15/01/2020

Los machos y el cerdo

En la exclusiva Punta del Este, tiraron un chancho desde un helicóptero a la pileta del empresario Federico Álvarez Castillo, el dueño de la marca Etiqueta Negra. Debido a las críticas el empresario se justificó diciendo que le hicieron una broma de mal gusto. Sin embargo el hecho espectaculariza una acción de malatrato animal en primera plana, pero en su sustrato expresa la potencia violenta que constituye la masculinidad. Por ANRed


Podría tratarse de una excentricidad de millonarios. Usar un helicóptero para arrojar un ser viviente a una pileta, para hacer una broma. Lo cierto que no es una broma, ni siquiera de mal gusto como trató de justificarse Álvarez Castillo.

Se trata de un rito sacrificial, que expresa ni mas ni menos que la violencia machista. Un lenguaje compartido, un acto que a simple viste causaría «la gracia» de quienes ejecutan y quien filma con risas la situación. Todos comparten el mismo código violento, de no impactarse ni sensibilizarse frente a la caíada al vacío del animal, que si estaba vivo o no al momento de sacrificarlo, ya es penosamente anecdótico.

La antropóloga argentina Rita Segato define que la masculinidad es un mandato que exige a los varones que constantemente pongan a prueba sus atributos: potencia bélica, potencia sexual y potencia económica «el mandato de masculinidad es un mandato de violencia, de dominación, el sujeto masculino tiene que construir su potencia y espectacularizarla a los ojos de los otros. O sea, la estructura de la masculinidad, la estructura de género, la estructura del patriarcado son análogas a la estructura machista. Son como el guante a la mano. El mandato de masculinidad le dice al hombre que espectacularice su potencia ante los niños, ante los compañeros, ante los primos, ante los hermanos, delante de los ojos del padre, en sociedad.”

La relación entre varones, expresa este mandato de masculinidad afirma Segato, y las mayores violencias sobretodo hacia las mujeres y niños, y en este caso animales, ocurren cuando los varones están en bandas,  porque algo tiene que ser probado, tiene que ser demostrado: la capacidad de crueldad ante los ojos de los otros, de los pares, de lo que Segato llama la «cofradía masculina”.

Desmontar este mandato es indispensable para desinstalar las violenecias. El feminismo expone perfectamente este tipo de situaciones, que en otro tiempo quizas no serían noticiables, o pasarían desapercibidas.

Hoy es tiempo de cambio. Es tiempo de no tolerancia a estas exposiciones públicas de poder y violencia. Lo que sucedió tiene nombre y se llama maltrato animal y su consecución debe repudiarse como cualquier violencia.



1 comentarios

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  1. Laura · 2020-01-15 23:11:38
    Repudio y castigo a los participantes!

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