28/09/2016

El aborto a través de los encuentros de mujeres

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Teniendo en cuenta que se lanza por segunda vez la Cátedra Libre de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en la Facultad de Ciencias Sociales – UBA, y que a principios de octubre se realizará el Encuentro Nacional de Mujeres, en Rosario, en esta nota se rastrea el mapa de ruta de la lucha por el aborto voluntario que llevaron adelante las mujeres durante los 31 años de encuentros. Por Mabel Bellucci*


En la Argentina, el impulso más rotundo para una mayor apertura y lanzamiento de la batalla por el aborto voluntario quedó centralizado en el movimiento de mujeres, donde se conquistaron espacios en una lucha cuerpo a cuerpo contra los sectores de las derechas en sus más amplias expresiones. Así, en los Encuentros Nacionales de Mujeres (ENM) -eventos de magnitud no solo por la presencia numérica sino básicamente por la diversidad heterogénea de su composición- se manifestó por la despenalización del aborto, como un derecho a ganar.

En 1986, se gestó el primero en la ciudad de Buenos Aires, a poco de recuperada la democracia, entre el 23 y 25 de mayo, en el Centro Cultural San Martín. Nadie imaginó que con el correr de los años se iba a convertir en una cita ineludible, federal y sumamente masiva y transformadora. Entre sus peculiaridades que marcaban un camino a descubrir, a la hora del plenario -en las conclusiones de cierre- apareció la demanda de la despenalización del aborto junto con otras cuestiones vinculadas al movimiento feminista en el nuevo contexto histórico que se abría con la post-dictadura.

La integrante de la agrupación ATEM-25 de noviembre, Magui Bellotti, consideraba que «en el Encuentro Nacional de Mujeres de Córdoba, en 1987, el tema del aborto fue abordado con mayor profundidad que en el de Buenos Aires, principalmente en las comisiones de Salud, Familia y Adolescencia y Juventud, con propuestas de legalización y gratuidad.”[1]

Hasta ese momento, los encuentros tenían un carácter más formal, casi como una presentación en público. Entonces, los asuntos que giraban hacia una mayor radicalidad comenzaron a debatirse en talleres «alternativos”, impulsados por activistas feministas, y armados en paralelo a los «oficiales” establecidos por la Comisión Organizadora de cada encuentro. Numerosas participantes recordarán que, al principio, cuando se inauguró un espacio solo para debatir en torno a la sexualidad, se generaron acalorados altercados, sin que hubiera aún una exigencia por la apertura a diversos talleres específicos. De allí que el contenido de las conclusiones manifestaba una masa indistinta aprisionada dentro de un mismo paraguas, es decir: la heterosexualidad, la anticoncepción, el lesbianismo, el derecho al placer y el aborto integraban por igual, un combo.

Hacia junio de 1988, en el III° ENM de Mendoza, por fuera de la programación estipulada se desarrollaron diversos talleres «alternativos”, tales como los de aborto, heterosexualidad y lesbianismo. Todos ellos tuvieron una dinámica diferente al congregar una mayor participación y posibilidad de reflexión. Por ejemplo, la referente principal de la Comisión por el Derecho al Aborto (CDA), Dora Coledesky, relataba su experiencia en esta actividad: «Se hizo con una autoconvocatoria, en la cual colaboraron Mabel Gabarra, abogada y militante feminista, y Carmen González, abogada radical. Concurrieron alrededor de cincuenta compañeras”.[2] Finalmente, se remató con las siguientes conclusiones que se leyeron en el plenario de cierre: «El derecho al libre ejercicio de la sexualidad por parte de las mujeres como un derecho humano, y a disponer de nuestro propio cuerpo. Por una anticoncepción segura, sin riesgos secundarios y compartida. Distribución gratuita y pública de anticonceptivos. Por la despenalización del aborto previo a la nueva ley. Exigimos al derecho al aborto público, gratuito, sin límites de edad o nacionalidad en hospitales nacionales y municipales, sin alegación de causas. Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.[3]

A partir de 1989, en el IV° ENM llevado a cabo en Rosario, la sexualidad femenina por fuera de la lógica heteronormativa se incorporó de manera decisiva en el debate de los futuros eventos. Al año siguiente, el 6, 7 y 8 de abril, un grupo de feministas independientes y otras integrantes de agrupaciones resolvieron celebrar los veinte años de la Segunda Ola del feminismo en la Argentina. Como parte de las propuestas se realizó la I° Asamblea Nacional de Mujeres Feministas, realizada en Mar del Plata. Su programa fue generoso y extenso en cuanto a visiones, balances, propuestas y proyectos. No obstante, en el «Taller de las prácticas y concepciones feministas” relacionado con la sexualidad se nombró al pasar el aborto ilegal. Fue una pregunta que dejó pendiente un interrogante»¦ Por lo visto, se había avanzado más en los ENM que en aquel espacio feminista por excelencia.

