17/03/2019

Quintero-Puchuncaví: del sufrimiento ambiental, a la resistencia territorial

Complejo Industrial Ventanas. Foto: La Tercera

Durante el año 2018, Quintero y Puchuncaví estuvieron al centro de la palestra pública chilena por el movimiento socioambiental que se levantó localmente en el territorio. Este surgió como respuesta a la emergencia ambiental que se vivó –y se continúa viviendo– en la zona. Frente a ella, el gobierno se ha demostrado incapaz de generar un plan efectivo que privilegie el derecho a la vida de las personas por sobre los intereses empresariales y económicos. Por Gonzalo Peña Barriga y Fernando Díaz Jorquera. Kutral. Área de Territorialidades.


La historia de contaminación de la zona se agudiza en la década del 1960, cuando la Corporación Nacional del Cobre (Codelco) se instala finalmente en la bahía tras un debate inter-regional, debido a la gran proximidad del área con los puertos marítimos. Desde ahí hasta la actualidad se ha creado un gran complejo industrial, que si bien ha ayudado económicamente a algunas de las personas que habitan en la región y proporciona gran parte de la energía eléctrica de la zona centro del país, ha generado un daño profundo y silencioso en el territorio y en la salud de las personas. En este sentido, han sido más de 50 años de operación indiscrimnada de puertos, refinerías, termoeléctricas, fundiciones y otras industrias, configurando un parque industrial que está compuesto por: la planta de fundición y refinería Codelco, cuatro termoeléctricas de Aes Gener y una de Enel, la planta de Gasmar y el terminal marítimo de GNL Quintero, el terminal marítimo y planta de resinas de Oxiquim, el puerto Ventanas, la planta de lubricantes Copec, el terminal de combustible y asfalto Cordex, el terminal de acopios de Cementos Melón, y las refinerías de Enap.

En la década de 1990 se comenzó a evidenciar con gran fuerza el sufrimiento ambiental provocado por la sobre industrialización de la bahía, situación que se tradujo en la visibilización de reiterados casos de intoxicación, continuos varamientos de carbón, aumento de las estadísticas asociadas al cáncer y derrames de petróleos que han afectado al territorio. La situación ha continuado empeorando a pesar de la declaración del área como zona saturada y los planes de descontaminación asociados, debido a la continua llegada de proyectos empresariales.

Es la intención del presente escrito realizar un breve repaso por el tránsito desde la instalación de la industria contaminante en la zona, hasta los procesos de movilización social del año 2018 y sus proyecciones futuras para el 2019.

La instalación de la industria y su normalización

Quintero y Puchuncaví son dos comunas cuyos centros urbanos se encuentran ubicados de manera muy cercana al borde costero. Es precisamente esta localización uno de los factores que determinó la instalación del Centro Industrial Ventanas en el lugar: se argumentó que las corrientes de viento, predominantes en el lugar, podrían ayudar a ‘arrastrar’ en dirección al oceano la contaminación generada por las labores industriales.

Antes de la llegada del complejo industrial, el área estaba dedicada principalmente a la pesca artesanal y a la agricultura (Ministerio del Medio Ambiente, 2016). Sin embargo, y bajo la lógica de impulsar un desarrollo nacional que permitiese potenciar el mercado interno y el desarrollo del sector secundario de la economía (manufactura), se empieza a otorgar una participación al Estado en la creación de proyectos industriales que se propusieran lograr conseguir los objetivos del recién mencionado desarrollo. Primero se instaló en la zona una termoeléctrica de Chilectra en 1958; posteriormente lo haría la Fundición Ventanas de la Empresa Nacional de Minería (Enami) en 1964. El diario El Mercurio de Valparaíso señalaba al respecto:

“Los vecinos deben mirar este problema con ánimo patriótico y aceptar algunos sacrificios: de otra manera no se podría instalar la Fundición en ninguna parte del país. Las naciones que se han industrializado han aceptado estos sacrificios. Es el precio del progreso. La lluvia es indispensable para la agricultura, pero cuando llueve algunos tienen que mojarse” (El Mercurio de Valparaíso, 1957a).

