16/10/2012

Crear sobre la vida

pablo_ramos_tapa.jpgPoseedor de una escritura que continúa la tradición del realismo norteamericano, en «El camino de la luna», su último libro de cuentos, Pablo Ramos vuelve a confirmar su capacidad de narrador de historias que cruzan la soledad y el dolor, la crudeza y el desemparo cuando todo parece perdido y un instante de belleza puede iluminar una vida y salvar el amor de la desesperanza. En este encuentro con ANRed conversamos con el escritor sobre literatura, escritura y también del sentido existencial que una vida tiene en el compromiso de actuar desde la sinceridad de una mirada compleja y personal del mundo. Por ANRed


Pablo Ramos nació en 1966 en Sarandí, provincia de Buenos Aires. Escritor, músico, poeta, entre sus libros se encuentran Lo pasado pisado (poesía,1997), El origen de la tristeza (novela, 2004), La ley de la ferocidad (novela, 2007). El sueño de los murciélagos (novela juvenil, 2009), En cinco minutos levántate María (novela, 2010) y los libros de relatos Cuando lo peor haya pasado(2005), que obtuvo el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes (2003) y el Primer Premio en el concurso Casa de las Américas de Cuba (2004); y El camino de la luna (2012). Actualmente como músico lidera la banda de rock Analfabetos. En una fría tarde de sábado desde ANRed nos acercamos a su casa para conversar sobre el oficio de la escritura y una vocación que busca su trascendencia en la palabra.

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Un nuevo libro de cuentos. ¿qué significa para vos después de las dos últimas novelas volver al cuento?

Mirá, yo creo que nunca dejé el cuento. Hay un cuento en el libro que se llama «En el umbral” que tiene como quince años y en ese entonces era un borrador.Lo que pasa es que me cuesta mucho trabajo el género. Un libro de cuentos lo voy armando con el tiempo. Soy netamente un novelista que también escribe cuentos. Aunque te parezca mentira cada cuento me cuesta el mismo esfuerzo que una novela. No digo en la cantidad de tiempo sino en la cantidad de esfuerzo de pensar la historia, de vivirla, de entenderla. Creo que se armó un libro de cuentos de saldos pendientes. Y me enorgullece mucho porque dos libros de cuentos en la historia de un escritor le dan seriedad a una obra. Es donde se ve el escritor. Por otra parte cuando publico un libro siento que ya está, ya lo publiqué, ya lo tengo ahí, no me pertenece. Después vendrán las críticas; pero en definitiva a mí lo que me interesa es lo que le pasa al lector con lo que escribo. Porque también pensando en él escribo. Yo escribo para un lector. Y considero al lector por lo menos igual de inteligente que yo, lo trato como si fuera más inteligente que yo y eso me facilita no poner datos de más y dejar que la imaginación del que lee reconstruya la historia sin explicaciones que medien la lectura.

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En «el camino de la luna”, además de saldos pendientes, hay algunos cuentos con finales que dan un lugar a la esperanza, algo que no sucedía con tus anteriores libros que tenían un tono de crudeza más acentuado.

Yo creo que encontre el detalle exacto de lo que quiero contar. En el cuento «En la fría oscuridad del universo” hay como un final feliz con un pequeño pesismismo de él. Esa lluvia sería como una lluvia hacia la fría oscuridad del universo. Es un reclamo de levedad también. Yo creo que ajusté la poética, creo que la voy refinando, que estoy jugando un juego más fino. Fijate que hay un montón de reflexiones sobre escribir en el libro. Es un libro donde el personaje y la escritura no se pueden separar.

A propósito de esto, muchas veces la critica ha encasillado tu literatura como auto biográfica. ¿Te molesta ese rotulo, como te llevas con la critica?

