19/08/2020

Muertes por Covid-19, asbesto y operetas: el mundo según Metrovías

Además de no cumplir con los protocolos sanitarios, Metrovías S.A. se halla ejerciendo una enérgica presión para que, en plena pandemia, el personal del subte de la Ciudad de Buenos Aires ocupe una mayor carga horaria que la pactada a fin de evitar contagios masivos. Sobre ese objetivo, en el día de ayer la firma les adjudicó un paro a los encargados de la Línea C, acción falsa que fue desmentida de forma inmediata por las y los trabajadores. La ofensiva se suma a los 120 contagiados y tres fallecidos por Covid-19, la ausencia de paritarias y el otro desastre sanitario que afecta históricamente a las y los trabajadores subterráneos: la convivencia con el asbesto, la sustancia cancerígena por excelencia. Por Máximo Paz, para ANRed.


Aunque desde la hora cero de la pandemia el servicio de subterráneos –así como todo el sistema de transporte de corta y media distancia- fue categorizado dentro del conjunto correspondiente a las actividades esenciales, lo cual le correspondió un tratamiento sanitario excluyente, la actitud de la empresa concesionaria Metrovías S.A fue categorizada por los que utilizan la prestación del servicio en las instalaciones del subte como exigua e insuficiente.

Sobre la primera tanda de arreglos ni bien se tuvo conciencia de que la pandemia venía para quedarse, y que contó con el aval de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), se arreglaron una serie de hechos favorables al cuerpo laboral. Por ejemplo, de las seis horas reglamentarias por seis días de trabajo, se pasó a la prestación jornal de tres horas diarias y cada día por medio.

De todos modos, aunque parecía una cosa que iba en camino, los protocolos de higiene sanitaria distaron de ser los suficientes para aminorar las posibilidades de contagio al convivir cada día con la falta de desinfección y sanitización de los trenes y sectores de trabajo de forma periódica y sistemática. A su vez, los espacios comunes – vestuarios, salas de descanso y comedores- jamás contaron con las condiciones para evitar los contactos estrechos prometidos. Así da cuenta, por lo menos, la serie de comunicados que dieron a la opinión pública las y los trabajadores de Metrovías S.A. en todo este tiempo.

Fue entonces que a través de distintas acciones y desde principios de la cuarentena, los trabajadores organizados se vieron en estado de alerta. Las determinaciones pasaron por el arma con que cuentan las y los empleados de Metrovías S.A.: primero, la protesta y, en segundo término, el paro total o parcial del servicio.

Las tensiones entre la patronal y las y los asalariados estuvieron en pie de guerra. Unos, a favor de la reproducción de la empresa, los otros, de evitar la multiplicación de contagios en talleres, andenes y  vagones. Sobre fines de abril la puja de intereses detonó cuando mediante la acción de la policía de la Ciudad fueron detenidos los delegados de la Línea E Rocío Córdoba, Walter Cayoso y Maximiliano Barrera. Luego de un caso positivo de Covid-19 en el Subte, los trabajadores y delegados de aquella línea publicaron un comunicado a partir de la falta de protección sanitaria acorde en el servicio esencial. La repercusión de la denuncia fue el rotundo silencio de la dirección gerencial de Metrovías S.A. Producto de ello, resultó la paralización desesperante de la línea y la inmediata acción policial.

Muertes subterráneas

Las y los empleados del subte de la Ciudad de Buenos Aires revelan que no está del todo claro. Por ello, mientras denuncian la falta concreta de datos por parte de sus autoridades, las y los trabajadores estiman que los contagios por coronavirus en su ámbito laboral, hasta la fecha, treparon a, al menos, los 120 casos positivos de los cuales, calculan, que 45 de ellos pudieron recuperarse. A su vez, afirman que tales infecciones fueron contraídas, en su mayoría, por asalariados que se encontraban en plena actividad laboral.

La noticia descansa sobre el dato funesto de tres trabajadores fallecidos: Andrés Carrizo, mecánico del taller Congreso de Tucumán de la línea D; Germán Gutiérrez, del sector tráfico de la misma línea y Julio Escobar, trabajador del recorrido C, tramo subterráneo que va de Constitución a Retiro.

