Tras las rejas: una mirada a la realidad de las cárceles argentinas
En el marco del debate por una futura reforma del Código Penal, los llamados «linchamientos”, los reclamos por seguridad y el grito social que pide más encierro y más castigo, referentes del ámbito penal analizaron la situación en las cárceles, la justicia penal y los problemas del servicio penitenciario. Por La Revancha.
«Un Estado punitivo”
Según Alicia Daroqui, socióloga especializada en cárceles y Derechos Humanos, hay que preguntarse «qué Estado se fue construyendo: un Estado punitivo”. Daroqui se remonta a fines del siglo XX, al desembarco del neoliberalismo y la reforma de Estado promovida por el expresidente Menem: «la fuerzas de seguridad y el servicio penitenciario, no solo no redujeron el personal como en salud, educación, sino que lo aumentaron”. Lo mismo ocurrió con la justicia penal, que según la especialista «ha crecido enormemente”. Esto se puede expresar en números: según Daroqui, «en el año 2000, la Provincia de Buenos Aires tenía 32 cárceles, hoy tiene 55. La Argentina tenía en esa época 22.000 presos, hoy tenemos 63.000”.
Sobre la composición de la población carcelaria, Francisco Mugnolo, Procurador Penitenciario de la Nación, estima que «el 98% de los pobres son pobres, en las cárceles están los pobres”. Esto se vincula fuertemente con el fenómeno de criminalización de la pobreza. Lejos del mandato constitucional, según el cual las cárceles están para seguridad de los presos y para la resocialización, el Procurador sostiene que «las cárceles te transforman, es una forma de contención de la represión social, y la cárcel, al no cumplir la función de rehabilitación, perfecciona en el delito”.
Según Ayelén Stroker, militante de Comunicación por la Libertad, la mayor parte de la gente privada de su libertad actualmente es parte de quienes «menos posibilidades de inserción tienen en lo concreto”. Este sector más desaventajado «representa el 80% de la población (carcelaria), de la cual más o menos el 70% está en situación de procesados”. Ayelén indica que luego de años en prisión, «cuando les dictaminan condena, en algunos casos terminan inocentes”. Estas personas quedan con antecedentes de privación de libertad y, según Stroker, «conseguir trabajo resulta inaccesible y más si vivís en un contexto de vulnerabilidad social, un contexto mucho más complejo en el plano productivo”. Además, señala un fenómeno de continuidad entre el afuera y el adentro: «afuera tenés gatillo fácil, trata, persecución a los pibes para que vendan drogas para la poli, y después continúa adentro la misma lógica de rentabilidad del servicio”.
Los principales problemas en la cárcel: la violencia, la militarización y la impunidad judicial.
Francisco Mugnolo, Procurador, señala algunos de los aspectos «ultranegativos que tiene la cárcel: la sobrepoblación, los traslados permanentes, el alejamiento que tienen las personas privadas de libertad (de sus lugares de origen)”. Sin embargo, resalta que «lo más emblemático del interior de las cárceles, es la violencia institucional. Hay mucho disciplinamiento a través de la violencia. También está la corrupción y el narcotráfico”.
Por otro lado, la militarización «no es la solución para la inclusión”, señala Ayelén Stroker, al referirse a ese fenómeno en la vida carcelaria y en los barrios. «Estamos legitimando de alguna manera el asesinato encubierto del propio Estado y del sistema penitenciario”. Ayelén denuncia que «mueren un montón de personas por día a nivel nacional por inacción del Estado.” En ese sentido, señala que se legitima este actuar y el sistema registra estos casos como suicidios. Sin embargo, subraya que no se puede considerar así cuando «dejaste una persona que tiene un problema físico o la torturaste psicológicamente o la dejaste en un buzón por días entero, torturándola o no le diste atención”.
Alicia Daroqui rescata que los presos «se animan a denunciar, pero la justicia que es la q garantía la impunidad y es la q tienen una relación directa con las fuerzas de seguridad y de custodia no procede a ningún tipo de medida con respecto al servicio”. Luego de señalar que el «servicio puede adentro de la cárcel lo que quiere”, Daroqui remata: «nos damos cuenta que la cárcel para lo único que está es para castigar y producir delincuencia, dentro del orden social capitalista. Evidentemente la cárcel nunca estuvo para reformar”.
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