La decisión de industrializar la zona no estuvo exenta de respuestas por parte de, como bien documentan Buschmann y Jacob (2012), personas agricultoras que escribieron cartas a Enami argumentando que en la zona esta actividad era de vital importancia, no debiéndose instalar la Fundición Ventanas en el territorio. Estos argumentos fueron igualmente descartados por el recién citado medio, durante el mismo año:

“Siguen llegando a Enami solicitudes emanadas de personas sin la preparación técnica necesaria, que opinan a favor o en contra de tal o cual ubicación para la fundición y refinería de cobre, de cuya acertada ubicación depende el porvenir minero de la zona central del país. Creen los firmantes que una visita tal vez muy superficial impidió a la comisión técnica valorar la importancia agricultora de la zona de Quintero. No hay tal, los técnicos conocen la producción agropecuaria de la región y la aprecian en todo su valor” (El Mercurio de Valparaíso, 1957b).

Posterior a la instalación de la Fundición Ventanas en el área, la cantidad de notas de prensa que cubrían la temática comenzó a descender: los grupos económicos y políticos que pugnaban por la instalación del proyecto industrial en el área ya habían logrado su objetivo (Buschmann y Jacob, 2012). Esta dinámica de desaparición de las referencias a los proyectos industriales se asentaría aún más con la instalación de la dictadura cívico-militar chilena desde el año 1973 en adelante, rechazándose la posibilidad de que las críticas provenientes desde las acciones sociales llegaran a la palestra pública, en el marco de una profunda crisis de la libertad de prensa y de expresión que afectó de manera particular al tratamiento del conflicto socioambiental en Quintero-Puchuncaví (Sabatini, Mena y Vergara, 1996). Si a esto se le suma el hecho de que la Fundición Ventanas empleó a personas que vivían en el sector, se produjo una situación de naturalización y habituación frente a la contaminación ambiental.

Los efectos en la salud de una contaminación silenciosa: los hombres de verde

Habituarse a la contaminación tiene sus costos. Lentamente, las personas expuestas a los agentes nocivos se van enfermando. Un triste ejemplo de aquello son los denominados ‘hombres de verde’, personas que sufren los efectos de una grave contaminación por metales pesados: sus cuerpos llenos de costras de heridas y llagas, e incluso sus órganos internos, presentan tonalidades verdosas producto de la presencia de cobre, plomo, arsénico y/o mercurio que absorvieron con el pasar de los años.

El envenenamiento por presencia de metales pesados en el organismo es silencioso. Pueden pasar años antes de que siquiera se presente algún síntoma de manera activa. Sin embargo, tras manifestarse, el sufrimiento que conlleva la contaminación no solo afecta a quien esta viviendo el envenenamiento, sino que también a todo su entorno. En el caso de Quintero-Puchuncaví esto se reflejó en los trabajadores de Enami, quienes se expusieron a los contaminantes de manera directa durante largas y peligrosas jornadas laborales. Como relató a un medio de difusión nacional Luis Pino, ex empleado del área de control de calidad de la empresa:

“Oiga mi caballero, yo vi morir personas quemadas en los hornos de la fundición y nadie se hace responsable de esos casos. Trabajábamos 60 horas al mes, no sabíamos ni de sábados, domingos ni menos de festivos. Nos pagaban, pero si alguien faltaba al turno, nos obligaban a quedarnos” (Radio Uchile, 2017).

Como bien señala el mismo medio, los ‘hombres de verde’ sufren de “enfermedades cardiovasculares, cáncer, piel ajada, un promedio de muerte de 53 años y [de] ningún aporte de la empresa Enami para los trabajadores dañados. Más de 250 operadores muertos luego de trabajar por décadas sin ninguna medida de protección: [esta es] la realidad de los ancianos de la zona de sacrificio” (Radio Uchile, 2017). De este modo, desde la instalación industrial que comienza en 1957 hasta la finalización del periodo dictatorial en 1990, las personas que trabajaban en las industrias no podían sino continuar realizando faenas, bajo el entendimiento de que el trabajo dignificaba tanto a la familia, como aportes generaba para el desarrollo nacional. Como relata a un diario local Eliana Morales, viuda de un difunto ‘hombre de verde’:

