26/04/2016

Juventud precarizada: la droga como chivo expiatorio (III)

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Con el correr de los días, los testimonios y las investigaciones lentamente fueron corroborando lo que desde los medios masivos y las autoridades gubernamentales intentaron ocultar: las responsabilidades institucionales en la «tragedia de Costa Salguero». Ya no la «ausencia de estado» para garantizar la seguridad del evento, sino su presencia para garantizar la impunidad, la venta de drogas y toda una red de comercio a costa de la salud, y en muchos casos la vida, de los concurrentes al evento. Si bien las inocultables responsabilidades institucionales fueron ganando espacio en los medios, siguen las intenciones de poner el foco en los jóvenes y la abstracción de «la droga». Por Ramiro Giganti, para ANRed.


Al igual que durante los días siguientes a la masacre de Cromañon, empezó la cacería: el pasado fin de semana suspendieron festivales de música electrónica. En algunos casos se trata de eventos de la misma organizadora del Time Warp, pero no son los únicos. Después de haber estado ausente toda la semana, el jefe de Gobierno Horacio Rodriguez Larreta anunció el pasado lunes la prohibición de fiestas electrónicas en la Ciudad hasta que la legislatura apruebe un proyecto de ley sobre «la droga».

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La municipalidad de Neuquén ya había lanzado hace unos días su «guerra preventiva» y suspendió todas las fiestas de forma transitoria, mientras analizan un nuevo «protocolo de seguridad». Discuten los horarios de los eventos buscando reestablecer aquella «Ley Duhalde» durante finales de los años 90´ en la provincia de Buenos Aires donde se prohibieron eventos que finalicen después de las 3 A.M. Con solo recordar que la masacre de Cromañon (la mayor tragedia ocurrida en un evento nocturno) ocurrió antes de la media noche, debería ser suficiente para entender que no se trata de ninguna solución sino más bien de una excusa para avanzar con una medida carente de fundamento.

La salida parece ser desigual en relación a las sanciones: se aplican medidas generales hacia los jóvenes (prohibición de eventos, topes de horarios, restricciones, clausuras generalizadas) pero las sanciones y cambios desde las autoridades no son generales sino más bien particulares: detención de acusados de vender droga, indagatoria a prefectos involucrados, y todo un show de acciones que no siempre conducen hacia la justicia, pero sí para que los titulares de los medios muestren «acción institucional». Todo funcional a las medidas represivas que seguramente serán «por la seguridad y el bien de todos», según medios y autoridades.

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Mientras tanto, diversos episodios vinculados a la noche, las fiestas y la muerte de jóvenes, salpican al actual gobierno. Un caso es la muerte de Yesica Uscamayta Curí, una chica de 26 años que el pasado 1 de Enero falleció por asfixia en la pileta durante una fiesta clandestina en Melchor Romero, La Plata. La autopsia descartó que estuviera alcoholizada. Uno de los organizadores de esa fiesta imputado por la causa es Raúl Ismael «El Peque» García, allegado a Mauricio Macri y gran parte del entorno del PRO, quien se muestra en redes sociales en numerosas fotos Junto a Macri, Vidal, el Rabino Bergman, y hasta Elisa Carrió, entre muchos otros. La fiesta, además de realizarse en condiciones ilegales tuvo una «misteriosa» abstención por parte de la policía para apoyar a los agentes de control urbano, que habrían pedido la suspensión de la fiesta sin tener éxito.

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Juventud precarizada: instituciones «ni ni»

La falsa dicotomía entre restricciones y tragedia planteada donde las responsabilidades y el costo parecen caer sobre los jóvenes, tiene una clara conexión con lo que ocurre en el mundo laboral, donde la crisis económica o las deudas contraídas por grandes corporaciones caen sobre los hombros de los trabajadores. Los despidos, la precarización laboral, la pérdida del salario real mediante aumentos inferiores a la inflación, operan en la misma sintonía que las respuestas ante el episodio en Costa Salguero. Al menos una tercera parte de la clase trabajadora sería «ni ni» es decir, «ni desocupado, ni trabajador en blanco con los derechos laborales básicos». Una ley e incluso artículos constitucionales que desaparecen para un alto porcentaje de trabajadores, en su mayoría jóvenes. La pauperización de las oportunidades laborales, la creciente precarización del trabajo es otra expresión del abuso a los jóvenes que son presentados como «vagos» o «irrespetuosos» ¿Qué respeto reciben los jóvenes condenados a tener un trabajo con contrato basura dónde no gozan de conquistas básicas del derecho laboral, como obra social, vacaciones, aguinaldo, salario mínimo y aportes? ¿Qué respeto reciben los universitarios o terciarios cuyos conocimientos logrados con esfuerzo son despreciados por las patronales? ¿Qué respeto tienen los obreros suspendidos y despedidos de las fábricas? ¿Y por los desposeídos a quienes les niegan apoyo social? ¿Qué respeto tienen los estudiantes a quienes se les niega hasta el derecho a viajar en transporte público?

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El maltrato durante la jornada laboral es similar al maltrato en los momentos de esparcimiento: hacinamiento en el transporte público y en los boliches. No faltará quien quiera descalificar estas afirmaciones resaltando que en las fiestas electrónicas la mayoría son chicos de clase media alta o alta, queriendo separarlos de la situación de precarización laboral por simples cuestiones hereditarias. ¿Qué autoestima y proyecto de vida autónoma puede tener un chico que no puede mantener con su trabajo el nivel de vida que tuvo de chico con el nivel de ingreso de sus padres? Autoestima que puede faltar y ser necesaria a la hora de decirle que no a un comportamiento colectivo por más irracional que sea (consumir una pastilla sin tener conocimiento, ir a un boliche donde se lo maltrata, ser indiferente ante las injusticias hacia pares, entre otros). Quedará para otra nota desarrollar el bombardeo publicitario hacia los jóvenes, en especial los de menor poder adquisitivo a quienes permanentemente se les ofrece productos que no pueden pagar, desde zapatillas de marca, celulares, autos, etc.