En 1990, en Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, aconteció el V° ENM. Allí, la CDA organizó actividades al aire libre. A la vez, constituyó un panel de discusión con temáticas generales sobre sexualidad, para luego desembocar en el uso de métodos anticonceptivos y en la práctica abortiva. Afuera del aula acompañaba la clásica mesa en donde se exhibían tanto materiales propios como de otras agrupaciones amigas. Además, se anunció una encuesta preparada por dicha colectiva con el objetivo de sistematizar más adelante sus resultados. Y como quien no quiere la cosa, se presentó el video Calladita la boca, escrito y dirigido por Adriana Yurcovich, quien entrevistó a todas las integrantes de la CDA[4].

Día de la Lucha por el Aborto en América Latina

Tres mil mujeres de todos los tamaños, edades, regiones y sectores sociales -en representación de 38 países de nuestro continente y de otros también- se reunieron la noche del domingo 18 de noviembre de 1990 en la plaza central del balneario San Bernardo. Allí, dieron comienzo al Vª Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Juntas o separadas debatieron acerca de todo lo que se pudiese suponer y mucho más. Por ejemplo, en el Taller sobre Aborto, organizado por la Comisión por el Derecho al Aborto (CDA) de Argentina y por las Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) de Uruguay junto con feministas procedentes de Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay y Perú. A raíz de la propuesta de un grupo de brasileñas, se acordó elegir el 28 de septiembre como «Día de la Lucha por la Despenalización y Legalización del Aborto en América Latina.[5] La designación de esa fecha no fue casual ni caprichosa, ya que se conmemoraba en aquel país la resolución de la «libertad de vientres”, sancionada en 1888. Para las latinoamericanas, ese acontecimiento representó un símbolo: «Libertad de vientres. Libertad de esclavos. Legalización del aborto. Libertad de la mujer para decidir”.

Para lograr la legalización en todo el continente proponían un número de acciones a cumplir a corto y largo plazo: «1. Crear comisiones por el Derecho al Aborto en cada país y/o apoyar a las ya existentes. 2. Formar La Coordinadora Latinoamericana y del Caribe para la movilización por el Derecho al Aborto. 3. Lograr el apoyo de las mujeres de los países que ya cuentan con este derecho en la práctica”.[6] El 24 de noviembre, con un sinnúmero de muñecos con sombreros de brujitas y unos estandartes que preconizaban «El cuerpo es mío”, «Para no morir aborto legal”, «Nosotras parimos, nosotras decidimos” que se movían al son de tambores, una marcha de cinco mil mujeres por las calles Buenos Aires clausuraba este encuentro multitudinario latinoamericano.[7]

Todo a su medida y armoniosamente

Mientras tanto, en los sucesivos ENM, la demanda del aborto obtuvo un mayor consenso y su tratamiento transversalizó la discusión en los más diversos talleres, pero aún sin el empuje necesario para arrojarse a conquistar el famoso cuarto propio. En 1991, en el VI ENM organizado en Mar del Plata, la CDA sesionó en el hall de la Facultad de Ingeniería con la instalación de un stand que sirvió para el intercambio con mujeres de las distintas provincias del país. Se propuso el tema del aborto en talleres vinculados a salud, derechos humanos, violencia, religión. En una nota publicada en Nuevos Aportes sobre Aborto, octubre- noviembre de 1991, relataban sus impresiones: «En los talleres de salud hubo un pronunciamiento masivo por la legalización del aborto, por su atención gratuita en hospitales, e hicieron suyo nuestro lema”. Al año siguiente, el 1, 2 y 3 de mayo se repitió la «II Asamblea Nacional de Mujeres Feministas”, llevada a cabo de nuevo en Mar del Plata. En el taller «Balance de las Concepciones Prácticas Feministas en relación al Cuerpo”, el aborto se mantuvo en silencio. Apareció nombrado en el punto «Aprendizaje de la sexualidad”, nada más. Inclusive, en la asamblea anterior tuvo una considerable apertura desde el momento en que se enunciaba «aborto y apropiación del cuerpo de las mujeres” y además se incluía la noción reproducción-anticoncepción. Por lo visto, se debería encontrar una respuesta que explique esta notable ausencia.

