21/09/2020

Entre Ríos: un sobrino denunció a su tío sacerdote por abuso sexual

Foto: Entre Ríos Ahora

Las denuncias sobre casos de abuso sexual eclesiástico no cesan. Y aún en tiempos de coronavirus, donde la pandemia, desde su dramático arrastre sanitario y económico absorbe de forma indefectible la agenda de atención social, las acusaciones acerca del comportamiento religioso truenan de forma profunda desde la periferia (es decir, desde el lugar de donde se realiza la imputación) hacia el epicentro geográfico mismo del poder católico mundial. Ahora, una denuncia reciente, aunque sucedida hace años, en Entre Ríos, conmocionó a la provincia. Es que el ex paranaense Sergio Decuyper rompió un silencio de años y pudo dar cuenta de lo que tuvo que soportar cuando niño: su propio tío paterno, el cura José Francisco Decuyper, cometió de manera sistemática abusos hacia su persona. La denuncia ya está en la Justicia. Por Máximo Paz, para ANRed.


Y un día lo hizo: Vía Skipe, ante los fiscales Leandro Dato y Fernanda Ruffatti, de la Unidad Fiscal de Violencia de Género y Abuso Sexual del Poder Judicial, el sábado pasado por la mañana en Argentina (pero de tarde en el País Vasco, donde se encuentra la víctima), Sergio Decuyper pudo tomar contacto con el Poder Judicial entrerriano y volcar lo que contenía dentro desde casi toda su vida.

Luego de hora y media de declaración, Sergio pudo formalizar la denuncia ante la Justica por la cual se le imputa por abuso sexual a José Francisco Decuyper, histórico sacerdote de la provincia de Entre Ríos y, nada menos, tío por parte de padre de la víctima denunciante.

El relato atravesó de modo descriptivo la prolongada experiencia que abarca el momento de los abusos en su infancia cometidos en la propia casa de sus abuelos, los dispositivos por los cuales se produjo el silenciamiento del caso y sus recientes intensiones fallidas de contacto con el Papa Francisco para hacer dar cuenta en el Vaticano lo sucedido en una de sus diócesis.

«Siento el cansancio de todos los años», sentenció minutos antes de hacer frente a los fiscales.

«Conté el hecho de mi abuso y toda mi historia», relató luego de la denuncia formalizada en la Justicia. «Les hablé de lo que intenté hacer en la Iglesia con la denuncia a mi tío, y todo el sufrimiento de los últimos meses», agregó.

Nacido en Halle, Bélgica, el 26 de abril de 1935, el religioso acusado cuenta hoy con 85 años. Ordenado sacerdote el 10 de marzo de 1966 en Paraná, fue por años párroco en Santa Ana y en Virgen de la Medalla Milagrosa, ambos establecimientos situados en la capital entrerriana. A su vez, trabajó como empleado de la Iglesia católica en las localidades provinciales de General Ramírez y Las Cuevas, estas pertenecientes al departamento de Diamante. Hoy por hoy sobrelleva un profundo Alzheimer y por ello se encuentra alojado en el Hogar Sacerdotal Jesús Buen Pastor, residencia exclusiva para atender a curas de la tercera edad en la ciudad de Paraná. De hallarse culpable del delito que se le inculpa, el religioso casi que ni se enterará.

Una de las acciones propiciadas por el cura Decuyper se trata de la fundación hace más de 50 años de la escuela primaria y de educación católica privada 116 “San Joaquín”. Hoy día el establecimiento se encuentra en plenas funciones y varias generaciones de niños y niñas paranaenses pasaron por sus aulas. Sergio Decuyper, también.

Es por ello que horas antes de oficializar su denuncia publicó un video de confección propia. Allí, más que nada, hizo hincapié sobre una cuestión: “El mensaje éste es para todas las posibles otras víctimas. Mi ilusión es que no haya más víctimas y que yo haya sido el único caso puntual de este abuso. Pero estoy preocupado. Si por ahí hay otra víctima que los anime a denunciar o que denunciemos unidos. Y que demos luz y salud, porque lo tenés que hacer por tu salud si vas a denunciar. Esto no se te va a pasar solo. Hay que pedir ayuda”, clamó en el video a modo de señal sobre si se encuentra algún otro sobreviviente de su tío religioso.

Sergio es un paranaense emigrado a España. Fue abusado a los seis años de edad. El medio web entreriosahora.com pudo entrevistar al protagonista y relumbrar algunos aspectos fundamentales del horror:

“Fui consciente de mi abuso recién el año pasado. El psiquiatra me dijo que el trauma estaba encapsulado y se despertó. Tuve que medicarme. Fue horrible”, comenta en entrevista para el medio web.

“Mi abusador es el sacerdote José Decuyper, tiene más de 80 años, es mi tío, tiene Alzheimer… está en una residencia ahí en Paraná… es mayor, fui a verlo el año pasado. No me reconoció: fue muy duro”, completa el denunciante para el mismo portal.

Dentro de las tensiones que se encuentran en el proceso de la propia víctima, se chocan las reacciones de la propia familia, que es también la propia del abusador religioso. Por ello, una de sus primeras acciones ante la decisión de efectuar la denuncia fue la de explicarle a su modo tal determinación –personal y fundamental- a sus padres mediante una carta:

“Queridos papá y mamá, lo que me hizo el tío José no es culpa de ustedes. Entiendo que les cueste este paso de denuncia que hago porque la sociedad en la que ustedes viven ahí los va a juzgar. Pero esta denuncia nos hace nobles, fuertes y nos llena de salud. Esa sociedad marcadamente religiosa y católica ve en mi denuncia el escándalo, mi denuncia pone en manifiesto la tragedia del Amor mal explicado, de la sexualidad mal orientada, del miedo absurdo en el que nos han enseñado a vivir allí”, sentenció.

Entre Ríos es una de las provincias dónde suelen salir a la luz casos de abuso eclesiástico. Hasta ahora Juan Diego Escobar Gaviria, en 2017; Justo José Ilarraz, en 2018 y Marcelino Ricardo Moya, en 2019, son los tres miembros del clero inculpados y sentenciados por delitos de índole sexual  y corrupción de menores.

A la vez que la religiosa Luisa Toledo fue condenada a 3 años de prisión en julio de 2019 por el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguay ante el delito de privación ilegítima de la libertad en perjuicio de dos monjas del convento carmelita de Nogoyá.

La impunidad y los arreglos también rondan por la provincia: el año pasado Carlos Benavidez -párroco de la iglesia de San Ramón Nonato, en Nogoyá- fue removido de la noche a la mañana de sus funciones después de los hechos que le imputaron jóvenes ante una constante petición del cura hacia ellos y que fuera el motor de las denuncias: brindarles ayuda espiritual a cambio de llevárselos a la cama.

Asimismo, hay una causa penal abierta en los Tribunales de Nogoyá al cura Hubeimar Alberto Rúa, compañero del condenado Escobar Gaviria en la parroquia San Lucas Evangelista, de Lucas González.

Ahora, un nuevo caso sacude a la Iglesia. Un sobrino víctima y un cura abusador: Su tío.



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