Yo creo que fueron bastantes generosos conmigo. No me puedo quejar. Les gustaron los dos libros. No sé, me parece que en esta época están muy preocupados sobre qué es autobiográfico y qué no es autobiográfico. No sé con que fin, porque no creo que haya que ser muy inteligente para saber que una vida muy interesante no significa necesariamente una literatura muy interesante. Mi vida fue mucho menos interesante de lo que es mi literatura. Me pasaron cosas, pero me pasaron cosas porque percibí las cosas que me pasaron de determinada manera. Y esa percepción que tengo desde siempre sumada a que decidí ponerla en historias yo creo que dan como resultado una literatura que puede entretener, divertir, y emocionar en el mejor de los casos. Creo que como decía Rilke, está bien ir a buscar en la infancia, es un lugar riquísimo donde ir a buscar, ¿cómo despreciar ese lugar? ¿Qué escritor no busca ahí? Lo disfrazarán de una u otra manera ¿no? El miedo de Lovercraft, el miedo que el tenía de chico a todo, a los negros, a los judíos, le temía a todo; cómo la madre lo vestía de mujer cuando era chico, todo ese tormento está en sus cuentos, son monstruos autobiográficos. Porque lo profundo de lo autobiográfico que yo cuento esta en lo emocional. Lo digo siempre, no son detalles de mi vida privada lo que va a encontrar en ese tipo que se corta la mano en «cuando lo peor haya pasado”. No me corté nunca la mano, pero si pueden encontrar un mapa de mi alma en mis cuentos. Hasta donde mi obsesión, hasta donde mi lucha contra las adicciones, mi derrota siempre contra las adicciones que me lleva a desesperar, hasta donde con mi imaginación completo escenas que bien podría haber vivido aunque no viví. Y que bien cualquiera podría vivir si se descuida un poco.

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Muchos de tus personaje en sus historias llevan adelante una aventura moral muy clara.

Sí, porque soy un escritor moral. Si bien mis personajes son un desastre, viven en un conflicto moral. No hacen cualquier cosa sin pagar un precio. Creo que la vida es una aventura moral. Estás todo el tiempo enfrentado a lo que querés, debés, y podés hacer. El día en el que querés, lo que debés y lo que podés es lo mismo sos Buda, ordenaste mente, espíritu y cuerpo. Es un conflicto permanente de lo animal contra la cultura. Yo creo que civilización es cuando la cultura equilibra al animal, determinados instintos.Y la moral no es la moralina, ni la moral católica, es la moral propia, es vivir de acuerdo a lo que uno cree que es correcto, que es lo máximo que puede darnos la cultura. La idea del hombre como un animal moral, me interesa esa idea. Por eso mi literatura es humana.Porque podemos ser lo peor o lo mejor, como en el cuento «La posibilidad sublime». De Jack el destripador a Mozart no varía en nada lo genético, debe variar en un infinitesimal porcentaje. Los conductistas ya fracasaron con esa idea del reconocimiento criminal, eso nos llevó a lo peor de la humanidad.

Ya con varios libros publicados, con toda la escritura, la corrección, la publicidad de por medio y la presentación de los libros. ¿Cómo recordás tus comienzos en la escritura y la literatura?

Esta buena la pregunta, porque lo más difícil es recordar los comienzos en la escritura, y a la vez de ser lo mas difícil, a uno le parece como que uno dejo de ser ese que escribía solamente por escribir, que tiene una responsabilidad adicional ahora, que es escribir bien, escribir cosas que interesen, y si te descuidas y te das manija inclusive llegas a pensar a veces ( que yo lo corto enseguida) que tenes la obligación de escribir cosas que se vendan; y no tengo ninguna obligación de eso. Yo creo que lo único que tengo es el compromiso de escribir, porque eso es lo que me hace bien, porque eso es lo que vine a hacer al mundo. Entonces, recuerdo esos primeros momentos en los cuales empecé a escribir como momentos de dudas, de titubeos, pero sin embargo de profunda sinceridad. Me veo tratando de armar una historia, tratando de armar un primer cuento que termino publicando después, sin la idea remota de que me iban a publicar. Ni si siquiera la idea remota de que eso podía llegar a ser un cuento, y un buen cuento mucho menos. Pero sin embargo, ese momento de estar metido en la historia lo recuerdo como un momento de extrema pureza; creo que ahora lo recuerdo porque lo estoy retomando. Lo recuerdo como un cambio, lo recuerdo como un momento en el cual decidí que mi vida tomara un nuevo camino que era escribir todos los días.

