16/12/2011

Derecho de Huelga en la Argentina: ¿Hubo conflictos obreros entre 1946 y 1955?

tapa-469.jpgEntre los temas del discurso de asunción de Cristina Fernández de Kirchner, se han destacado dos. Por un lado, el derecho de huelga, del cual sorprende la falta de conocimiento de la presidenta y de la mayoría de los asistentes al Congreso. Por otro, la conflictividad obrera durante los dos primeros gobiernos de Perón que a muchos les conviene «ignorar”. Contra el olvido, hemos de aportar datos y análisis. Por Leónidas Ceruti, historiador.

1.- Desmemoriados y temerosos

Entre tantos temas del discurso de asunción de Cristina Fernández de Kirchner, dos se han destacado: el derecho de huelga y la conflictividad obrera durante los dos primeros gobiernos de Perón.

Sobre el primer tema, sorprende la falta de conocimiento de la presidenta, abogada, peronista y constituyente del 94, y de la mayoría de los asistentes al Congreso.

Lo que sucede es que muchos historiadores, periodistas, politicólogos no han abordado esas temáticas como corresponde. Ocultan que en la Constitución del 49 no estaba el derecho de huelga e «ignoran” los conflictos obreros durante los dos primeros gobiernos de Perón. Otros utilizan recursos de la oratoria para justificar la ausencia del derecho de huelga.

Por qué sucede eso. Por temerosos, temen ser tildados de gorilas, ahora destituyentes, vendidos a la «corpo”. Por eso recortan la historia y ocultan parte de ella.

Pero debemos ser justos con otros historiadores que han realizado muy buenas investigaciones del movimiento obrero entre 1945 y 1955, y algunos figuran en la bibliografía que utilizamos para este artículo.

Contra el olvido de muchos, hemos de aportar estos datos y análisis.

2.- De olvidos, errores y aprietes a los trabajadores

En su discurso, en el Congreso, Cristina Kirchner deslizó: «Alguien me dijo que en la Constitución peronista de Sampay (en referencia a la Constitución sancionada en 1949 y redactada, entre otros, por Arturo Sampay) no estaba el derecho de huelga. ¿Podrá ser posible? Ah, no había conflictos con Perón”, se contestó con ironía. Y añadió: «O sea, cuando estaba Perón no había derecho a huelga, digo por los que lo reivindican a Perón y nos critican a nosotros”. Señaló entonces que «el derecho de huelga es un derecho que asiste a todos los trabajadores por imperio de la Constitución reformada» en 1994 y arremetió que en esta gestión «hay derecho de huelga, pero no de chantaje ni de extorsión».

A modo de respuesta a la Presidenta, la diputada peronista Graciela Camaño afirmó a viva voz en el recinto que «durante el gobierno de Perón no hubo conflictos». Cristina Kirchner le contestó que ella se acordaba del conflicto durante el primer gobierno peronista con los sindicatos ferroviarios, que comenzó en 1950 y recrudeció en 1951, en reclamo de aumentos salariales. Vale recordar que para reprimir la huelga Perón militarizó a los ferroviarios, poniéndolos en la órbita del Ejército. Se despidió y encarceló a los líderes de la huelga, y más tarde dispuso la detención de 2000 trabajadores, de los cuales 300 quedaron presos.

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Juan Carlos Schmid, quien integra el Consejo Directivo de la CGT y es uno de los hombres de mayor confianza de Hugo Moyano, salió a contestarle a Cristina Kirchner: «No sé quién la habrá asesorado a la Presidenta. Hubo muchas huelgas durante los gobiernos peronistas. No solamente de los ferroviarios, marítimos y gran cantidad de conflictos que se dieron, y estaba Perón”.

Por otra parte, hay que aclarar que el derecho de huelga está contemplado en el Artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Dicho artículo, que contempla los derechos laborales, gremiales y de seguridad social, fue incorporado a la Constitución en la reforma de 1957, luego de que el gobierno de los golpistas del 55 declarara nula la reforma de 1949. Y no como dijo la presidenta desde la reforma de la Constitución de 1994, y dio a entender que hoy rige el derecho de huelga producto de las bondades de El y Ella.

Además, desde hace varias semanas, la presidenta se ha dedicado a criticar a los trabajadores en sus formas y temas de protestas. Primero pidió y recomendó: «Les pido que cuando protestemos lo hagamos un poco en la vereda y en el cordón para que la gente pueda circular y llegue a la escuela, al trabajo, para que pueda llegar”– y después solicitó «no complicar la vida a la gente”, ni violar la ley ni utilizar métodos violentos.

