17/11/2004

Pese al escandaloso operativo policial, por la visita del presidente Chino, desocupados lograron entregar un petitorio al gobierno

En el marco de la visita del presidente chino Hu Jintao, 15 mil personas de organizaciones de desocupados se hicieron presentes en la casa de gobierno, luego de estar demorados por más de tres horas en el Puente Pueyrredón. La movilización se realizó para entregar un petitorio al gobierno nacional en el que se exige: aumento de los planes sociales a 350 pesos, la reincorporación de las numerosas bajas de los planes sociales y la libertad a los 40 presos políticos.


15 mil trabajadores desocupados lograron llegar a Plaza de Mayo, luego de que un bloqueo policial en el Puente Pueyrredón demorara por más de tres horas a las columnas que se trasladaban hasta la Capital Federal. Las organizaciones de desocupados se movilizaron para entregar al gobierno nacional un petitorio en el que exigen: aumento de los planes sociales a 350 pesos, la reincorporación de las numerosas bajas de los planes sociales y la libertad a los 40 presos políticos.

Entre las organizaciones presentes en el Puente Pueyrredón se encontraban: MTD Claypole, UTP, Barriadas del Sur, MTR-La Dignidad, MTR-Cuba, PO, MTL, M29, FTC y FTC Mesa Nacional y Frente Popular Darío Santillán, entre otras.

Paralelamente en Plaza de Mayo se desplegó un operativo policial que circunscribió perimetralmente la plaza con fuerte presencia policial y vallados colocados a 100 metros de distancia antes de llegar al lugar. El cercamiento abarcó desde la cara trasera de la Casa Rosada hasta los accesos de Diagonal Norte incluyendo a la legislatura y al Monumento General Roca en Diagonal Sur. En este úlitmo se encontraba apostado un contingente de Infantería munidos de escudos.

Durante poco más de dos horas, se vivieron momentos de gran tensión en el puente: unos 80 efectivos policiales y una decena de carros hidrantes formaron un cordón para bloquearle el paso a los manifestantes. Finalmente, y tras intensas negociaciones, los policías liberaron el puente y los piqueteros continuaron su marcha a la Casa Rosada.

Instantes antes de que la policía desbloqueara el lugar, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, había declarado en los medios que el puente Pueyrredón «no se corta más», aunque aclaró que sí se «dejará pasar» a los piqueteros que marchen desde el partido bonaerense de Avellaneda hacia la Capital Federal.

Fuentes consultadas señalaron que el corte fue para que «no ingrese gente» a la Plaza de Mayo en previsión de la marcha anunciada por los movimientos de desocupados, que «coincidirían con la visita a Casa de Gobierno del presidente chino, Hu Jintao».

Cerca de las 17.00 cuando los movimientos de desocupados lograron llegar a las cercanías del microcentro, no pudieron ingresar al área de Plaza de Mayo para entregar el pliego petitorio al gobierno nacional. Allí, encontraron que todos los accesos estaban restringidos y solamente fue recibida una comitiva que entregó el petitorio a un funcionario. Mientras tanto, las columnas aguardaban detrás de un amplio vallado que los mantenía alejados poco más de dos cuadras de la Casa de Gobierno.


China Comunista perdió lo poco que le quedaba de su apellido.

La visita del presidente chino a Argentina despertó en las autoridades nacionales la necesidad de demostrar a los visitantes que tiene bajo control las protestas piqueteras, con su gesto de prohibir a los manifestantes que desfilaran cerca de la casa de gobierno.

Ello se explicita en el ansia argentina durante las últimas semanas cuando se escucharon los anuncios de inversiones alcanzando niveles desmedidos

Aún no queda claro cuál es el interés de un país de 1.400 millones de habitantes, cuya economía crece anualmente ocho por ciento, en profundizar una relación con una nación muy endeudada y apenas en recuperación de su más grave crisis, que ni siquiera tenía en sus planes un acercamiento con China.

Pese a ello, la mayoría de las medidas antidumping de Argentina son contra importaciones chinas, según infomó este lunes el diario Clarín. «Estos riesgos desafían a los gobiernos latinoamericanos a definir urgentemente una hoja de ruta de prioridades, ventajas y amenazas de una relación más profunda con China, que permita aumentar el comercio sin sacrificar el propio desarrollo», sostuvieron fuentes oficiales.

Desde 2002, Hu Jintao es el nuevo líder del Partido Comunista de China (PCCh) y desde marzo de 2003 asumió como Jefe de Estado. No hace poco, recibió la titularidad de la presidencia de la Comisión Militar Central.
Jiang Zemin su antecesor quien a los 78 años dejó la vía libre de la administración a Hu Jintao ha «vigilado» y ejercido un cierto freno a los intentos más liberales de Jintao y de su primer ministro Wen Jiabao, de acercar el poder, el gobierno, la administración, a los ciudadanos. Aunque en definitiva, desde que Deng Xiaoping trazó el rumbo de las reformas, fue el propio Jiang quien preconizó que ingresaran al PCCh los nuevos capitalistas chinos, representantes de «las fuerzas productivas más avanzadas».

En octubre y noviembre de 2001, tres años después de visitar Japón y Corea del Sur, Hu realizó también sus primeras salidas, a modo de presentación, a países europeos, concretamente a Rusia, Reino Unido, Francia, Alemania y España. A finales de abril de 2002 fue también a Estados Unidos, donde se reunió con el presidente George W. Bush y el secretario general de la ONU, Kofi Annan. Ante políticos y empresarios, Hu declaró la necesidad de profundizar las reformas de mercado en China, pero manteniendo su «carácter socialista», según declaraciones del mismo.

Una sombra que permanece escondida. La Masacre de Tiananmen

Jintao era discípulo aventajado del secretario general del PCCh, Hu Yaobang, cuando se produjo la sangrienta represión en la Plaza de Tiananmen. Su mentor había sido cesado por reformista en 1987, y su muerte repentina desató aquellas protestas estudiantiles que degeneraron en un movimiento a favor de la democracia. El 3 de junio de 1989 el Ejército chino reprimió con violencia a estudiantes que se manifestaban contra el gobierno en la Plaza de Tiananmen, donde según fuentes no gubernamentales chinas murieron entre cinco y diez mil personas, cifra que las autoridades chinas rechazan.

Ese 1989, en el 30 aniversario de la rebelión de 1959, estalló una insurrección estudiantil contra el régimen y a Hu no le tembló el pulso para lanzar a las tropas contra los amotinados y declarar la ley marcial, sofocando la revuelta con un balance de miles de muertos.

El 26 de enero pasado, en el marco de una visita que el presidente chino hizo en Paris, las autoridades europeas no pudieron acallar la protesta por las violaciones de los Derechos Humanos contra el régimen comunista chino. En ese marco el diputado socialista Jean Louis Idiart acusó a las autoridades de ese país de «de «desplegar una vez más la alfombra a los corresponsales de Tiananmen».



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