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Lo que me llamo la atención cuando leí tus novelas y también tus cuentos es tu estilo de escritura, un estilo despojado pero no exento de poética, una poética de los hechos cotidianos, de la emotividad, que llegan a golpear pero que no caen en el lugar común. ¿Cómo llevas vos ese riesgo de no caer en el lugar común?

Bueno. Yo el riesgo lo asumo porque el lugar común me interesa como lugar estético. Por ejemplo en un final como el de Todo puede suceder (del libro Cuando lo peor haya pasado): «y escucho la lluvia, que dulce trae el perfume de alguien herido y ausente” o frases como «parece que el viento va a llevarse la avenida”; son frases que yo reconozco que fuera de ese contexto del que están podrían ser un lugar común, pero yo me atrevo hablar del corazón o hablar del amor o hablar del recuerdo y de alguien querido y ausente. Y pienso ¿Con qué otras palabras lo diría? Entonces, cuando no hay palabras para cambiar las palabras que quiero decir, o coinciden con el sentimiento que quiero transmitir, les armo un contexto, (y ahí va la arquitectura de la mentira) les armo un andamio resistente, una estructura que sostenga y que me deje en ese lugar casi como por decantación, como el final de «El origen de la tristeza», que es el estaño de los peces.

Resulta interesante el tratamiento que haces de la ironía en las situaciones mas terribles donde tus personajes no caen en la desesperanza, el dolor de los personajes es un dolor que los humaniza pero que no los cierra a lo mas bajo, no caes en el golpe bajo del sufrimiento al pedo de los personajes.

Sí, yo creo que eso en la Argentina lo fundo Arlt. Ahí es cuando me reconozco más Arltiano, en ese tenor; cuando el chico ve llorando una mujer y dice: debe haber maldad en su corazón. Es lo contrario quizás de lo que puede pensar alguien, pero es una persona como que vino al mundo para ver que hay atrás de ese llanto. El en ese momento también dice: me gustaría llorar para que me vieran llorar. Es tan sincero con el mismo, es tan sincero con lo que siente que suena raro, porque suena rara la sinceridad en este mundo, porque va a contramano del mundo, porque nadie se cuestiona que esta llorando, desde dónde, hasta dónde es su dolor, cuál es su dolor, y cuánto hace para que los demás lo vean. Yo creo que el verdadero dolor a la gente la abre, no la cierra. El verdadero dolor se expresa también al ser compartido, al ser abierto hacia los demás. Al ser cerrado en uno mismo lo máximo que puede hacer uno con ese dolor es cubrirlo de una capa que puede ser el llanto (que puede ser la ira, que puede ser la soberbia) y dejarlo sepultado. La persona que ofrece su corazón la persona que se abre y muestra ese dolor, no puede ser desesperanzada. A lo que me refiero: no tiene un optimismo pelotudo. Pero sí cree que tiene que seguir.

Es un compromiso con la vida más allá de las circunstancias adversas o desfavorables.

