Resignados a la desdicha
Encerrado, contemplando las piezas fragmentadas de una realidad en descomposición. Así ANRed presenció la función de «El desarmadero», una obra escrita por Carlos Delía y dirigida por Daniel Conte, que evidencia un contexto plagado de corrupción e injusticia social. El drama se centra en una familia despedazada en la que sus integrantes irán destruyéndose unos a otros; pero también la tragedia está afuera, en ese conurbano bonaerense que exhibe, de manera brutal y explícita, miseria, hambre y desocupación. Y tanto en el interior de esa casa, como en el exterior, se impone la resignación ante un destino adverso.
Ni bien ingresamos a la sala se nos muestran las imágenes televisadas de un entierro: «el del Chulo», un «respetado y reconocido» habitante del conurbano bonaerense asesinado bajo dudosas circunstancias. Señalado por sus allegados como una «persona querida y venerada». Luego, la pantalla se apaga y con ella la construcción de esa verdad. Un lente demasiado furtivo, turbio y opaco como para tener en cuenta.
Acto seguido, los personajes de esa historia, de esa familia, comenzarán a aparecer en escena. Una escena que no abandonarán hasta el final; se irán corriendo hacia los costados, bajaran la mirada y no hablaran, pero no se marcharan. Serán testigos de las consecuencias de sus propios actos, incluso de los más oscuros y turbios, de aquellos que quisieran no ver, pero que, sin embargo, deberán presenciar.
Una crónica trágica y sin escapatoria en donde todos están condenados. Afuera, el panorama es hostil y feroz, pero puertas adentro el infierno es aún peor. La desolación se ha
apoderado de esas vidas que unas a otras irán destruyéndose entre ellas. Padres que traicionan a sus hijos, hermanos que se condenan entre ellos.
«El desarmadero» representa una oscura y autentica visión de nuestro tiempo, que toma como punto de partida a «El reñidero» de Sergio De Cecco, y a «Electra» de Sófocles, para luego despegar de la universalidad de esos clásicos y centrarse en un micro espacio que nos exhibe las piezas desarmadas de una cruda realidad, que algunos intentan zurcir de forma evanescente. Puros espejismos e ilusiones dispuestos a engañar a quien más le convenga.
Y nosotros ya no somos espectadores ni público de esa representación, sino que pasamos a ser interpelados y nos convertimos en vecinos de un conurbano que hace rato dejó de ser un lugar digno de ser habitado. Pobreza, marginalidad y crueldad es lo que vemos. Y ante esto, la palabra resignación para quienes lo padecen funciona como un antídoto represivo instalado desde el poder contra un destino adverso. Destino que obliga a vivir en la miseria y fuerza a comer de la basura y a dormir en la calle.
Resignarse, agachar la cabeza y seguir adelante hasta donde se aguante. Repetir este nefasto esquema de generación en generación en donde las víctimas se renuevan permanentemente. Esa es la fórmula que el Estado impone, ejerciendo la fuerza o utilizando de forma más sutil distintos aparatos ideológicos de control y, contra eso, el espacio creativo, una vez más, nos brinda la posibilidad de confrontarnos con un paisaje de injusticia y corrupción. Aquel que muchas veces tratan (tratamos) de cubrir.
Al descubierto: así se presentan los personajes que habitan el interior de esa casa (meritorias actuaciones de todo el elenco) y, lo que es más importante, al descubierto queda el contexto donde la acción se sitúa. Ambos se confabulan de manera más que efectiva para generar un doble espacio de tensión del cual es imposible poder escapar.
Mariano Minasso
El Desarmadero
Funciones: sábados a las 21.30hs en La Colada. Jean Jaures 751, Abasto, Ciudad de Bs. As.
Entrada $10 (estudiantes y jubilados $8)
Tel: 4961-5412
Elenco: Mario Garavelli – Myrian Méndez – Daniel Conte – Pamela Barthes – Gabriela Laudani – Eduardo Fernández – Javier Gimènez – Rubén Navarro.
Ficha técnica:
Asistente de dirección: Paola Mazzotta
Escenografía: Stella Rocha
Maquillaje: Gabriela Laudani
Diseño gráfico: Adriana Benzaquen
Fotografías: Juan Marcelo Baiardi
Realización video: Taller 67
Musicalización: Diego Posadas
Registro: Martín Almeida
Producción: María Eva Blotta
Dirección general: Daniel Conte.