Andrés y Germán fueron dispuestos al ejercicio de sus compromisos laborales al momento del contagio. Escobar, quién falleció el domingo último reciente, pertenecía al sector de riesgo y se encontraba en su casa cumpliendo licencia. Internado, recibió una transfusión de plasma que le produjo una recuperación momentánea. De todos modos, como carta final, el Covid-19, concluyente, le llevó su vida.

Los auténticos anticuarentena

Los comienzos de la organización nacional para atravesar a la pandemia estuvieron cargados de presiones. Los productores de comida chatarra fueron uno de los primeros en hacer valer su actividad como esencial, pese a la primera actitud del Gobierno que intentó hacer guardar a los trabajadores fabricantes de chicles o chizitos. El paso del tiempo hizo desgranar a aquella estricta cuarentena y la camarilla de la Unión Industrial Argentina fue -y es- un actor más efectivo que los manifestantes pintorescos para que ello suceda. El transporte público, entonces, emprendió la responsabilidad de cargar a más usuarios por vuelta.  

El subte no fue la excepción. Si bien funcionarios afirman desde sus casas que sólo viaja el 6% de la cantidad que lo hacía en momentos de normalidad, las y los trabajadores manifiestan que “cada vez es más difícil viajar sentado y con asiento de por medio, como recomiendan las autoridades”.

El sol del coronavirus viene asomando

Un número nuevo del juego de tensiones entre quienes prefieren no terminar entubados en un centro médico y a los que no les importa sucedió ayer por la mañana cuando, sorpresivamente, se dio la interrupción de la Línea C por parte de la empresa Metrovías. Mezclados con imágenes de la minoría que marchó en el feriado, placas anunciantes por TV cargaron la medida como un paro perpetrado por las y los trabajadores del subte. La desmentida por los propios metro-asalariados al poco rato dejó al descubierto la operación.

«Acá no hay un paro, lo que sucede es que la empresa Metrovías ha decidido cambiar los diagramas, mandando más gente a trabajar en el día de hoy innecesariamente y sin haber acondicionado los lugares para los trabajadores ni para los usuarios, para cumplir con los protocolos contra el Covid-19», comentaron desde la AGTSyP, el sindicato del metro.

La jugada se explica a partir de lo que sucede. A mayor cantidad de pasajeros, la firma requiere una mayor presencia de trabajadores, por ello, en la Línea C –tramo crucial que une el sur del Conurbano con el centro porteño- se cambió unilateralmente de 4 a 6 vueltas de recorrido, con intensiones de llevarla a 8. El arreglo de tres horas diarias cada día y medio concedidos resulta, entonces, irrisorio.

Desde las declaraciones gremiales, la acción patronal encuentra sentido en el intento de paralizar la línea para crear los desarreglos consecuentes con los usuarios y responsabilizar sobre ello a las y los empleados.

Asbesto

Gambeteando –como todos- al coronavirus y a la falta de paritarias que actualicen los salarios-como a casi todos- las y los trabajadores subterráneos cargan un problema que los acompaña desde el fondo de los tiempos: el amianto.

Flotando en su encierro de talleres y túneles del subte, la sustancia produce fibrosis de pulmón y de pleura o cáncer. Lo más común se trata de las placas pleurales, que es la respuesta del organismo ante la presencia del amianto. El engrosamiento pleural –siempre- es clara evidencia de la presencia de la sustancia en los lugares de trabajo.

A partir de la Resolución 823 del Ministerio de Salud de la Nación, publicada en el Boletin Oficial el 31 de julio de 2001, se prohibió el uso de una parte del asbesto crisotilo a partir del 1° de octubre de ese año y el resto a partir del 1° de enero de 2003. Los anfíboles, por su parte, fueron prohibidos un año antes, mediante la resolución 845 del año 2000.

Producto de estudios multidisciplinarios realizados por iniciativa de los propios trabajadores, el 60% de la planta actual (4.260) sufre exposición laboral directa. Sobre este porcentaje, se les ha reconocido el riesgo al 64% (2550) y se ha auditado el 50% (1660) de los estudios médicos con la resultante de 27 compañeros con neumoconiosis por exposición al asbesto y otros minerales y 3 compañeros con cáncer de los cuales uno fue operado y se le extirpó un tumor encapsulado.

La salud de los trabajadores es algo que los empleadores no consideran importante. La empresa Metrovías S.A. descubre constantemente un mundo propio en ese sentido.



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