Luego, vino aquella descalificación de los empleados de los subtes, cuando haciendo «docencia” desde el atril, rodeada de aplaudidores, criticó las «actitudes egoístas, insolidarias, impropias» de los trabajadores de Metrovías que, a modo de protesta, se negaron a recargar las tarjetas SUBE porque les provoca tendinitis. «Vi a mi viejo trabajar en el colectivo, tenía que sacar boleto por boleto. Laburó toda su vida y nunca tuvo tendinitis de nada». «Estos de la tendinitis son a los que les reconocimos la libertad sindical. Les pido a todos los argentinos que tienen responsabilidades, que trabajan, que estudian, que están arriba de un arado, que pensemos un minuto no sólo en nosotros mismos», sostuvo.

Y, en su último discurso, renovó su reclamo a docentes, petroleros y a los gremios que hacen huelga: a eso lo ve como un chantaje o una extorsión, y no como un derecho. Como pasó muchas veces, se les reclama a los trabajadores «responsabilidad y evitar así la enorme pérdida económica que provocan esas medidas”. Ese pedido a los docentes ya lo había realizado en 2007. Por entonces, les había solicitado que no atentaran contra el cumplimiento de los días de clase.

3.- Derecho de huelga y el artículo 14 bis

Carlos Marx escribió que «El capitalista (…) se ha ganado en el mundo una buena fama como hombre excéntricamente apasionado de lo que llama la libertad de trabajo. Es tan fervoroso partidario de dar a sus obreros, sin distinción de edad o sexo, la libertad de trabajar para él todas horas del día, que ha rechazado siempre con la mayor indignación toda ley fabril que pueda coartar la libertad. La sola idea de que un sencillo trabajador pueda ser tan infame como para proponerse un fin más alto que el de enriquecer a su patrono y Señor, a su superior natural, le produce escalofríos. No quiere solamente que sus obreros sigan siendo míseros siervos, sobrecargados de trabajo y mal pagados, sino que quiere además, como todo esclavista, que sus trabajadores sean siervos que se arrastren a sus pies, sumisos, moralmente avasallados, religiosamente humildes y de alma contrita. De ahí la furia verdaderamente demencial que en él provocan las huelgas. Una huelga es para él una verdadera blasfemia, una revuelta de esclavos, la señal del diluvio universal social en castigo de sus pecados». (1)

Es por eso que las luchas y reclamos por el derecho de huelga tiene una larga historia a nivel mundial y también en nuestro país. En la Constitución sancionada en 1853, y en las posteriores modificaciones, el derecho de huelga no apareció hasta 1957.

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En ocasión de la sanción de la Constitución de 1949, definida como una Constitución Social, en la primera sección del Artículo 37, fue conocido como el Decálogo del Trabajador, integrado por 10 incisos, pero no estaba incorporado el derecho de huelga. Lo que sí se incluía era lo referido a los derechos a trabajar, a una retribución justa, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo, a la preservación de la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección de su familia, al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales. Además, incluía una gran cantidad de derechos y garantías, relacionados con el progreso social y económico. Entre ellos: el derecho de reunión (art. 26), la prohibición de discriminar por raza (art. 28), los derechos del trabajador (art. 37, I), la igualdad jurídica de hombre y mujer en el matrimonio (art. 37, II), el bien de familia (art. 37, II), la patria potestad compartida (art. 37, II), los derechos de la ancianidad (art. 37, III), la educación primaria obligatoria y gratuita (art. 37, IV), la autonomía universitaria (art. 37, IV),la función social de la propiedad (art. 38), la estatización del comercio exterior (art. 40), la nacionalización de los recursos mineros y energéticos (art. 40), la estatización de los servicios públicos (art. 40), el voto directo (arts. 42, 47 y 82). (2)

Anteriormente, se había discutido la inclusión del derecho de huelga en la Constitución y, en la década del 40, tanto socialistas como peronistas se opusieron a incluir el derecho de huelga en la Constitución para evitar la reglamentación y limitación del mismo; los radicales intransigentes por el contrario, proponían su inclusión y las atribuciones de los sindicatos; los conservadores impulsaban la reglamentación legal del derecho de huelga y la distinción entre huelgas legales e ilegales.