“Raúl Lagos Bastías estaba enamorado de la Fundición Ventanas. Ingresó en el año 1965 a trabajar y sus vecinos lo consideraban un privilegiado por el progreso en una zona prácticamente muerta. Allí pasó 25 años plenos. A pesar de que siempre llegaba con un sabor ácido en el paladar, de que la almohada de [la] cama quedaba verde al despertar en las mañanas y [que su] ropa estaba sucia y tóxica al ser lavada, Raúl se sintió agradecido por su suerte laboral una vez que cumplió su último día de trabajo en la Fundición (…). Diez años después de haberse retirado empezó a perder la memoria (…). Después, bajó drásticamente de peso y comenzó a sentir dolores horribles que lo hacían gritar. La contaminación de metales pesados, hasta ese momento inactiva, se había apoderado de su cuerpo. Estaba condenado a morir de una manera horrible. Mi esposo se descomponía por dentro. Tenía un dispensador de morfina y no tenía efecto alguno. Murió pesando 35 kilos” (La Estrella de Valparaíso, 2011).

La declaración de zona saturada. La dinámica de espera institucional-estatal

Tras más de 30 años de continuo y silencioso envenenamiento que afectó de manera directa la población local, el 09 de diciembre de 1993 se declara a a una porción del territorio (Ventanas) como una zona saturada de anhídrido sulfuroso y material particulado. Esta declaración llega dentro de un periodo de tiempo comprendido dentro de los primeros cinco años respecto al final de la dictadura cívico-militar chilena, situación que permitió una mayor visibilización del ya acallado y habituado sufrimiento ambiental (Buschmann y Jacob, 2012).

En este sentido, el fin de la dictadura cívico-militar abrió más posibilidades a la difusión de posturas críticas respecto a la contaminación ambiental:

“En todas partes el tema ecológico ha ido ganando espacio. Antes apenas se hablaba, hoy nadie puede dejar de mencionarlo. Lo que pasa es que ahora los problemas del medio ambiente nos tocan directamente, nos afectan la salud y la calidad de vida que queremos” (El Observador de Quillota [en Buschmann y Jacob, 2012]).

En marzo de 1994 se aprobó también la ley 19.300, que se refería a la puesta en marcha de la primera institucionalidad ambiental del país a través de la Ley General de Medioambiente. Este nuevo ordenamiento jurídico, si bien deficiente, tuvo una primera repercusión concreta en la vida de las personas que vivían en el área de Quintero-Puchuncaví: las faenas de Enami se encontraron detenidas durante dos semanas, con la finalidad de adecuar su funcionamiento a las normas que impusiera la nueva ley (Ministerio del Medio Ambiente, 2016). Sin embargo, y como continúa siendo la tónica hasta el día de hoy, la fiscalización realizada a los proyectos ambientales –ya sea los planificados o los que están actualmente en ejecución– es de carácter eminentemente individual. Ello quiere decir que la repercusión ambiental y social de cada industria es leída de manera aislada, no considerándose la suma de contaminaciones producidas por el total de empresas presentes en determinados territorios.

Ello determina la aparición frecuentemente oportunista de los políticos de turno. Como bien es identificado en el documental “Aquí se respira lucha – Quintero y Puchuncaví”, las promesas de descontaminación son frecuentes; del mismo modo lo son los episodios de envenenamiento –ocho en los últimos diez años (El Desconcierto, 2018a)– y las movilizaciones sociales en contra de los efectos de la polución. Frente a cada una de las acciones colectivas de quienes se ven afectados, la respuesta estatal y privada apunta a la dilatación de los tiempos de conversación, de acción y de toma de decisiones:

“Cada cierto tiempo, aparecen las autoridades políticas de turno para prometer soluciones y contener las movilizaciones de la población, para que después todo pase al olvido: se debe volver al trabajo y la rutina, esa vida que nos permita costear la sobrevivencia. La bahía de Quintero, como muchas otras, ha pasado a ser uno de los patios traseros de Chile, donde las y los habitantes han aguantado de todo, en pos del tan ansiado y esquivo desarrollo, promesa que pareciera no llegar nunca” (Resumen TV, 2018).

