11/07/2020

¿Adónde irá la economía del mundo?

La pandemia levantó el velo sobre una crisis que ya estaba instalada, la profundizó y ahora la proyecta. Los pronósticos se suceden, la mayoría a la baja. La idea de una pronta recuperación pierde adeptos. Por Eduardo Lucita.


La pandemia nos ha sumido en una suerte de pensamiento corto, de miradas sobre lo inmediato, nos pasamos contando infectados, internados, muertos, recuperados. Tanto a nivel local como internacional se discuten las cuarentenas, su flexibilización, su marcha atrás, mientras se espera que aparezca la vacuna. Subyaciendo debajo de estos debates está la economía, su situación actual y sus perspectivas futuras.

Antes y después

Ya antes de que el Covid-19 ocupara las primeras planas el debate económico giraba en torno a si asistiríamos a un nuevo ciclo expansivo a escala mundial o bien se fortalecerían las tendencias al estancamiento secular. La situación de los tres motores que impulsan la economía global -la hemos descripto en notas anteriores- indicaban que EEUU cumplía una década de crecimiento sostenido, aunque solo al 2-3% anual; China lo hacía al 6-7% pero se estaba desacelerando, mientras que la UE estaba estancada. Sin embargo había síntomas de recesión producto que los factores estructurales: comercio internacional, tasa de inversión, mejoras de productividad y en la eficiencia de los factores mostraban todos que no lograban recuperar los niveles anteriores a la crisis del 2008.

A estos rasgos estructurales que explicaban el débil crecimiento de la economía global, la pandemia ha incorporado una suerte de recesión forzada, empujada por un factor externo. La naturaleza de esta crisis es totalmente distinta a la anterior. Aquella fue financiera, esta es producto de un shock de oferta que se completó con el hundimiento de la demanda agregada y que ahora está impactando en lo financiero.

Respuesta de los gobiernos

Los principales Estados buscan controlar la crisis por medio de estímulos fiscales y monetarios que no tienen precedentes, es la segunda vez en este siglo que buscan con herramientas financieras evitar un colapso general. En EEUU el gobierno ha dispuesto volcar recursos para respaldar el empleo y a las pequeñas empresas, mientras que la FED está inyectando liquidez al mercado, en conjunto suman 8,5 billones de dólares, mientras que la UE con distintas medias alcanzará los 2,9 billones de euros. Numerosos gobiernos, entre ellos el argentino, siguen este curso de acción. Este esfuerzo ya ha alcanzado un nivel muy superior al que se hiciera en 2008. Estos paquetes constituyen fuertes intervenciones reguladoras de los Estados que se dan de lleno con el ideario neoliberal que predominó durante décadas.

Por ahora, solo evitaron que la crisis se descontrole pero no recupera la demanda, precisamente porque a diferencia del 2008, la crisis está en la economía real y no alcanzaría con medidas financieras. Crece la convicción de que hasta que no se logre resolver la dimensión sanitaria de la crisis acompañada por alguna recuperación económica no se verá una salida efectiva.

¿Y la globalización?

¿Qué será de la globalización en medio de este marasmo? Tres de sus principales vectores: la libre circulación de capitales, el intercambio internacional y el movimiento de las personas, están seriamente afectados. Por el contrario la circulación de la información y de las ideas ha ganado espacios. Las corporaciones tecnológicas son las grandes ganadoras en la pandemia, uno de sus ejecutivos lo expresó así: «en dos semanas hemos avanzado lo que pensábamos para diez años».

Sin embargo la pandemia ha impactado sobre uno de los avances más significativos de la globalización: las cadenas de valor. La economía mundial es hoy una trama de relaciones de todo tipo, lo que supera la suma de las economías nacionales y que tiene vida propia.

Según el economista Julio Sevares, «en la últimas décadas la producción se fragmentó y deslocalizó, formando cadenas dentro de los países e internacionalmente, donde cada fábrica genera partes del producto que finalmente se terminan de elaborar en otro país. Esto ha sido golpeado por el parate de la economía y debido a la interdependencia de las cadenas y al diferente ritmo de recuperación por país la salida de la crisis puede ser muy lenta».

Los pronósticos son poco alentadores y nadie acierta a estimar un futuro. El FMI ha recalculado nuevamente a la baja en su informe de primavera -respecto al de abril último- sobre la economía mundial. Estima que caerá este año -4,9%, resultado de que EEUU bajaría -8% y la UE -10,7%, mientras que China pasaría de crecer al 6,5% a solo el 1%. Sin embargo hay quienes estiman que por primera vez en décadas el crecimiento de la República Popular sería negativo, no en vano en el reciente informe del gobierno chino al ejecutivo nacional no se fijó, por primera vez en décadas, una meta de crecimiento, justificada en «la gran incertidumbre respecto a la pandemia y al entorno económico y del comercio mundial».

Formas de la crisis

Así las cosas, los más optimistas, el FMI en primer lugar, estiman que la crisis adoptará la forma de una ve corta, rápida caída y recuperación, una variante de esta percepción la sostiene la Reserva Federal de EEUU: «La recuperación será extremadamente poderosa y rápida una vez controlado el Covid-19», comenzaría en el tercer trimestre de este año, adoptando la forma de una U, caída, estancamiento breve y recuperación. Por el contrario hay quienes como Michael Husson piensan que «puede desencadenarse un ciclo específico que alterne frenazos y aceleraciones en medio de una trayectoria recesiva». Finalmente Michael Roberts la ve en forma de raíz cuadrada, esto es caída rápida y recuperación, que sin embargo no alcanza el punto donde comenzó la crisis, luego estancamiento. Así, lo más probable es que la recuperación sea más lenta y fragmentada de lo previsto. Todo depende de cuándo se logre controlar la pandemia, sabiendo que controlar no significa tener ya la vacuna, que llevará tiempo descubrirla, probarla y luego producirla.

No hay certezas, solo que el mundo saldrá más empobrecido, las desigualdades sociales crecerán, mientras que los Estados, las corporaciones y las familias estarán más endeudadas. En unos años sabremos a qué nueva normalidad nos llevará la pandemia.

Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).



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