17/10/2016

Lucía y Luciano, dos historias parecidas

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El 17 de octubre de 2014 aparecía el cuerpo de Luciano Arruga sin vida, después de estar más de cinco años desaparecido y después de años de lucha incansable por parte de su familia. El aniversario de aquella noticia se da mientras se prepara la huelga de mujeres disparada por el femicidio de Lucía Pérez, entre tantos otros casos. Con sus particularidades que las distinguen Lucía y Luciano son dos casos de juventud asesinada. Dos historias parecidas. Por Ramiro Giganti, para ANRed.


Lucía y Luciano

Tenían casi la misma edad. Lucía tenía 16, Luciano estaba a menos de un mes de cumplirlos. Una vida por delante. Luciano vivía en Lomas del Mirador, era un pibe de un barrio humilde, donde las marchas en reclamo por «más seguridad” de sectores de derecha, como la organización Valomi (encabezada por un aliado a Francisco De Narváez) impulsaron la creación un nuevo destacamento. Desde su creación, pocos meses antes de la desaparición de Luciano, empezaron los hostigamientos, después de ser amenazado y golpeado sin motivos por haberse negado a «robar para la policía”.

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Luciano desapareció el 31 de enero de 2009. Lucía fue asesinada en un contexto donde cada vez se conocen más casos de mujeres desaparecidas y femicidios. Apareció muerta el pasado 8 de octubre. Fue violada y drogada. Este femicidio ocurrió en Mar del Plata, mientras en Rosario se desarrollaba el 31° Encuentro Nacional de Mujeres, ninguneado por la mayor parte de los medios hegemónicos. Tanto en el Encuentro en Rosario como en el del año pasado en la Mar del Plata de Lucía hubo una fuerte represión hacia la mujeres, impregnada de criminalización y provocaciones. El femicidio de Lucía fue uno de los 7 denunciados en la pasada semana. Un femicidio por día.

Tanto los familiares de Luciano como los de Lucía recibieron amenazas al movilizarse exigiendo justicia. En ambos casos hubo intentos desde sectores mediáticos de disimular el crimen. Mientras en el caso de Luciano Arruga hubo quienes inventaron que «Luciano había ido a comprar drogas”, con Lucía algunos medios y zócalos pusieron el acento en «la cocaína”, despersonalizando el crimen. Tanto en el caso de Luciano Arruga, en numerosas ocasiones, como actualmente con Lucía Pérez, la movilización rompió el cerco mediático que inicialmente hubo sobre ambos casos.

«Algo habrán hecho”

En ambos casos, como en tantos otros, desde sectores hegemónicos se buscó, de manera más o menos explícita, acusar a la víctima. La desaparición de Luciano Arruga estuvo prácticamente marginada de los medios hegemónicos durante meses, mientras los medios alternativos, organismos de DDHH y agrupaciones juveniles, lo difundieron de manera incansable, fue varios meses después cuando un grupo de jóvenes irrumpió en el programa CQC, que se escuchó el nombre Luciano Arruga en un programa de televisión abierta. La primer reacción fue acusar a los jóvenes de violentos, cuando la acción había sido pacifica, mientras un chico de 16 años llevaba meses desaparecido. Todo esto en un contexto en donde se hablaba de «bajar la edad de imputabilidad” y se criminalizaba a los jóvenes (Susana Giménez se había manifestado en su programa pidiendo «pena de muerte”, Marcelo Tinelli había hecho lo propio cuando en ese mismo programa también se saludaba con la barra brava de San Lorenzo).

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El crimen de Lucía se da en un contexto donde numerosas manifestaciones por femicidios son cuestionadas. Se acusa a las mujeres que se organizan de «feminazis” y permanentemente se las señala por su vestimenta u otros factores superficiales. En un principio, además de señalar a «la cocaína” como el principal hecho, algunos medios pusieron acento en otras cuestiones superficiales como señalar que «se la vio subir a una camioneta con dos hombres mayores”.

No es la primera vez que esto ocurre, cuando desapareció Melina Romero, quien luego apareció muerta víctima de otro femicidio, «el Gran Diario Argentino” había publicado un artículo titulado «Una fanática de los boliches que abandonó la secundaria”, el artículo fue repudiado incluso en una carta redactada por sus docentes.

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En ambos casos se señala a la víctima por su apariencia. Luciano: un pibe de barrio morocho y con una vestimenta criminalizada. Lucía o Melina, entre tantas otras mujeres que a diario son señaladas por cómo se visten, como si eso justificara las atrocidades a las que se las somete.

Tanto el caso de Luciano como el de Lucía salpican a las instituciones y exhiben responsabilidad estatal. Luciano fue asesinado por la policía con la complicidad estatal para que permanezca 5 años desaparecido. En el caso de Lucía, además de la desidia institucional, se conoció que quien iba a ser el abogado de uno de los sospechosos era un funcionario de la municipalidad que trabajaba en el área de seguridad. La difusión de la noticia obligó al intendente a separar al defensor del sospechoso del cargo, pero esto se dio días después de conocerse la noticia. Las movilizaciones por Luciano Arruga lograron cerrar el destacamento de Lomas del Mirador, pero fue después de una larga lucha.

Dos rostros, cientos de casos

Tanto Luciano como Lucía representan a cientos de casos similares. Luciano fue una de las más de 600 víctimas de la represión institucional durante la gestión de Daniel Scioli como gobernador bonaerense y más de 4000 en todo el país desde 1983. La lucha de sus familiares los unió con familiares de otras víctimas, desde Córdoba hasta el Alto Valle. Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, se reunió y apoyó en la lucha por muchos otros casos como el de Luciano. La difusión de su rostro fue un apoyo a la difusión de muchos otros rostros de víctimas de la represión institucional.

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Lucía es una de las más de 300 mujeres que se estima son asesinadas en Argentina por año. Esta cifra alarmante impulsó las masivas movilizaciones con la consigna «Ni una menos”, pero desde los gobiernos no hubo respuesta alguna. El actual gobierno recortó recursos para centros de asistencia a víctimas de violencia de género y no tomo ninguna medida importante para evitar que esto siga ocurriendo. Desde los medios masivos de comunicación, programas de televisión y publicidades, se sigue fomentando la cosificación de la mujer y se siguen vendiendo «modelos” sobre cómo vestirse o qué apariencia tener.

La lucha por Luciano continúa, la lucha por Lucia recién empieza.

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