Territorios y soberanía. Las acciones actuales frente al sufrimiento ambiental

Uno de los principales puntos de inicio de la movilización territorial del 2018 encuentra su fundamento en la intoxicación masiva de habitantes del área, que afectó principalmente a niñas, niños, jóvenes y a personas ancianas. A fecha del 24 de agosto de 2018, 130 personas se encontraban afectadas por ‘peaks’ de polución ambiental (El Desconcierto, 2018a)… ¡Tan solo un mes después, la cantidad de casos que llegaron al hospital había ascendido a 1.045! (El Desconcierto, 2018b). Como bien señala un estudiante de primaria de la Escuela La Greda:

“A nosotros nos prometieron [tras una intoxicación masiva] en el 2011 que nos iban a cambiar de colegio y nos dijeron que no iba a volver a pasar un episodio de contaminación. Que nunca más iba a volver a pasar, y han pasado varias veces ya desde que nos dijeron eso. Y nunca se cumplió” (Resumen TV, 2018).

Es en este contexto en que las movilizaciones territoriales del 2018 cobran vital relevancia. Las acciones sociales de las personas involucradas lograron apelar a la solidaridad de otros territorios, incluso de aquellos ubicados fuera de la Región de Valparaíso. A ojos del imaginario nacional previo al 2018, el área local estaba siendo entendida como un balneario sin indicios de contaminación. Sin embargo, se logró instalar la idea de que el territorio está contaminado y que es necesario fortalecer la acción colectiva tanto en la esfera local, como en relación a la construcción de lazos con otros territorios en resistencia.

En este sentido, podemos decir que la situación de sufrimiento, espera y abandono colmó los ánimos y la paciencia de las personas. Por ejemplo, por primera vez en la historia de Quintero-Puchuncaví, una plaza ubicada en el centro cívico de la ciudad –a escasos metros del municipio– fue tomada durante más de dos meses, rebautizándose como “Plaza de la Dignidad”. Ello refiere a una interesante expresión de organización movimental ciudadana, que deja en claro un ejercicio de tensionamiento a la pasividad e indolencia con la que el Estado chileno, ya sea a nivel de gobierno central como local, adormece y daña al territorio y sus habitantes, tal como sucede con Villa Inflamable en Argentina (Auyero & Swinstun, 2008).

Es en el contexto de esta agudización de las críticas propuestas por la acción colectiva de la ciudadanía en que Alejandro Castro, Secretario del Sindicato de Pescadores Artesanales S-24 de Quintero, aparece muerto en Valparaíso después de finalizada una movilización que se posicionó en contra del desastre ambiental que azota a Quintero y Puchuncaví desde hace más de 50 años. Los llamados que él realizaba apuntaban, concretamente, al potenciamiento de posturas y acciones críticas, organizadas y solidarias respecto a la realidad contaminante que continúa rodeando al territorio donde vivía antes de aparecer muerto:

“Hoy día convocamos a protesta en la localidad, debido a la poca respuesta que ha dado el gobierno de Chile. Queremos también hacer un llamado a nivel nacional para que todos los compañeros se organicen, y comiencen a defender la vida como estamos haciendo nosotros acá, en este territorio” (Werken Rojo, 2018).

“Todo el aguante a los compañeros, a nivel nacional, a nivel internacional… Que se levanten y no dejen que los pisoteen nuevamente” (Periódico El Pueblo, 2018).