Es como la vida no intelectual, es como si lo ganara su cuerpo. O el personaje del cuento Tal vez algún día que se va de lo del judío este que le dice: no van a volver Es universal el dolor. ¿Que es un brujo el judío?, no. En realidad le dice algo que le cabe a cualquiera. Es un viejo zorro. Yo en cualquier circunstancia también le puedo decir a alguien que lo veo mal: por más que estés así eso no va a volver. ¿Porque uno está mal? ¿por lo que ganó? Siempre por lo que perdió. Si a uno lo deja una mujer, no perdió una mujer también perdió el amor. Si un amigo lo traiciona también perdió una fe, perdió una confianza. Siempre uno pierde en la vida y eso no va a volver. Hay que salir a buscarlo otra vez. Pero que hace una persona cerrada en su dolor, no se enamora de nuevo, no tiene un nuevo amigo, se cierra, dice: no, lo mejor es quedarme en mi casa, no tener amigos. La persona que r.eincide, que insiste en lo que lo lastimó porque cree que es la sal de la vida es la persona que a mi me interesa, creo que es la persona que vale la pena. De hecho, yo soy de esas personas. Soy de esas personas que todo el tiempo cae. Yo muchas veces cuando estoy mal, digo: ¿siempre caes, siempre caes? Y no veo que siempre me levanto. Tampoco veo que siempre me levanto me sacudo el polvo y con toda la perdida a cuesta vuelvo a tomarme el colectivo, a poner la hoja en la maquina de escribir.

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«El origen de la tristeza” tiene unos personajes realmente entrañables como ser Rolando, Marisa, o el tumbeta, personajes con historias muy interesantes y que de alguna manera se disparan de la historia central. ¿Sentiste alguna vez que estas historias con su fuerza te podían llegar a dificultar la claridad para contar lo que tenias que contar que es la historia de Gabriel?

No. Lo escribí pensando en la historia misma, pero justamente no eran un riesgo porque para contar la pérdida me pareció muy interesante como novela de iniciación mostrar lo que se tenía, todas esas historias cuentan lo que el tenia, el mundo que el tenía y el mundo que iba a empezar a perder. No, creo que funcionaron bien; hubiera podido ser una novela mucho mas larga, con mucha mas aventura. Pero no, me parece que mostraba el mundo donde el había sido feliz o que lo estaba narrando desde un tiempo después. Entonces mostraba el mundo donde había sido feliz y se había sentado a escribirlo o narrarlo porque había un punto sin retorno el día en que mataron al Tumbeta y cerraba el taller del padre. Es el punto sin retorno. No se puede reconstruir más ese mundo porque hay dos muertos. Hay muerte. Cada vez que algo muere como volver atrás y hacerse el desentendido. Entonces yo creo que toda narrativa, todo cuento o novela se cuenta porque hay un punto sin retorno. Si no se hubiera llegado a ese punto sin retorno nadie se hubiera sentado a escribir, se hubiera seguido viviendo eso que estaba viviendo. Cuando se habla de conflicto. ¿De qué se habla? De eso, del punto sin retorno. ¿Cuál es el conflicto de está historia? Bueno, el fin de la infancia, sobre la perdida de la felicidad.

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¿Qué es o que significa para vos ser escritor?

Esa pregunta puede tener dos respuestas. Una obligada, formal, que es la que definiría al escritor como una persona que habitualmente escribe. Pero ser escritor, o la definición de lo que es ser escritor creo que debería ser más amplia. Ser escritor es una manera de afrontar la vida, una manera de ver la vida, una manera de proyectar una vida. Ser escritor es mi propio camino espiritual. Y un camino espiritual es un camino que no tiene fin, ya que el fin es todo lo que uno pueda lograr. Yo creo en esta idea que tiene Abelardo Castillo, que uno no corrige un texto sino que corrige una persona, que uno se corrige cuando corrige un texto. Yo creo que ser escritor es corregirse en la medida que corregimos lo que escribimos. Es dejar una obra escrita, es dejar un contundente testimonio de que existimos, de que fuimos modificados y que modificamos nuestro tiempo y que pensamos de una determinada manera. Ser escritor básicamente para mí es una manera de encarar la vida, de tener una posición moral frente a la vida. Yo me posiciono moralmente frente a la vida escribiendo.

