14/08/2012

Los medios para justificar el fin

nueva_tapa.jpgCombatir los monopolios y democratizar la palabra fueron los argumentos para sancionar la nueva ley de radiodifusión, lejos de esto se ha profundizado la concentración de medios por parte de miembros y amigos del gobierno. La ley no ha modificado nada en apariencia y el único cambio a la vista es la placa de inicio y fin del espacio publicitario. Manteniendo el principio gatopardista «cambiar algo para que nada cambie”. Por El Caminante para ANRed


Esta semana luego de la suspensión de los concursos para TV digital, las redes de medios comunitarios y alternativos salieron a criticar y desmentir la expresión del Jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina: «Más oportunidad al sector no comercial”. Mediante un comunicado expresan que nunca los medios comunitarios fueron tenidos en cuenta, ni siquiera tuvieron una audiencia con la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA).

Por otra parte denuncian la entrega de señales sin concurso previo; como el caso del canal oficialista 360 TV perteneciente al grupo Electroingeniería, del sindicato de la construcción encabezado por Gerardo Martínez, tan cuestionado además por sus vínculos con la dictadura.

A casi tres años de sancionada la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual estructuralmente nada ha cambiado. Desde diferentes ámbitos se sucedieron reclamos sobre los aspectos incumplidos de la ley, como la representación de la oposición en el AFSCA, el reparto discrecional de la pauta oficial publicitaria (que premia o castiga a los medios según su línea editorial), la manipulación tendenciosa del entretenimiento (Fútbol para todos) a través del cual se hace propaganda de gobierno y la instalación de un discurso único e incuestionable donde preguntar es casi un delito.

Lo cierto es que detrás de la tan anunciada y festejada democratización de los medios se sigue reproduciendo el mismo sistema que se decía combatir, la concentración de medios en pocas manos. No se limitó el poder de los grandes multimedios y además los «amigos” del gobierno absorben gran cantidad de radios, diarios y canales de Tv; el caso más reciente fue la compra de C5N y seis radios de Daniel Hadad transferidos al Grupo Indalo, del empresario kirchnerista Cristóbal Lopez, violando una vez más la nueva ley (infografia). Estas corporaciones monopolizan la producción de sentido, la producción ideológica y, a través del periodismo servil, enfatizan problemáticas intrascendentes, agitan falsas polaridades (Clarín/Gobierno, Derecha/Progresismo) y promueven identificaciones de intereses que no representan las prioridades de las mayorías. Hoy como ayer la comunicación sigue siendo funcional a los poderosos.

El Grupo Clarín, uno de los ejemplos más monstruosos de concentración mediática, favorecido por los gobiernos de Carlos Menem, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, no ha modificado en nada su corporación y se estima que debe comenzar el proceso de desinversión (venta de empresas) a partir del 7 de diciembre, al igual que otros oligopolios de la comunicación.

En cuanto a los medios comunitarios, las televisoras alternativas y populares han rechazado las resoluciones 685 y 686 que llaman a concursos para la adjudicación de frecuencias en Tv digital considerándo que resulta restrictiva (los pliegos para participar cuestan entre 50 mil y 140 mil pesos) y que benefician a las fundaciones fantasma, a los sindicatos burocráticos, entre otros. También desde la Red Nacional de Medios Alternativos, afirman que no se encuentran claramente incluidos en la ley.

No se ha derogado el decreto 527/05 firmado por el ex presidente Néstor Kirchner; el acceso a la información pública, el manejo de la publicidad oficial y la adjudicación del espectro radio eléctrico sigue dependiendo del poder político. Además en ningún punto se contempla otorgar medios técnicos, por lo tanto quienes detentan el poder económico y tecnológico son los únicos en condiciones de emitir el mensaje.

Frente a esta situación, el desafió es convertir la debilidad en fortaleza. Integrar una ofensiva comunicacional horizontal en la universidad, en la fábrica, en la calle, en los espacios radiales, en las redes virtuales; desde donde podamos reconocernos y articularnos, equidistantes del gobierno como de sus circunstanciales amigos y enemigos, y poner en agenda la resistencia (los cortes de calle, las tomas de tierra, las huelgas, los reclamos medio ambientales) y la desigualdad. Donde el pobre no sea el vago, el delincuente, sino el exponente de una sociedad injusta. Recuperar banderas, reinventar la palabra, elevar las preguntas como antorchas aunque escaseen las respuestas.



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