Organización, defensa, aguante, no dejarse pisotear y resistencia. En esas ideas se fundamentan los pasos que nos pueden llevar desde una situación de habituación al sufrimiento ambiental, a una resistencia territorial que nos permita cambiar las condiciones actuales de vida. Los desafíos para este 2019, creemos, van en la línea de pensar qué prácticas críticas se pueden extraer de las acciones movimentales locales, para así ir nutriendo nuevas tramas y preguntas de los movimientos sociales. A pesar de lo realizado durante el año 2018, la contaminación ambiental continúa siendo una realidad experimentada día tras día por las personas que viven –a la vez que sufren– el territorio. El revisar las huellas de lo ya realizado podrá facilitar el abrir el encuentro de otras experiencias y formas de trabajo futuras, que tendrán repercusiones a nivel de los conflictos medioambientales que nos rodean a quienes vivimos en el sur global.

Referencias bibliográficas

Auyero, J., Swinstun, D. (2008). Inflamable. Estudio del sufrimiento ambiental. Buenos Aires: Paidós

Buschmann, J., Jacob, D. (2015). Arqueología de una controversia: El Centro Industrial de Ventanas. Recuperado desde https://www.nomascarbon.cl/wp-content/uploads/2015/08/arqueologiaquintero.pdf, el 07 de febrero de 2019.

El Desconcierto. (2018). Más de 1000 casos de intoxicación en Quintero y Puchuncaví. Recuperado desde https://www.eldinamo.cl/ambiente/2018/09/26/mas-de-1000-casos-de-intoxicacion-en-quintero-y-puchuncavi/, el 20 de febrero de 2019.

El Desconcierto. (2018a). Zona de sacrificio: Habitantes de Quintero y Puchuncaví han sufrido otros 8 episodios de intoxicación en 10 años. Recuperado desde https://www.eldesconcierto.cl/2018/08/24/zona-de-sacrificio-habitantes-de-quintero-y-puchuncavi-han-sufrido-otros-8-episodios-de-intoxicacion-en-10-anos/, el 20 de febrero de 2019.

El Mercurio de Valparaíso. (1957a). La Fundición. Recuperado desde https://www.nomascarbon.cl/wp-content/uploads/2015/08/arqueologiaquintero.pdf, el 17 de febrero de 2018.

El Mercurio de Valparaíso. (1957b). La Fundición: misión cumplida. Recuperado desde https://docplayer.es/64732164-Arqueologia-de-una-controversia-reconstruccion-historica-del-centro-industrial-de-ventanas.html, el 17 de febrero de 2018.

La Estrella de Valparaíso. (2011). Hablan las viudas de “Los hombres verdes” contaminados en Ventanas. Recuperado desde https://www.soychile.cl/Santiago/Sociedad/2011/07/02/24568/Hablan-las-viudas-de-Los-hombres-verdes-contaminados-en-Ventanas.aspx, el 20 de febrero de 2019.

Periódico El Pueblo. (2018). Alejandro Castro: «¡Que se levanten y no dejen que nos pisoteen!». Recuperado desde https://www.youtube.com/watch?v=im0Ev3pwbn8, el 20 de febrero de 2019.

Radio Uchile. (2017). Hombres de verde: El costo de la minería en los cuerpos de los trabajadores. Recuperado desde https://radio.uchile.cl/2017/01/07/hombres-de-verde-el-costo-de-la-mineria-en-los-cuerpos-de-los-trabajadores/, el 15 de febrero de 2019.

Resumen TV. (2018). Documental Aquí Se Respira Lucha – Quintero y Puchuncaví. Recuperado desde https://www.youtube.com/watch?v=O8yCjN1KDsM, el 15 de febrero de 2019.

Sabatini F., Mena, F. & Vergara P. (1996). Otra vuelta a la espiral: El conflicto ambiental de Puchuncaví bajo la democracia. Recuperado desde http://porelbuenvivir.cl/wp-content/uploads/2015/12/13.-Conflicto-Ambienta-Puchuncavi-Bajo-la-Democracia.pdf, el 11 de febrero de 2019.

Werken Rojo. (2018). Chile – Quintero: habla Alejandro ,Castro líder de la protesta de Quintero que apareció muerto. Recuperado desde https://werkenrojo.cl/chile-quintero-habla-alejandro-castro-lider-de-la-protesta-de-quintero-que-aparecio-muerto/, el 20 de febrero de 2019.



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