02/09/2019

Fracasado

Ayer el gobierno de Mauricio Macri bajo su última bandera. El anuncio de la vuelta al cepo o al «control de capitales», como lo llamó el flamante ministro de Hacienda Hernán Lacunza, es un manotazo desesperado para cumplir mandato hasta el lejano diciembre. La derrota en las PASO pulverizó la débil legitimidad que tenía un gobierno azotado por la caída en todos los indices económicos y desató una corrida bancaria que todavía no paró. Cambiemos fue sumando fracaso tras fracaso: ni «pobreza cero», ni «lluvia de inversiones» y, ahora, la vuelta a la restricción de la divisa extranjera. Por ANRed.


El 1 de marzo del 2016 el presidente Mauricio Macri anunciaba por redes sociales que se terminaba el cepo: «Levantamos el cepo y todas las restricciones cambiarías sin que ocurriese ninguna de las desgracias pronosticadas». La medida pregonaba la nueva ola de un proyecto liberal en puerta. Quienes pedían poder disponer de dólares para viajar a Punta del Este o simplemente equiparaban poder acceder a la divisa extranjera con un acto de libertad veían consagrada una promesa. El paso siguiente para lograr una economía «integrada al mundo» era la llegada de la «lluvia de inversiones». Para ello se dispuso la quita de retenciones, impuestos y otros beneficios a los grandes capitales. La historia dijo otra cosa.

Ayer, domingo 1 de septiembre, el gobierno debió exponer su fracaso: volver al control de cambios en medio de una escalada del dólar que supero los $60. Restringir la compra de dólares y liquidaciones cuando la economía trastabilla cerca del abismo. El anuncio, mediante un decreto de necesidad y urgencia (DNU), busca contener las fugas de capitales que en la última semana alcanzo casi 5 mil millones de dólares, y una caída de reservas del Banco Central, que en el mes de agosto cayó en casi 14 mil millones de dólares.

«Quiero que me juzguen por si pude o no pude reducir la pobreza», dijo Mauricio Macri al iniciar su gestión bajo el eslogan «Pobreza Cero». Tras cuatro años de la gestión Cambiemos la pobreza se extendió por encima del 35%, cifra alarmante acompañada por una desocupación que alcanzo los dos dígitos. En los últimos 12 meses se registró la pérdida de 172.200 puestos, sólo de empleos formales, y el riesgo país superó los 2500 puntos.

El anuncio de ayer fue una medida desesperada que va en contra de los preceptos de un gobierno que está en el ocaso. La transición hasta diciembre está muy lejos, la más extendida desde la vuelta a la democracia. Las PASO, que debían ser un primer ensayo para ajustar las clavijas de octubre, terminó por derrumbar el castillo de naipes sostenido bajo la ilusión de los medios de comunicación hegemónicos y la realidad virtual de las encuestas.

La entrada al default, maquillada como «reperfilamiento», disparó la última corrida en agosto, que todavía no paró. La escalada del dólar liquida salarios y empobrece aún más a la población, golpeada por la desocupación y la permanente inflación.

Algunos ven amenazadas la estabilidad institucional en medio de la debacle económica. Las acusaciones de conspiraciones desestabilizadoras que parten del oficialismo muestran la fragilidad con que se sostienen en el poder. ¿Cuándo y cómo se contendrá la sangría de dólares al exterior? ¿Hasta dónde llagará el gobierno con las medidas restrictivas? ¿Llegará el desembolso del FMI programado para este mes de 5.400 millones de dólares, determinante para pagar los vencimientos de deuda en bonos? ¿Cuál será el desenlace de esta incertidumbre económica? Todo indica que está semana será clave.



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