Vernos a los ojos en tiempos de pandemia
Cubrirse el rostro se volvió parte de una revolución social que nos permite volver a la vida cotidiana pero esta vez mirándonos más a los ojos. Las imagenes fueron tomadas en una pequeña localidad costera de la provincia de Buenos Aires, Argentina; en el mes de julio de 2020, aislamiento social obligatorio en fase 5. Imagenes: Paula Ruiz. /Texto: Vanessa Salazar (Costa Rica) y Paula Ruiz (Argentina) para ANRed
¿Quién iba a creer que iba a llegar el día en que taparse la cara se convertiría en un signo de solidaridad, de empatía, de “te cuido y tú me cuidas”?
Hasta hace poco encontrábamos alrededor del mundo que el hecho de taparse el rostro era sinónimo de protesta social, de crimen, de vergüenza o esclavitud. Llegamos incluso a entender que el hecho de liberarse de una tela que cubra el rosto puede significar una muestra de liberación religiosa. Principalmente, porque observar un rostro, una cara conocida y amada nos permitía sentirnos parte de una comunidad, de que no estábamos solos y que nos podíamos reflejar a través de los demás.
No obstante, la familiaridad o cercanía que nos generaba poder ver un rostro, ha sido reemplazado ahora por la vulnerabilidad que nos hace sentir ese mismo rostro descubierto. Esa vulnerabilidad ha provocado que países enteros tomen medidas para cubrirlo; la mascarilla se convirtió en la solución para volver a nuestra rutina de vida, para poder insertarnos nuevamente en la sociedad y volver a ser comunidad.
De esta manera, en nuestra lucha por salir de la incertidumbre y soledad social es que hemos adoptado nuevas formas que nos permitan acercarnos a los demás desde nuestra lejanía y vulnerabilidad. Hemos salido de nuestros hogares y nos encontramos con que nuestros amigos, nuestros vecinos, familiares y compañeros ahora se ven diferentes y nos miran diferente.
Por esa razón, es que ahora la cercanía y empatía se ha conseguido a través de la mirada, los ojos forma parte importante de esta revolución social; que siempre ha estado allí pero que habíamos olvidado. Los ojos como la ventana del alma, nos han enseñado que, verdaderamente, podemos ver a través de ellos todos los sentimientos que embargan al ser humano y, que habíamos olvidado por lo acelerado de nuestras rutinas, por la búsqueda constante del éxito y productividad. Hemos recordado la importancia de la mirada para la conexión. Hay miradas que proyectan seguridad, mientras otras proyectan temor, las hay sensuales, tristes, jocosas y picaronas. Hay miradas, que, sin la necesidad de decir una sola palabra, nos dicen todo; y el rostro cubierto nos ha devuelto la oportunidad para detenernos y volver a vernos a los ojos.