3.1.- Derogación de la Constitución de 1949

Producido el golpe militar de 1955, el presidente de facto general Eduardo Lonardi mantuvo la Constitución del 49 sin cambios. Poco después se produce un golpe dentro del golpe, asume el general Pedro Eugenio Aramburu quien, el 27 de abril de 1956, dictó una proclama declarando nula la reforma constitucional de 1949, e imponiendo la Constitución de 1853 con las reformas de 1860, 1866 y 1898.

El 12 de abril de 1957, por Decreto 3838/57, los golpistas decidieron declarar la necesidad de una reforma constitucional y convocar a elecciones para conformar una Convención Constituyente y le impone un lapso sorprendentemente breve, que no puede superar los 45 días, con caducidad automática. La representación se establecería proporcionalmente. La convocatoria prohibió también la participación de los peronistas.

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3.2.- La Convención Constituyente del 57

Posteriormente, el 28 de julio de 1957, se realizaron las elecciones. El pueblo peronista votó en blanco siguiendo las instrucciones de Perón. Los partidos políticos que apoyaban la reforma (UCRP, PS, PDC, PDP, PD, PDC y PCI) alcanzaron 120 bancas, mientras que los partidos que estaban en contra de la reforma (UCRI, PL, PdelosT, UF) obtuvieron solo 85 bancas.

La Convención Constituyente se reunió en la Ciudad de Santa Fe entre el 30 de agosto y el 23 de septiembre de 1957. Al comenzar las sesiones los convencionales de la UCRI (Oscar Alende, Oscar López Serrot) y otras fuerzas menores como el Partido Laborista (Cipriano Reyes, Ricardo Ovando), el Partido de los Trabajadores (Juan C. Deghi) y la Unión Federal (Enrique Ariotti) plantean la nulidad de la Convención Constituyente. El argumento básico que utilizan es que un presidente de facto no tiene facultades para derogar una Constitución, ni para declarar la necesidad de su reforma. Señalan el carácter antidemocrático de impedir la representación del electorado peronista. Denuncian que el verdadero objetivo de la Convención es convalidar el retorno a la Constitución de 1853 y eliminar definitivamente los derechos sociales y económicos establecidos por la Constitución de 1949.

La UCRP (Laurencena, Jaureguiberry) y los partidos Socialista (Alfredo Palacios, Nicolás Repeto, Américo Ghioldi, Teodoro Bronzini), Demócrata Progresista (Luciano Molinas), Demócrata Cristiano y los partidos conservadores (Luis M. Otero Monsegur, Emilio Hardoy) votan a favor de la legalidad de la Convención Constituyente. La UCRI y los partidos contrarios a la reforma se retiraron dejando a la Convención con un quórum muy estrecho.

El resto de la Asamblea resuelve tomar como base la Constitución de 1853 (con las reformas de 1860, 1866 y 1868) y proceder a la reforma de una larga lista de artículos y temáticas.

3.3.- La sanción del artículo 14 bis

Sin embargo, una vez declarado tácitamente por la Asamblea la vigencia de la Constitución de 1853, resultó evidente que la mayoría de la Convención Constituyente no estaba realmente interesada en producir reformas. La situación alarmó a los sectores que permanecían en Santa Fe, en particular al sector radical intransigente, que estaba dentro de la UCR del Pueblo.

En esta encrucijada, Crisólogo Larralde, entonces presidente de la UCRP, se traslada a Santa Fe y controla personalmente la asistencia de los convencionales radicales. De ese modo logra que un número suficiente asista a la sesión donde se discutió el artículo referido a los derechos del trabajo, que fue finalmente sancionado como artículo nuevo después del Artículo 14, o Artículo 14 bis. Inmediatamente después de votado dicho artículo, los convencionales conservadores y gran parte de los convencionales radicales dejaron simplemente de asistir a la Asamblea, dejando sin quórum a la Convención, que así no pudo siquiera tratar la extensa lista de reformas que se había propuesto.

3.4.- Qué plantea el artículo 14 bis

El contenido de dicho articulo destaca que el trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial.

Queda garantizado a los gremios concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; y el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo.

El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna.

El artículo 14 bis está dividido en tres párrafos: el primero trata del derecho individual del trabajo, el segundo del derecho colectivo del trabajo, y el tercero de la seguridad social. En el Segundo párrafo (derecho colectivo del trabajo), se destaca la inclusión del derecho de huelga.

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4.- Conflictos durante el primer peronismo

Desde que Perón se hizo cargo del Departamento Nacional del Trabajo, posteriormente estuvo al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión; luego del golpe militar del 4 de junio de 1943, se inicio una nueva experiencia para el movimiento obrero argentino. Las organizaciones sindicales tuvieron desde esa fecha una estrecha relación con la Secretaría de Trabajo y Previsión y lo que sobresalió fue que su desarrollo fue promovido desde el poder ejecutivo.