Hablemos de muertes vinculadas a la precarización laboral, hablemos de Melisa Bogarin, trabajadora del Inta en Chaco, madre de una beba de 1 año, cuyo esposo había sido despedido y temía por su continuidad laboral, ya que su contrato estaba precarizado y había recibido una extensión por solo 3 meses, al igual que otros 200 trabajadores del mismo programa. Melisa tuvo una descompensación durante una asamblea mientras intentaba explicar su situación, sufrió un paro cardíaco y murió durante su traslado al hospital. No es el único caso, ya son al menos 3 las muertes por despidos o sanciones laborales en lo que va del año.

Jóvenes o no tan jóvenes, los nuevos desocupados compartirán las colas de los avisos clasificados buscando empleo con los jóvenes que se incorporan al mercado laboral, haciendo su inserción mucho más difícil aun, y generando condiciones más propicias para una mayor precarización laboral.

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El derecho a la rebeldía

La rebeldía suele ser demonizada. Pero son muchas las veces donde el medio de comunicación se vio obligado a retractarse, aunque pocas sean las veces que lo admite. Hace casi dos años, Melina Romero fue encontrada muerta después de estar un tiempo desaparecida. Las primeras coberturas de algunos medios masivos fueron de demonización de Melina como parte de un conjunto de informes de demonización hacia parte de la juventud. «Una fanática de los boliches que abandonó la secundaria» fue el título de una nota de «el gran diario argentino» poco tiempo después de la desaparición de Melina, quien fuera una de las tantas mujeres asesinadas víctimas de femicidio. La nota también demoniza a sus amigos por haber realizado una protesta pidiendo justicia. Con el tiempo, ese medio como tantos otros, tuvo que modificar el trato de la noticia en parte por una carta escrita por docentes que fueron sus profesores que fue difundida en redes sociales y por medios alternativos, desmintiendo los ataques de los medios masivos.

El 27 de junio de 2002, ese mismo diario tituló «la crisis causó dos nuevas muertes». Conocido es el título vinculado a la masacre de Puente Pueyrredón como parte de toda una campaña mediática hacia los piquetes, mientras otros medios decían que «los piqueteros se mataron entre ellos». Sin embargo, ese mismo día, una enorme movilización a plaza de mayo, acompañada de las coberturas de medios alternativos que difundieron fotos de cartuchos rojos (lo que probaba la represión con balas de plomo) forzaron la publicación de fotos que no habían sido publicadas ese día. Los días siguientes los informes cambiaron: en televisión se pudo ver por primera vez todo el trabajo que tenían los movimientos de trabajadores desocupados, sus emprendimientos productivos, sus comedores comunitarios y actividades educativas y formativas. Con el tiempo los medios masivos fueron recuperando su rol criminalizador, pero esos días dieron cuenta de que es posible romper el cerco mediático.

No fueron los únicos casos. Algo parecido ocurrió con la desaparición de Luciano Arruga. Los medios masivos ignoraron el tema, pero el ejercicio del derecho a la rebeldía de un grupo de jóvenes que irrumpieron en el programa CQC puso la noticia en televisión. Todo esto acompañado de la lucha incansable de sus familiares y las coberturas de medios alternativos.

En este caso vinculado a las muertes en Costa Salguero, los medios masivos parecen tener una actitud parecida. Los primeros días las investigaciones e indagatorias hacia las instituciones, el gobierno y los organizadores, brillaron por su ausencia, mientras solo se habló de «la droga». Lentamente las investigaciones empezaron a ocupar espacio aunque sin desplazar los informes de otra índole mencionados en esta nota y las anteriores. El cerco empieza a ceder.

Se les dirá a los jóvenes que no tienen derecho a protestar, que la rebeldía es absurda. Se les bajará la autoestima ofreciendo trabajos precarios y lecciones derrotistas. Serán tildados de inmaduros, malcriados, caprichosos»¦ las acusaciones vendrán de despachos de funcionarios con salarios muy superiores a la miseria que pretenden que los jóvenes acepten. Vendrán también, desde los estudios de televisión de conductores que también ganan «dinero fácil» y en la mayoría de los casos hasta son carneros de los trabajadores de prensa despedidos o precarizados a quienes sus patronales les obstaculizan la posibilidad de organizarse sindicalmente.

El sano ejercicio de la rebeldía, ese que en lugar de resignarse a consumos nocivos busca una alternativa a la actualidad, rinde sus frutos. Ante la falta de información pertinente, es el momento de salir a difundirla. Ante una realidad adversa, es el momento de salir a cambiarla. Es el momento de desbordar la información que intentan imponer los miedos masivos y las instituciones gubernamentales. Es el momento, nuevamente, de los medios alternativos. Es el momento de la rebeldía, que en lugar de resignarse a consumir basura (sea esta en forma de pastilla, de comida chatarra o de información) actúa buscando alternativas.

«Difunda esta información, sienta la satisfacción moral de un acto de libertad» (Rodolfo Walsh)


Notas anteriores:

 Costa Salguero: la droga como chivo expiatorio

 Salud y doble discurso: La droga como chivo expiatorio (II)



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