14/07/2006

Fernando Traverso: el hombre de la llaga en la pared

0bis.jpgEl 24 de marzo de 2001-al cumplirse 25 años del golpe de Estado que inauguró la última dictadura militar en Argentina- el artista plástico Fernando Traverso pintó la primer bicicleta sobre una pared en Rosario. Tenía la intención de pintar otras 349 y tal vez no imaginaba que serían más y poblarían las calles… Allí están, como si alguien las hubiese dejado apoyadas sobre el muro, tal vez olvidadas para siempre… tal vez detenidas sólo por un instante, en el descanso de una larga marcha.

Texto: Hernán Scandizzo / Fotos: Nicolás Pousthomis.


Antes de conocer las paredes de esa ciudad de la provincia de Santa Fe, las bicicletas conocieron lienzos y cajas donde Traverso las pintó desde 1995. Luego fue en la puerta de una escuela, cerca de la casa de un amigo, en el muro de una fábrica abandonada, en una esquina cualquiera o donde funcionó un centro de torturas de la dictadura militar (1976-83), allí florecieron o pueden florecer.

¿Y por qué bicicletas? «Yo quise hablar de las ausencias y no podía utilizar otro elemento que no fuera tan noble -contesta el hombre de 54 años. Porque no podés pensar que sea un oligarca o un milico el que maneja una bicicleta. El que maneja una bicicleta es un trabajador o es el hijo del trabajador…. La bicicleta es universal y la usa todo el mundo, pero creo que uno nunca la asocia a otra gente.»

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«Utilicé la bicicleta -continúa- porque veía que mis amigos que se exiliaban dejaban su bicicleta colgada en el galponcito… También hubo una historia que me llevó a quedar pegado a esa imagen. Un compañero dejó su bicicleta y lo chuparon, y la bicicleta quedó ahí, atada, porque él se llevó la llave del candado… Esa bicicleta vacía la dejamos todos. Yo también la dejé en el galponcito de mi casa.» Pero Traverso no aclara que esa bicicleta que quedó atada salvó su vida. El hombre de la bicicleta en la pared integraba la Juventud Peronista.

Un día de 1976, durante la dictadura, debía encontrarse con un compañero de militancia. A pocos pasos de estar frente a frente vio a su camarada dejar su bicicleta y seguir camino, una acción anormal que indicaba peligro. No se saludaron ni miraron. Inmediatamente esa persona fue secuestra y permanece desaparecida.

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Paredes rodantes

Pensó en 350 bicicletas, por el número de mujeres y hombres que según la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas habían desaparecido en esa ciudad. «En ese momento le puse ese número y me propuse llegar a eso como un grabador. Porque los grabadores hacen una tirada de 20 y ponen 1/20, 2/20… yo hice un grabado esparcido por toda la ciudad. Utilicé las paredes como papeles, como hojas para imprimir.»

Y no sólo hizo de la pared un papel sino que se reencontró con los muros, los mismos que pintó de joven. «Cuando salí la primera noche a pintar me di cuenta de que se me revolvían las tripas, tenía la misma sensación que en aquellos años. Fue una obra que hice con toda esa energía, por eso la quería hacer y por eso la estoy haciendo todavía. Es como una práctica militante y me genera esa adrenalina, porque si bien los tiempos son diferentes uno está invadiendo un lugar.»

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Las bicicletas lo llevaron a las calles y a hablar de su pasado, un pasado que no negaba pero del cual no habló durante casi dos décadas. «Algunos amigos me dicen que pongo el dedo en la llaga en cada esquina», cuenta Traverso, y la idea no le desagrada. Él sintetizó el horror en una bicicleta abandonada, lo dice y enseguida recuerda otra síntesis similar. Se refiere a las zapatillas que estampan quienes piden justicia por las 194 personas muertas en Cromagnon. «Ellos también lo resolvieron de forma poética, porque no podés mostrar el horror que sucedió ahí. Es terrible, entonces lo mostrás de esa forma, que podés mirar, porque de otra forma cerrás los ojos y no querés ver.»

En Rosario algunos creen que sus bicicletas simbolizan la bicicleta que utilizaba Pocho Leprati, el militante barrial asesinado por la represión policial en el levantamiento popular de diciembre de 2001. Otros le ponen la identidad del lugar donde le piden que las estampe, entonces simboliza personas desaparecidas que estudiaban en una determinada escuela o facultad o a las víctimas de una masacre. Traverso también las pinta por Darío Santillán y Maximiliano Kosteki o por los presos políticos que hay en Argentina. «Empezó con una ausencia y ahora es para todas las ausencias…»

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– ¿Bicicletas para que vuelvan?

FT: Las pongo con la ilusión de que ellos vuelvan a buscarlas. Esa es la idea también.

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Texto: Hernán Scandizzo / Fotos: Nicolás Pousthomis

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