la inflación, en 42,8%.

Como ocurriera con los recientes datos de desocupación (dado a que no incluyó al universo de personas sin trabajo que no se encuentra en búsqueda laboral activa), la estadística oficial sobre la pobreza e indigencia dejó también su lado oscuro. En efecto, si se divide el semestre, se descubre que mientras que en el primero (enero, febrero y marzo) la pobreza alcanzó al 35%, se comprobó que al segundo, período que contiene abril –mes clave, atravesado por los derrumbes del empleo, ingresos y actividad– la pobreza alcanzó el 47,2% con 21,5 millones de pobres y la indigencia el 12,4%, con 1,7 millones de personas, sumando un total de 5,6 millones de personas que no llegan a cubrir sus necesidades alimentarias.

Para más, en el segundo trimestre el PBI se contrajo un 16,3%, lo cual  implicó una pérdida de 3,7 millones de ocupaciones respecto al primer trimestre.

En ese sentido, los datos del Estimador Mensual de Actividad económica (EMAE) manifiestan que al mes de abril se confirmó una caída del -26% promedio, liderado por la construcción (-86,1%), la industria (-33,9%) y el comercio (-27,9%). Las ventas minoristas cayeron un -57,6%, los vehículos nacionales un -79,2%.

Según cifras del Ministerio de Trabajo, dentro de los asalariados privados, los sectores que registraron más descensos en un año fueron la construcción (-127.859), hoteles y restaurantes (-33.587), comercio y reparaciones (-30.940) y la industria manufacturera (-27.558). Por otro lado, la de asalariadas de casas particulares (-22.190) quienes no todas se encuentran registradas. Es decir que, a pesar de la prohibición de despidos, en un año se finiquitaron 337.200 puestos laborales registrados.

Pero la pérdida de empleos más significativa se dio en las variables informales: de los 3,7 millones de ocupaciones perdidas, 2 millones son trabajadoras y trabajadores no registrados y 1,2 millones están relacionados con el autoempleo (changas).

IFE y ATP

El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) puso a que las personas con actividades de trabajo informales contaran con algún sostén. De acuerdo con un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP), dirigido por el oficialista Claudio Lozano, este programa rozó a 9 millones de beneficiarios. Por otro lado, la Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), programa encargado de cubrir una fracción del salario de empresas supuestamente en crisis, por su parte (también siguiendo el informe del IPYPP), llegó a cubrir a 2,5 millones de trabajadoras y trabajadores.

A partir de un documento realizado entre los Ministerios de Economía, Desarrollo Productivo y Trabajo, el IFE pudo evitar que entre 2,7 y 4,6 millones de personas cayeran en la pobreza, para agregar que de no haber mediado la contención directa de ingresos, el país tendría entre 6,8 y 8,7 millones de pobres más.

De todos modos, el IFE no resultó ser un recurso mensual, sino bimestral. De haberse abonado en tiempo y forma, el costo de esta medida debería haber estado en el orden aproximado de los $89 mil millones por mes. Sin embargo, el presupuesto expresa una situación diferente: se pagaron en los 3 meses de aplicación de la medida $131.448 millones, valor que, si se traslada a una periodización mensual, se ubica en los $43.816 millones. Traducción: lo que efectivamente dio el gobierno fue la mitad de lo que anunció.

Más allá de las intensiones

Los indicadores publicados por el INDEC, además de indicar los números de pobres e indigentes, también dan cuenta sobre la magnitud del fenómeno, expresado en la brecha entre los ingresos medios de los hogares y el valor promedio de la canasta que necesitan para superar la situación de pobreza: al primer semestre de 2020, los ingresos de las hogares pobres estaban, en promedio, un 41,2% por debajo del valor de la canasta básica total.

Es que muy a pesar de algunas proclamas y esquemas estatales (como la intentona que significó Precios Claros), la aceleración de los costos de la canasta básica en pandemia estuvo a la orden del día. Entre febrero y junio, los precios aumentaron a nivel general a un 8,8% en el Gran Buenos Aires, mientras que la de los de los alimentos y bebidas crecieron un 8,6%. Como se sabe, las variaciones mensuales revelaron una desaceleración respecto a los meses previos a la pandemia, pero aún así, en el marco de un hundimiento de la actividad económica de características históricas, los precios de los alimentos no sólo siguieron creciendo, sino que en varios rubros expresaron aumentos superiores a la media. Por caso, entre febrero y junio, los valores de las verduras, tubérculos y legumbres crecieron un 35,3%, a la vez que las frutas aumentaron un 10,4%.

Uno de los rasgos más preocupantes del escenario social, se trata de la incidencia de la pobreza entre los niños y niñas. De hecho, mientras en el semestre la pobreza alcanzó al 40,9% de la población total, entre los niños y niñas de 0 a 14 llegó al 56,3%, 4 puntos porcentuales por encima del semestre anterior. Por su parte, la indigencia llegó al 15,6%. Ello se traduce en que cayeron bajo la línea de pobreza casi 432 mil chicos y bajo la línea de indigencia 218 mil, alcanzando así un total de 6,2 millones de chicos pobres y 1,7 millones de indigentes.

No obstante, se observa que en el segundo trimestre la pobreza infantil llegó a cerca del 65% (casi 7,2 millones de chicos pobres) mientras la indigencia ascendió al 18,4% (2 millones de chicos).

Los números adversos buscaron desde el principio un argumento oficial: hacer primar el resguardo de los ciudadanos del contagio de la pandemia del coronavirus sobre las premuras económicas que requiere el sistema de acumulación capitalista con el fin sensato de evitar una ola incontenible de contagios y fallecidos.

Lo cierto es que, al día de la fecha, Argentina no escapa a los datos de toda América, que es el continente que registra mayor número de víctimas y de enfermos a causa de coronavirus. El 3 de marzo se detectó el primer caso en la Argentina, el 20 comenzó el aislamiento obligatorio y, desde entonces, los infectados por Covid-19 en el país son 798.486, hubo 21.018 muertes y más de 636.672 personas recibieron el alta.

Tampoco el país escapa al mundo, donde la cantidad de personas contagiadas por coronavirus es de casi 34,8 millones, mientras que los muertos son más de un millón, en una estadística en la que la Argentina superó – o empatará – a España, ubicándose en el séptimo puesto.



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