12/02/2020

Sacerdote declaró que «la pedofilia no mata a nadie, pero el aborto sí»

Foto: www.diariolibre.com

A través de una reciente entrevista radial, Richard Bucci, sacerdote de Rodhe Island, EE.UU., justificó las múltiples y denunciadas prácticas pedófilas apelando a tal comparación. Las expresiones del religioso, que detonaron hasta alcanzar un repudio generalizado, se enmarcan dentro de una contraofensiva a partir de la sanción de la Ley de Privacidad Reproductiva sancionada el año pasado en el propio estado de Rodhe Island. Por Máximo Paz, para ANRed.


Los concilios I y II del Vaticano configuraron un corpus de normas precisas y ordenadoras de la Iglesia Occidental Católica. En ellos se hace referencia al término «cura» para denominar a sacerdotes en los cánones 150, 151, 678.1, 757, 771.1, 786 y 1003. La cuestión se remonta hacia el año 1330, cuando se promovió a utilizar esta denominación al párroco por tener a su cargo la «cura de almas». Algo así como que el sacerdote es un “médico de almas” que está al cuidado – es decir, a la cura – de las ánimas de sus fieles. Tal batalla cedió terrenos y se transformó en un señalamiento común hoy en día denominar a un sacerdote «cura parróco».

Richard Bucci, «médico de almas» a cargo Iglesia del Sagrado Corazón de West Warwick, en Rodhe Island, Estado al este en EEUU, estableció en declaraciones recientes que «la pedofilia no mata a nadie, pero el aborto sí». Su declaración se dio en el marco de una entrevista a radio WJAR de Massachusetts, en donde completó que «no estamos hablando de ningún otro problema moral, donde algunos pueden hacer una comparación entre la pedofilia y el aborto», para rematar: «La pedofilia no mata a nadie y el aborto lo hace».

Las declaraciones del cura párroco se registran a propósito de una escalada de acciones y expresiones de la Iglesia a partir de la Ley de Privacidad Reproductiva, sancionada en junio del año pasado por la legislatura del estado y firmada, horas después, por la gobernadora Gina Raimondo. Tal Ley incluye derechos relacionados con la interrupción voluntaria del embarazo.

Como contraparte, la medida fue repudiada por el sacerdote de 72 años a través de la acción directa. La semana pasada prohibió a los legisladores que apoyaron la promulgación de la norma que recibieran la comunión en su parroquia.

No conforme con ello, el cura ordenó imprimir volantes para entregar a feligreses y allegados con los nombres de los 44 congresales votantes de la normativa en contra de los intereses de la Iglesia Católica, enemiga acérrima en todas las latitudes de los derechos de la mujer en cuanto a las problemáticas sobre aborto legal y salud reproductiva. El panfleto se completaba con una serie de prohibiciones a los legisladores, como actuar como testigos de matrimonios a casarse, ofrecerse como padrinos y efectuar lecturas o discursos tanto en bodas como velatorios fúnebres. También los envió por correo a las casas de varios legisladores. Todo ello en defensa de “dos mil años de enseñanzas católicas”, según reza el volante.

Uno de los volantes que el cura entregó a feligreses y allegados con los nombres de los 44 congresales votantes de la normativa en contra de los intereses de la Iglesia Católica

Las repercusiones sobre el cura enojado no tardaron en detonar sobre la realidad del Estado. Más allá del repudio generalizado, casi total, sobresalió la declaración de un vocero de la diócesis de Providence, de la que depende la parroquia Sagrado Corazón de West Warwick, quién aseveró que las determinaciones que se designan es potestad de cada párroco a cargo de su iglesia local.

La diócesis ya había desplegado una severa discusión tras revelarse que la institución religiosa había invertido 10 millones de dólares en un lobby en contra de la legislación que resguarda a las víctimas de abuso infantil.

El cura en cuestión, el sacerdote Bucci, cerró aquella entrevista exhortando a que sus conductas están regidas por “la enseñanza de la Iglesia: la Ley Canónica de la Iglesia, el Concilio Vaticano II y el Primer Catecismo de la Iglesia. No sé qué más evidencia debería presentar», expresó.

Es decir, la misma plataforma cuyas normas lo habilitan a ser nombrado «Médico de almas» es la misma que le permitiría justificar de algún modo la aberrante práctica que cruza a toda la iglesia católica en el mundo y por la cual progresivamente se halla cada vez más encerrada: el abuso sexual sistemático perpetrado a niños, niñas y sujetos en estado vulnerable.



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