Entre las medidas que alentaron la activación sindical estuvieron: aumento de salarios, legislación progresista sobre todos los rubros del ámbito laboral, universalización del sistema jubilatorio, creación de la justicia del trabajo, impulso al sistema de educación técnico-profesional, y, fundamentalmente, una expansión incesante de la negociación colectiva que, prácticamente, llega a cubrir a todo el personal en relación de dependencia.

En estos convenios colectivos, muchos de ellos acordados como culminación de conflictos, se puede apreciar un considerable enriquecimiento de sus cláusulas, por ejemplo, una pormenorizada descripción de las tareas a realizar en el puesto de trabajo; un control más riguroso sobre las condiciones de trabajo; y, lo que será de excepcional importancia, la aceptación, que se irá generalizando, del funcionamiento en el interior de las empresas, de delegados y comisiones sindicales.

Mediante la acción desplegada por estos delegados y comisiones internas en el lugar de trabajo, se garantizaba el cumplimiento adecuado de la legislación laboral y de lo acordado en las cláusulas convencionales. Asimismo, su presencia en el establecimiento, además de corporizar cotidianamente la existencia de las organizaciones sindicales, representaba un límite objetivo al autoritarismo patronal y una preservación de los derechos logrados, que perdurará en la memoria colectiva de los trabajadores como uno de los logros más sustanciales de esa época.

Esas comisiones internas y cuerpos de delegados fueron duramente atacados por los golpistas del 55 y del 76.

Hacia fines de 1944 la situación tendió a tornarse insostenible para los empresarios que entendían que en la Argentina «nunca existió una verdadera lucha de clases con las características propias de los países de tradición industrial”. En ese contexto, el Estado debía administrar justicia «sin preferencia hacia un sector ni odios contra otros”. Avanzaban aún más los empresarios alegando que las actitudes de la Secretaria de Trabajo y Previsión estaban incrementando la indisciplina en las fábricas con «el uso siempre más generalizado de cierta terminología que hace presentar a los patrones en una posición de prepotencia y cada arreglo, no como un acto de justicia, sino como una conquista que, de ser necesario, los trabajadores sabrían defender aún con más fuerza”. Ante la creciente oposición patronal, Perón multiplicará su actividad. Entre agosto de 1944 y octubre de 1945, pronunciará más de 100 discursos y participará en más de 20 concentraciones populares, 15 de ellas en el interior del país.

Durante los tres primeros años del nuevo gobierno, tanto los dirigentes como los trabajadores no permanecerán pasivos aguardando los beneficios derivados de la política social oficial. Por el contrario, en esos años se registra un incremento de la conflictividad laboral con el objeto de asegurar las reivindicaciones ya obtenidas y forzar a la patronal a ampliar los beneficios. En ese contexto, el sustancial incremento del salario real registrado hasta 1949, no parece haber sido tan solo consecuencia de la favorable coyuntura productiva. Asimismo, la participación de los asalariados en la distribución del ingreso nacional alcanzó porcentajes nunca superados posteriormente (aproximadamente el 50%). (3)

La primer camada de la burocracia sindical se consolida alrededor de 1948-1949, cuando son desplazados los dirigentes obreros que habían formado el Partido Laborista y la CGT pasa a depender mucho más del Estado y de Perón.

En esos años, vemos que las huelgas entre 1946-1948, se da un periodo de alza, de cien huelgas anuales de promedio, luchas éstas que son anteriores a la consolidación de la burocracia sindical; fueron dirigidas evidentemente por activistas de base, y su objetivo eran reivindicaciones económicas y sociales; no buscaban enfrentar al gobierno peronista por el que habían votado, sino conquistar a nivel de fábrica el programa de reivindicaciones implícito en su voto. Más tarde, cuando se consolida la burocracia sindical y pasa a depender mucho más del Estado, el promedio de huelgas disminuye mucho (26 anuales entre 1949-1955). (3 bis)

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La economía del país había tenido un sostenido crecimiento, pero desde 1949/50, surgieron una serie de trabas que afectaron el ritmo de desarrollo económico. Entre otras, las dificultades fueron: la recuperación de Europa, luego de la Segunda Guerra Mundial, y la normalización de los abastecimientos alimenticios produjeron una baja en el mercado mundial de los productos agrarios, desestabilizando las exportaciones, y los problemas climáticos que originaron pérdidas significativas en las cosechas de 1949/50 y 1951/52.

