13/05/2015

Femicida adolescente: el hijo sano del patriarcado

M tiene 16 años, mató a la novia embarazada de un mes y medio, la enterró, participó de la búsqueda que organizaron los vecinos de Rufino y cuando la encontraron enterrada en su patio -una semana después- confesó el crimen. Esta mañana volvió a su casa con los investigadores para la reconstrucción del crimen. No hay justificativos para un femicidio. Ni el short ni el embarazo ni la familia ni los celos: es la misma cultura machista por la que son asesinadas casi trescientas mujeres por año. Por Cosecha Roja

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La autopsia confirmó que Chiara Páez murió por los golpes en la cabeza y en la cara y que tenía un corte en el cuello. La familia del adolescente seguirá detenida por pedido del fiscal: la Justicia quiere saber si lo ayudaron a matar a Chiara. «Hay cuestiones en la declaración de M. que no se corresponden, hay incoherencias y eso nos da una perspectiva muy clara de que falsea la verdad”, dijo el fiscal general de Rufino Alejandro Sinopoli en una conferencia de prensa a la tarde.

Más temprano, M. y su familia volvieron al patio de la casa. Allí los investigadores habían secuestrado palas, ropas de la víctima y un colchón manchado de sangre en la inspección ocular realizada ayer. También encontraron partes del celular de la adolescente pero todavía no localizaron el chip.

Los parientes y amigos de Chiara la velaron en la parroquia de la Santísima Trinidad. Antes de llegar al cementerio local, el cortejo fúnebre pasó por el colegio Nuestra Señora de la Misericordia donde Chiaria asistía. Los alumnos de todos los grados de la institución salieron a la calle y la aplaudieron. A las 11 de la mañana la enterraron en el panteón del sindicato de Luz y Fuerza. Esta noche marchaban para exigir justicia.

Chiara cumplió 14 años el jueves, tres días antes de desaparecer. Vivía en Rufino, Santa Fe, una ciudad de 20 mil habitantes a 268 kilómetros al sudoeste de Rosario. El sábado a la noche estuvo reunida con las amigas y a la madrugada se hizo una escapada para ver a M. Ellas le mandaron mensajes por WhatsApp. «En determinado momento se dieron cuenta, por la forma en la que hablaba, de que no era ella la que respondía”, dijo Lorena Camargo, tía de Chiara. Ellas fueron las que llamaron a la familia y le contaron que Chiara no volvía.

Esa misma noche hicieron la denuncia. Durante la semana la buscó la policía. También ayudaron los casi trescientos vecinos que se sumaron. «Toda la comunidad de Rufino se autoconvocó y salió a las calles”, contó Lorena. Y M. también buscó: él y su papá colaboraron con los rastrillajes. Hasta entonces la versión del adolescente era que la había dejado a una cuadra de lo de su amiga y que no supo nada más.

Para buscarla la Justicia ordenó un rastrillaje con perros adiestrados: así llegaron al patio de San Martín al 800. Casi al mismo tiempo, el padre de M. -sargento de la policía provincial»“ lo entregó en el Centro de Justicia Penal de Rufino. La familia de Chiara denuncia que no pudo haber actuado solo. «Era una nena de un metro setenta, que pesaba setenta kilos, una chica de contextura grande”, dijo a la prensa Fabio, el papá.

El cuerpo de Chiara apareció en posición fetal en un pozo de 80 centímetros tapado con chatarra. Ahí funcionaba el taller de herrería del abuelo. «Nos sorprende mucho la morbosidad con la que que se actuó. La familia publicaba fotos comiendo un asado al mediodía y mi sobrina estaba enterrada en el patio”, dijo Lorena. La denuncia por paradero se radicó en la fiscalía a cargo de Mauricio Clavero, quien ordenó los siete allanamientos y tareas de rastrillaje por Rufino, Laboulaye (Córdoba) y Junín (Buenos Aires).

Ayer al mediodía el fiscal Clavero, el juez de Menores de Venado Tuerto (Javier Prado) y la jueza de la Investigación Penal Preparatoria (Lorena Garini) hicieron una inspección ocular en la casa de Manuel. Encontraron palas, ropa y un colchón con sangre de la víctima.

La tía de la adolescente conoce a M. porque es preceptora de la escuela técnica a la que él iba. «Eran novios, como cualquier pareja adolescente. Por lo que lo conocíamos a él era un buen chico, tranquilo, no tenía problemas disciplinarios”, contó. M. fue hasta quinto grado al colegio Nuestra Señora de la Misericordia, Chiara estaba dos años atrás que él. La mamá lo sacó a los 10 y lo mandó al colegio público Nº171 y después al técnico.

Chiara era «muy extrovertida, alegre, amiguera. Estaba pensando en su fiesta de 15, le gustaba esa idea”, contó la tía. La adolescente jugaba al hockey en Las Pampas Club Social, participaba del grupo de jóvenes de la Iglesia Santísima Trinidad e iba al colegio Nuestra Señora de la Misericordia. Tenía una hermana por parte de la madre y cinco más por parte del padre. Salía con Manuel desde octubre y habían pasado Navidad juntos.

«Hay que desnaturalizar todo eso que las adolescentes consideran normal, la construcción del amor romántico que todo perdona y todo lo entiende puede tapar indicadores de una relación violenta”, dijo Ada Beatriz Rico, cofundadora de la Asociación Civil la Casa del Encuentro.

De los 277 femicidios de 2014, 23 víctimas y 11 victimarios eran adolescentes. La periodista Marta Dillon escribió en Facebook: «¿Alguien puede explicar para qué corno siempre se ocupan de dar las «razones” del femicida? Si no es la obsesión es la oportunidad -por donde estaba o cómo estaba vestida-, si no es el amor son los celos; ahora el embarazo. No hay razones individuales, es un sistema de privilegios para machos heterosexuales y disciplinamiento para cualquier disidencia. Es una red de significados y sentidos en la que estamos presxs, es el aire que pretenden obligarnos a respirar, se llama patriarcado”.

«Ahora fue Chiara. Antes fueron Ángeles, Lola, Melina, Wanda y tantas otras”, escribieron en las redes las organizadoras de «Ni una menos”, una iniciativa que busca visibilizar la temática de los femicidios. Llamaron a una movilización el miércoles 3 de junio en el Congreso. Se sumaron periodistas, escritores, artistas y dibujantes que difundieron la convocatoria con gráficos y dibujos.

Para denunciar violencia de género, se puede llamar al 144 a Atención a las Víctimas del Ministerio de Desarrollo Social. La Oficina de Violencia Doméstica está en Lavalle 1250, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, funciona de lunes a viernes y el teléfono es 011 4123-4510.

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