El 10, 11 y 12 de octubre de 1992, se abrió el VII° ENM en Neuquén. Desde el inicio hubo una insistencia de organizar un ámbito propio, propuesta que generó acaloradas peleas por el punteo de resoluciones en torno a la anticoncepción y el aborto. El 12, 13 y 14 de junio de 1993 se abrió el VIII° ENM en Tucumán. Como era de esperar, la CDA convocó a un taller específico. No conforme con ello, siete de sus integrantes también intervinieron en otros relacionados a salud, crisis global, pobreza y exclusión con el objetivo de instalar dicha demanda. De acuerdo a un documento escrito para la ocasión, a ellas les urgía preparar una nueva encuesta para entregar los resultados en las próximas actividades.[8] Según, testimonio de Magui Bellotti, «El debate alcanzó sus puntos más alto en el IX° ENM de Corrientes, en 1994, con una interesante muestra callejera organizada por la Comisión por el Derecho al Aborto”.

Seguramente, en esta coyuntura incidió con fuerza la discusión instalada en la sociedad frente a la embestida autoritaria del gobierno de Carlos Menem, en 1994, hacia la Asamblea Constituyente junto con la jerarquía católica. El entonces Ministro de Justicia de la Nación, Rodolfo Barra, se proponía incluir la cláusula «el derecho a la vida desde el momento de la concepción a la muerte natural” en la nueva Carta Magna. Al finalizar el IX° ENM, se presentó una larga declaración con un apoyo masivo al reclamo de la apertura en un futuro próximo, de espacios específicos como parte de una exigencia que era cada vez más imperiosa.

Necesario pero no suficiente

Pese a todo lo avanzado, no obstante, el aborto siguió encerrado dentro de los planteles «alternativos” al no integrarlo en los programas «oficiales” por las distintas comisiones organizadoras de cada evento. Finalmente, en 1995, durante el X° ENM realizado en Jujuy, se constituyeron talleres bajo el nombre «Anticoncepción y Aborto”. Sin dudas, se había ganado una batalla nada menor luego de haber sido tratado durante años en espacios relacionados a salud como una cuestión más y sin la especificidad que adquirió tiempo después. Para esta ocasión, la CDA preparó un poster bajo el título: «La ofensiva de la Iglesia y nuestros derechos humanos básicos como mujeres”, en donde se detallaba las conquistas que se celebraban a lo largo de los ENM en torno a la anticoncepción, al aborto así como al soporte legal para efectivizar su práctica en los hospitales públicos. Hacia fin de año, se presentó en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de ley sobre salud reproductiva. Ante la ofensiva de los sectores conservadores, el planteo del aborto volvió a colocarse en el centro de la discusión pública.

Paradójicamente, en el XI° ENM de Buenos Aires, en 1996, tal debate quedó subsumido y diluido frente al carácter centralizador que adquirió el apoyo a dicha ley. «Por lo tanto, la apertura de un taller sobre salud reproductiva fue el resultado de una política conscientemente dirigida en ese sentido por un sector del feminismo y del movimiento de mujeres”, proponía Magui Bellotti.[9]

Al año próximo, en el XII° ENM, acontecido en San Juan, el aborto volvió a provocar una fuerte divisoria de aguas entre el movimiento de mujeres y un número significativo de instituciones públicas y privadas de la provincia, que respondían a los dictados hegemónicos de la iglesia católica. Tanto es así que mujeres del Partido Justicialista (PJ), de la Unión Cívica Radical (UCR), de la iglesia pentecostal, la evangelista bautista junto con organizaciones no gubernamentales otorgaron su apoyo incondicional.[10] Así, «la Liga de Madres de Familia”, «Acción Católica”, «Pro-Vida”; «Pro-Mujer” y «Conciencia” fueron las convocantes de un encuentro paralelo al ver que la ofensiva contra el oficial no lograba impedir su concreción. Todas ellas terminaron agrupadas bajo el lema «Sí a la vida.” Era la primera vez en la historia de los encuentros que sesionaba otro en simultáneo. No obstante, en el oficial el aborto se circunscribió a unos pocos espacios mientras que los relacionados al tema de salud reproductiva tuvieron un número revelador de talleres. De esta manera, las activistas aborteras debieron lidiar con dos frentes que no dejaron lugar para que fuese tratado con la particularidad que entraña. Por un lado, estaba el contrincante histórico y, por el otro, un nuevo desafío florecía en el horizonte: el concepto de salud reproductiva. La experiencia demostraría que no siempre hablar sobre derechos reproductivos significa hablar sobre aborto.

