10/01/2015

Dakar: destruir la vida, lo ancestral y el medio ambiente

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Arqueólogos denuncian los daños que provoca el Dakar. Lejos de ser una actividad benéfica, la competencia tiene un gran impacto negativo en el medio ambiente y hasta se ha cobrado varias vidas, entre ellas la de un delegado diaguita que fue atropellado. La destrucción de territorios ancestrales y culturales de los pueblos originarios que tienen gran valor arqueológico pone en cuestión al evento. El Dakar es rechazada por las comunidades vecinales y nativas de Argentina, Chile y Bolivia. Reproducimos Comunicado


Hace pocos días se inauguró oficialmente una nueva edición del Rally Dakar,
cuyo recorrido abarca los países de Bolivia, Chile y Argentina. Dentro de nuestro
territorio, diversas provincias están involucradas, entre ellas Tucumán, que el próximo
15 de enero recibirá a los competidores.
Es nuestro deber ético como arqueólogos/as y ciudadanos/as, hacerle llegar a
la comunidad la posición de rechazo que presenta el Consejo Directivo del CPAT con
respecto al desarrollo de este evento.
La competición se promociona como una aventura casi romántica donde la
destreza deportiva y la ayuda mutua se conjugan en una relación armónica con
paisajes majestuosos y culturas ancestrales. Sin embargo, la realidad es que se trata de
un desafío competitivo «“una carrera- donde se valoran más la osadía, la innovación y
las capacidades de navegación en terrenos difíciles, que la contemplación y el respeto
hacia el entorno y la sociedad en general.
El tránsito a gran velocidad de motos, autos, camiones y cuadriciclos, como la
del público asistente y la instalación de la infraestructura necesaria para llevar
adelante el acontecimiento, implican un impacto negativo de tremenda envergadura.
Las denuncias vienen reiterándose año tras año dando cuenta de los atropellos
sufridos tanto desde lo personal (por ejemplo, un Delegado comunitario Diaguita de
Pailas atropellado en el Rally 2014), como desde lo colectivo y comunitario, como lo
han dado a conocer autoridades vecinales y representantes de los pueblos originarios
de nuestra provincia y del país.
Lejos de significar un aporte a nuestra región, el daño ambiental ha sido
elocuente en áreas como el Este del valle de Yocavil. El destrozo, que aún no se puede
reparar, de la ruta que recorre los valles tucumanos (RP 307), cuyas obras de mejora
habían culminado apenas unas semanas antes del paso de los competidores del Dakar
2014, es una muestra más de la falsedad de los «beneficios” que puede brindar esta
competencia.
Los efectos negativos que trae aparejado el evento no son nuevos: es de
público conocimiento que en ediciones anteriores de la competición se cometieron
delitos contra el patrimonio arqueológico y paisajístico, denunciados oportunamente
también por colegas de países vecinos como Chile y Perú. Las comunidades indígenas
también se hicieron escuchar, como lo volvieron a hacer en esta oportunidad (en Jujuy,
Salta y Tucumán, por ejemplo).
Desde el CPAT vemos con profunda aflicción que se ha hecho oídos sordos a
nuestros reclamos. Nuevamente, los circuitos definidos para la realización de esta
competencia comprenden e involucran de modo inconsulto áreas rurales, con población campesina e indígena, cuyos territorios son avasallados. Se trata de espacios
de gran valor ancestral y cultural, con evidencias de ocupaciones humanas muy
antiguas y que, desde esa apreciación, fueron declarados de Alta Sensibilidad
Arqueológica por parte del Estado provincial. Son áreas cuya integridad debe ser
cuidadosamente custodiada, con el respeto que merecen centenares de años de
historia y cultura. Se están desconociendo estas declaratorias, así como los derechos
de la población que, lejos de sumar provecho, ve severamente afectados sus territorios
y su historia. De poco sirve pedir Estudios de Impacto Ambiental con escasa antelación.
Los defensores del Rally Dakar se escudan detrás del rédito económico que trae
a las comunidades locales el desarrollo del evento. Sin embargo cabe preguntarse ¿son
lo suficientemente grandes y perdurables estos «beneficios” para pasar por alto los
perjuicios ambientales y culturales provocados?»¦mayores y más permanentes parecen
ser los daños que ocasionan.
No podemos ser cómplices de esta actividad exaltada como una necesidad que
colma el espíritu humano, pero que no es otra cosa que una imposición económica y
cultural, un capricho de unos pocos privilegiados, que nos denigra y empobrece como
pueblo.

Consejo Directivo
Colegio de Profesionales en Arqueología de Tucumán

San Miguel de Tucumán, Argentina, 06/01/2015



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