Ahora se vuelve hablar del compromiso intelectual, tema que fue bastante polémico en los sesenta y que nucleó a Sartre, Camus, Bajtin entre otros escritores. ¿Qué pensas del compromiso del escritor como intelectual, se bastardeo, hay otra forma de compromiso o este permanece inalterable?

Creo que un poco bastardeado está. Me parece que este es un momento en el que las personas deberían volver a leer a Sartre. Es algo que yo también me propuse, volver a leerlo porque me parece que este siglo le dio la razón a Sartre, el lo entendió antes de que morir. Y es que creo que el siglo pasado todavía no terminó, si bien cambió, es como si todavía siguiéramos revolviendo en el final de ese siglo porque no han cambiado todavía del todo las relaciones de producción; nuestra lucha por la ecología sigue estando en pañales. Me parece que todos esperamos de un nuevo siglo un nuevo compromiso con la humanidad, y también un compromiso con el medio donde vive la humanidad. Hay que entender a Sartre bien. «Frente a un chico que se muere de hambre la nausea no tiene peso”. En su vida personal, Sartre esta todo el tiempo hablando del sentido de la vida. A una vida sin sentido darle el sentido cada día. Creo que hay que ser un hombre comprometido. Porque un hombre comprometido da una literatura comprometida con qué: con la literatura. Porque un hombre descomprometido hace una literatura descomprometida con la literatura. No corrige los textos, nada. En la literatura está mi compromiso, en el libro que publicó que tiene cuarenta borradores, enser la mejor expresión de las posibilidades de ese libro. Yo creo que precisamos escritores comprometidos con su literatura y a la vez sean hombres comprometidos con su sociedad, porque se nota una cosa en la otra. Necesitamos un tipo de escritor que se guié por el compromiso de lo que verdaderamente quiere decir y lo obsesiona. Eso es lo contemporáneo. Experimentar con la literatura, no. Sino que el escritor sea una persona atravesada por la contemporaneidad que no es precisamente la moda sino la problemática del tiempo que vive.

¿Y que pensás del mercado y de la figura del escritor?

El mercado me chupa un huevo. Y la figura del escritor es mi figura como ser humano. Es la idea que se hacen los demás de mi que es super errada. Hay gente que se piensa que por tener un contrato con una editorial grande formo parte del establishment. El mercado me importa tres carajos porque nunca imaginé que iba a vender mil libros. Y llevo vendidos treinta mil libros del «Origen de la tristeza”. Nunca me lo imaginé en mi vida. Es demencial. Entonces es como que me llevo excesivamente bien con todo. Toda la vida fuí una persona de suerte. No solo como escritor. Siempre tuve suerte, no sé… mi problema es otro, mi problema es la incapacidad profunda que tengo de disfrutar y ser feliz. Luchar todo el tiempo con eso. Parecería ser que soy bueno para todo menos para quererme un poco. Me cuesta mucho quererme, tolerarme. Estoy siempre exigiéndome. Ya estoy metido en otro libro. No puedo disfrutar que recién saque un libro, parar un poco la pelota, relajar. Y eso es el padre. La excesiva necesidad que tuve toda mi infancia que mi padre me apruebe. Creo que nunca me aprobó. Creo que no le gustaría lo que soy, ni le gustó lo que fuí.
Y eso te mata. La palabra que más escuche en mi vida de boca de mi Papá fue «tarado”. Toda mi vida. Entonces es como muy duro. Nunca me terminé de recuperar.

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En tus talleres relacionas la escritura a cierta idea de una arquitectura de la mentira. ¿qué es la arquitectura de la mentira?