El 9, 10 y 11 de octubre de 1999, en el XIV° ENM, organizado en San Carlos de Bariloche, la CDA planteaba que «la fuerza de los encuentros tienen que traducirse en acciones concretas a nivel nacional. Para ello es necesario organizar una Coordinadora a nivel Nacional”.[11] Al llegar al XVI° ENM celebrado en la ciudad de La Plata durante los días 18, 19 y 20 de agosto de 2001, se organizaron cuarenta talleres con tópicos similares a todos los anteriores, aunque se consignaron varios giros en lo que respecta al de «Anticoncepción y Aborto”. Esta vez, pasó a llamarse «Mujer y salud sexual y reproductiva”. Ante tamañas modificaciones sin antes haberlas acordado con los grupos comprometidos con la causa, se realizó una acción de repudio dirigida a la Comisión Organizadora de dicho evento frente al malestar que provocó no solo la sustitución enunciativa sino también el término «pareja” para el uso de los métodos anticonceptivos. Se exigía como dato imprescindible llamar a las cosas por su nombre sin eufemismos.[12]

Hacia el 16, 17 y 18 de agosto de 2003, se realizó el XVIII° ENM en Rosario. La pancarta violeta con la inscripción «Por el derecho al aborto libre y gratuito», en las escalinatas del Monumento a la Bandera, anticipó el eje del primer día para convertirse en un escenario clave frente a la demanda por el derecho a decidir sobre los cuerpos y la reproducción. Hubo un acto de apertura con más de 10 mil asistentes. A la tarde, en los talleres, resistieron la embestida de las católicas que concurrieron en masa para levantar la clásica consigna «del derecho a la vida a partir del momento de la concepción a la muerte natural”. Una de las novedades de este evento fue la «Asamblea por el Derecho al Aborto”, organizada por la CDA. Fue tan masiva la actividad que tenían que turnarse para poder escuchar y hablar en el aula magna de la Facultad de Ciencias Económicas. Allí, se debatían las «estrategias para un aborto legal y seguro” bajo la consigna de impulsar medidas de acción para avanzar y dejar de lado los cansinos debates que instalaban los sectores de la derecha recalcitrante.

Con la presencia de los grupos feministas del país, obreras de Brukman, de Zanón, de organizaciones piqueteras, trabajadoras estatales, estudiantes, diputadas nacionales como provinciales, numerosa cantidad de jóvenes, integrantes de partidos políticos de las izquierdas, de Madres de Plaza de Mayo y también independientes, todas ellas asistieron a una asamblea que reunió a más de 300 mujeres.[13] Se terminó proponiendo un «plan de lucha nacional por el derecho al aborto” que contenía los siguientes puntos: 1) Marcha nacional por el Derecho al aborto libre y gratuito. 2) Realizar primero una asamblea previa al Primer Encuentro. 3) Llevar a cabo el Primer Encuentro Nacional por el Derecho al Aborto libre y Gratuito. Firmaba «La Asamblea por el Derecho al Aborto”.

Mabel Gabarra fue una de las impulsoras más intensas para que este encuentro tuviese el impacto de provocar un punto de inflexión tal, sin posibilidad de marcha atrás. De allí que se recoge su evaluación a posteriori de los hechos: «Se organizó, por primera vez, en los Encuentros un taller de Estrategias para un aborto legal y seguro, propuesto por la Comisión Organizadora para que pudieran concurrir aquellas que peleaban por su legalización. La lucha frontal con las católicas que intentaron romper los talleres y agredieron con pancartas necias tales como «˜No a los anticonceptivos ni a los preservativos»™ también fue un elemento que colaboró para la gran difusión en los medios”.[14]La marcha de clausura se aglutinó atrás de la pancarta consagrada por la historia de luchas de estos años.[15]Ese cierre dio que hablar. Por ejemplo, para Alejandra Ciriza «por primera vez se usaron los pañuelos verdes que hoy son un símbolo. 10.000 mujeres de todos los sectores y extracciones recorrieron las calles al grito de: Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.[16] No hay duda que su uso se inspiró en el impacto producido por los pañuelos blancos del Movimiento de Madres de Plaza de Mayo.

