Joven abusado por su tío sacerdote denunció al Papa Francisco por encubrimiento

Sergio Decuyper rompió un silencio de años y pudo dar cuenta de lo que tuvo que soportar: su tío, el cura José Francisco Decuyper, abusó de él siendo niño. Además del Poder Judicial, el denunciante pudo juntarse con Jorge Bergoglio. “No, no denuncies. Tu tío está perdido, tu tío tiene demencia”, fueron las expresiones del ex cardenal porteño según la víctima. Sergio también confesó que el papa le señaló que su homosexualidad “es una enfermedad”, y agregó: “me pidió que volviera con mi esposa, que siguiera trabajando y llevar todo este caso en silencio”. Pasado un tiempo, Sergio Decuyper redactó por mano propia la denuncia contra su tío por abuso y contra el Papa Francisco por encubrimiento. Una vez más, el cura argentino es acusado de tratar de ocultar casos de pedofilia cometidos por sus compañeros sacerdotes. Por Máximo Paz, para ANRed.

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“Siento el cansancio de todos los años”, sentenció minutos antes. Pero lo hizo: Sergio Decuyper realizó el sábado 19 de septiembre una denuncia penal por abuso sexual contra su tío paterno, el cura José Francisco Decuyper. Vía Skipe, ante los fiscales Leandro Dato y Fernanda Ruffatti, de la Unidad Fiscal de Violencia de Género y Abuso Sexual, el denunciante pudo congregarse con el Poder Judicial entrerriano (distrito donde se produjeron los abusos) y volcar lo que contenía dentro desde casi toda su vida.

Además de la declaración, Sergio pudo entregar una serie de entrevistas a distintos medios, cuyos relatos atravesaron de modo descriptivo la prolongada experiencia que abarca el momento del abuso en su infancia y los mecanismos por los cuales se produjo el silenciamiento del caso.

“El abuso fue en 1982. En la casa de mis abuelos paternos, un fin de semana que mi tío vino de visita. El abuso fue en el baño. Él ya era sacerdote, trabajaba en el Seminario de Paraná”, expresó a un multimedio porteño Sergio, quién se encuentra radicado en España desde hace 20 años.

Eso no fue todo. La víctima también refirió sobre el contacto con la diócesis paranaense para dar cuenta del caso en la propia jurisdicción religiosa y la intensión malograda a fin de establecer la correspondiente imputación en el Vaticano frente al propio Papa Francisco.

“Me comuniqué primero con el Arzobispado de Paraná para anoticiarlos. Les pedí que me consiguieran la audiencia en la Congregación para la Doctrina de la Fe -donde recaen las denuncias por pederastia del clero-, pero no hicieron nada”, contó, también, para el portal “Entre Ríos Ahora”.

A su vez, Sergio dejó entrever la actitud de Bergoglio y el Vaticano: Todo arrancó por propia iniciativa, cuando envió una carta a la Santa Sede y, como consecuencia, el ex cardenal porteño se comunicó con él el 19 de marzo de 2019. Ello desembocó en una reunión que duró poco menos de media hora el 4 de mayo, casi dos meses después.

“Me habló de que tenía que tener confianza (en el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari), que no lo hiciera público porque los periodistas son unos hipócritas y que mi homosexualidad es una enfermedad. Me pidió que volviera con mi esposa, que siguiera trabajando, y llevar todo este caso en silencio. Ese es el consejo que me da el Papa. Yo salí destrozado de esa audiencia. Fue después de esa reunión con el Papa que inicié terapia. Me explotó la cabeza”, declaró la víctima para el mismo medio.

También denunció que a principios de este año el monseñor Puiggari lo llamó y le aconsejó cerrar esa investigación: “Me dijo que había que cerrarla por temas de salud de mi tío”. Lejos de lo solicitado, para julio, la víctima le comunica al arzobispo que había decidido hacerlo público. El sacerdote, entonces, organizó un viaje a Roma para que realizara la denuncia canónica a la que la calificó de “una experiencia espantosa”. El día 9 de septiembre Sergio logró asistir a la audiencia general en el Vaticano y que, a su vez, Bergoglio se detenga para hablar con él unos minutos. Allí le comunica que quiere hacer la denuncia. “No, no denuncies. Tu tío está perdido, tu tío tiene demencia”, fue la respuesta del Papa.

Sergio intentó acercarse al Papa nuevamente, pero no pudo. Fue entonces que decidió redactar a mano la denuncia contra su tío, por abuso sexual, y contra Francisco, por encubrimiento.

La protección del Papa Francisco hacia curas acusados por pedofilia es motivo de varias denuncias. Por caso, la organización Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual de Argentina publicó en el mes de febrero un extenso documento titulado “Deuda social de la Iglesia Católica en materia de abuso sexual del clero”.

Respecto a la responsabilidad del ex cardenal porteño Jorge Bergoglio, el citado documento señala que Francisco “eligió” como sus funcionarios inmediatos a los mismos curas que lo nominaron para Papa y que tales religiosos son conocidos en el mundillo vaticano como “la docena sucia”, en tanto que se trata de personajes que tienen en su haber varias denuncias por abuso sexual que derivaron en escándalos.

A su vez, la organización plantea que Bergoglio nombró abiertamente en otros cargos a religiosos implicados en delitos sexuales, como los prelados Oscar Rodríguez Madariaga; Francisco Javier Errázuriz Ossa; Sean Patrick O’Malley o el famoso George Pell.

Como si eso fuera poco, la Red también denunció que el Papa “mantiene en secreto el lugar donde están los sacerdotes acusados de abuso sexual y que han sido separados de modo transitorio por una medida cautelar canónica, con serio riesgo de estar cerca de niños y jóvenes”.

Por otro lado, la Red da cuenta de que Francisco “no ha cumplido con las exhortaciones que el Comité de los Derechos del Niño (ONU) le hizo a la Santa Sede en 2014 para extirpar el flagelo de los abusos sexuales, que está enquistado en su estructura y organización”.

La asociación de sobrevivientes también describe una extensa andanada de encubrimientos y procederes tendientes a perturbar y entorpecer la multiplicidad de denuncias por violación y abuso sexual a lo largo y ancho del planeta, para recalar en Argentina, en donde se denunció que Bergoglio ha incurrido en determinaciones tales como no haber expulsado de la Iglesia a curas condenados por la Justicia, como el Padre Julio César Grassi, o el grave asunto de hacer oídos sordos a las denuncias de los chicos abusados del Instituto Próvolo, pese a que tenía conocimiento del tema desde el año 2014.

Cinco meses más tarde, la acusación de la Red parece confirmarse una vez más.