La realidad me parece que habla muy poco del alma humana, y habla muy poco de la verdad muchas veces. O habla de otra manera. Entonces el tema es encontrar los elementos para que una ficción sea verdadera y sea efectiva; se necesitan muy pocos elementos, pero tienen que estar organizados para saber que elementos forman el cimiento de una ficción. De la misma manera que un arquitecto organiza el plano de una casa, organiza la construcción de una casa, se tiene que pensar la construcción de un texto. Sabiendo esto que dice Clarice Lispector y que yo puse en el acápite del libro: «Crear sí, mentir no”. Crear no es mentir, crear no es imaginación, crear es correr el gran riesgo de poseer la realidad. Unamuno una vez, ante un facista ateo que lo bardeaba diciendole: «bueno, bueno, pero Unamuno, Dios no existe”, dijo: «No, no. Dios existe, nosotros somos los que no existimos”. Es brillante, no porque exista Dios o no. Quien puede ver las cosas de otro modo. Decir que dios no existe tan categóricamente es exactamente lo mismo que decir que nosotros no existimos. Si yo digo «nosotros no existimos” categóricamente es lo mismo que decir: «Dios no existe”. El dios de hoy es la ciencia, está científicamente comprobado dice cualquiera, y no sabe qué carajo está diciendo. ¿Qué está científicamente comprobado? Yo creo que mi literatura es una literatura de la incertidumbre, que es lo que más me aleja de la derecha. Decirme, no sé, esto es incierto, a mi me parece esto, esto es lo que vi, esto es lo que sentí. Y punto.

Y el ser músico. ¿Te aporto algo la música a la escritura?

Sí. Yo creo que mi capacidad de afinar la prosa es, sobre todo los finales, de ajustar las cadencias tiene que ver con mi oído musical. Creo que la música es el lenguaje supremo de la humanidad, sublime. No hay lenguaje como la música. Después viene la poesía; todos aspiramos a eso, a sonar como música, a quebrar inclusive la frontera de los idiomas. La música me influye mucho, es verdad.

¿En que proyecto de escritura estás ahora? ¿qué estás escribiendo?

Estoy con una novela: «los ángeles también deben morir”. Ya me compré la máquina de escribir. Yo siempre uso una maquina de escribir para cada libro y después la abandono y no la uso nunca más. «Los ángeles también deben morir” es una novela muy rara porque hay una especie de vampiro, una especie de sirena, y el protagonista que ahora es una persona que murió, y que no se corrompe su cuerpo, mantuvo un triangulo amoroso con dos hermanas, sin sexo. La cuenta su mejor amigo. Y exploro la amistad desde el lugar más profundo. Si bien ellos no son homosexuales, la amistad es tan profunda, tan profunda, que tuvieron relaciones sexuales, desde necesitar abrazarse, necesitar besarse, necesitar penetrarse. Estoy explorando un montón de cosas que no sé que son, pero que las busco porque no sé que significan profundamente en mí. No me conozco del todo en ese terreno. Y ahí es donde me gusta ir a mí, donde me conmueve, donde me moviliza, donde no me conozco, donde me da curiosidad, miedo, incertidumbre saber lo que voy a encontrar. Y la escritura me permite conocerme cada vez más. Ya que el principal problema en este mundo para mí soy yo. Soy yo, que hago con esto, donde lo llevo y para qué.


¿Cómo te gustaría que te recuerden?

Me gustaría que me recuerden como un escritor que reflejó algo importante de la angustia y la dificultad de vivir estos tiempos, un tiempo de crisis, donde se disgregó la familia tal cual se conocía, y todo empezó a ser una vida de angustias, de correr detrás de ilusiones falsas, donde en medio de una sociedad desconectada fui un ser humano que todo el tiempo busco conectarse con lo verdadero, todo el tiempo tuvo tiempo para escuchar a sus amigos, tuvo tiempo para escribir, dedicó su tiempo a escribir en vez de hacer dinero, en vez de venderse. Me gustaría que me recuerden como una persona que nunca se vendió. Me gustaría que me recuerden como una persona consecuente con todo lo que dije y por lo tanto verdadera.

Foto de tapa: Juan Pablo Barrientos

Foto de librería: Brenda Fahey



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