Rápidamente, se convocó a un llamado masivo a diferentes organizaciones feministas y de mujeres de Buenos Aires, Rosario, La Plata, Córdoba, Mendoza y Neuquén para organizar una Asamblea que tuviera como objetivo: 1) por el aborto libre y gratuito; 2) elegir libremente nuestra sexualidad; 3) terminar con todo tipo de violencia y discriminación. Al año siguiente, en el XIX ENM en Mendoza, se resolvió de manera contundente consolidar las propuestas del taller de estrategias para el acceso al aborto legal, seguro y gratuito.

A partir de ese acontecimiento, se visibilizó una meta tan añorada: apostar, en un futuro próximo, a organizar una campaña a nivel nacional. Finalmente, la Campaña adquirió vida propia sobre la base de una diversa alianza federal que se alimentó a través del reconocimiento de la historia de las luchas por el aborto legal en Argentina, teniendo en cuenta las diferentes estrategias regionales. Y de esta manera, se presentó en sociedad hasta hoy.

[1]Bellotti, Magui . «Hacia un movimiento autónomo de mujeres: los encuentros nacionales”, n° 14, Buenos Aires, Brujas. 1988, p.26.

[2]http://abortolegalseguroygratuito.blogspot.com.ar
[3]Bellotti, Magui, Op. Cit, p.33.
[4] Calladita la boca” fue premiado con una mención honorífica por su coraje, valor testimonial e intención ética en el Concurso Nacional de Cortometrajes y Videos, abril de 1990.
[5] http://www.mujeresenred.net/spip.php?article1334.
[6] Declaración de San Bernardo. Volante de la Coordinadora por el Derecho al Aborto, Buenos Aires, 28 de septiembre 2000.
[7]Lejbowicz, Cyntia «Manifestación de 5000 feministas”, Buenos Aires, Clarín, 25 de noviembre, 1990. p.34.
[8]S/R. Documento VIII Encuentro Nacional de Mujeres en Tucumán. 12,13 y 14 de junio de 1993.
[9]Bellotti, Magui, Op. Cit.
[10]Carbajal, Mariana «Ocho mil voces levantadas”, Buenos Aires, Página 12, 10 de junio de 1997, p.26.
[11]Declaración de la Coordinadora por el Derecho al Aborto firmado por Dora Colesky, Safina Newbery, Beatriz López.
[12]S/R. Documento de la Coordinadora por el Derecho al Aborto, La Plata.2001.
[13] http://argentina.indymedia.org/news/2003/08/127934_comment.php
http://www.argentina.indymedia.org/news/2003/08/126885.php
[14]http://histeriqasmufasyotras.blogspot.com.ar/2005/09/rimaweb-aborto-despenalizacion-en.html.
[15] http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-24246-2003-08-17.html
[16] Ciriza, Alejandra «Sobre el carácter político por el derecho al aborto.30 años de luchas por el derecho a abortar en Argentina”, Op. Cit.p.79.



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  1. La fuerza de las voces del feminismo en América Latina | Mandala · 2021-02-16 04:34:38
    […] Los movimientos feministas latinoamericanos consiguieron articularse a nivel internacional celebrando el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en Bogotá en 1981. Los Encuentros fueron realizándose de forma periódica cada dos años y, lejos de ser espacios de conciliación, se convirtieron en foros de debate que incluyeron diferentes posiciones políticas. El V Encuentro, en 1990, marcó un punto de inflexión que transformó el movimiento feminista: nuevas voces de mujeres negras, indígenas, mestizas, campesinas, pobres, migrantes y lesbianas irrumpieron con fuerza en un escenario dominado eminentemente por un feminismo blanco que no las representaba. Esta heterogeneidad de luchas no impidió la creación de alianzas, que cristalizaron en el lema “Libertad de vientres. Libertad de esclavos. Legalización del aborto. Libertad de la mujer para d…. […]

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