Por todo ello, el gobierno implementó un plan económico de crisis, que se dio a conocer en 1952, destinado a provocar «un aumento en la producción, austeridad en el consumo y el fomento del ahorro”. Se promovía la producción agropecuaria, sin abandonar la protección a la industria, y se tendía a vincular los aumentos salariales al crecimiento productivo.

La actividad sindical reflejará la situación económica, así como los avances que el Estado iba realizando para limitar su grado de autonomía. Hacia 1950 muchos de los líderes sindicales más militantes, tanto antiguos como nuevos dirigentes, fueran siendo reemplazados por cuadros más moderados y dispuestos a una mejor relación con el Ministerio de Trabajo.

La CGT iría derivando de coordinadora de la acción sindical y mediadora entre los sindicatos y el Estado. Sin embargo, estos rasgos que tenderán a reforzarse en la coyuntura recesiva de 1952, acompañando el deterioro del nivel de ingresos de los asalariados, se revelarán impotentes para contener la protesta obrera que va a producirse como consecuencia de la renovación de los convenios salariales en 1954. En esa ocasión, la CGT y varios sindicatos se verán desbordados por el desencadenamiento de conflictos liderados por sectores disconformes.

A pesar de su identificación peronista, reclamarán aumentos de salarios y mejores condiciones de trabajo, cuestionando en algunos casos la legitimidad de las direcciones sindicales. Esta reacción sindical parece mostrar que no se podía reducir a la pasividad a la extensa red de comisiones internas que, algunas veces acompañadas de cuadros sindicales intermedios, manifestaban vivamente sus propuestas reivindicativas. De todas las organizaciones creadas entre 1946 y 1955, las únicas que lograron mantener su legitimidad durante dicho período fueron los sindicatos y fueron también las únicas organizaciones que sobrevivieron al golpe del 55.

Existe cierto consenso en diferenciar las acciones de lucha de 1945/46 con las posteriores. Las primeras, serían alentadas o toleradas por el propio Perón. Con ellas la Secretaría de Trabajo y Previsión presionaría sobre los empleadores para el cumplimiento de la legislación impulsada desde ese organismo. En cambio, los movimientos de protesta que se inician desde mediados de 1946 se caracterizan por un enfrentamiento entre las bases y las burocracias o simplemente como respuesta a reclamos no satisfechos.

Las acciones de fuerza que se originan a partir de 1946 hasta 1948 tienen por función profundizar las reivindicaciones conseguidas (aguinaldo, vacaciones pagas y, sobre todo, los convenios colectivos de trabajo). Durante el año 1948 hay un aumento de las huelgas en relación con el año anterior. Sin embargo, el número de huelguistas y la cantidad de jornadas de trabajo perdidas desciende considerablemente. Se puede sostener que el grueso de los reclamos de la clase va siendo saldado y los conflictos comienzan a estar circunscriptos a determinadas patronales o a reclamos específicos de cada rama. También se puede observar que durante 1949 hay un descenso de las medidas de fuerza en todas sus formas. (4)

Se pueden señalar algunos factores que determinaron la brusca disminución de huelgas después de 1948. La causa parece haber sido la satisfacción de las principales demandas económicas y profesionales de la mayoría de los trabajadores. El problema que podría plantearse es que en 1948 hay un crecimiento de las medidas de fuerza parciales: paros, trabajo a desgano y brazos caídos.

Una síntesis de los conflictos y huelgas importantes entre 1947 y 1954 es la siguiente: 1947: Textiles, Portuarios y Ferroviarios, 1948: Metalúrgicos, Frigoríficos, Azucareros, 1949: Gráficos, Azucareros, 1950: Municipales Buenos Aires, Bancarios, Ferroviarios, Construcción, 1951: Ferroviarios, Textiles, Bancarios, 1952: Metalúrgicos, Ferroviarios, 1953: Ofensiva sobre las Comisiones Internas y las regulaciones salariales, 1954: Metalúrgicos, Tabaco, Caucho.

En esos conflictos se produjeron hechos destacables como que en algunos de ellos las bases actuaron por fuera de los dirigentes y no falto la represión. Así se dio en 1947 cuando los Textiles realizaban un acto en el Luna Park y fueron atacados por la policía. Mientras que en 1949, durante la huelga de los azucareros de la FOTIA de 45 días, sufrieron una fuerte represión y fue asesinado el obrero Aguirre. Los ferroviarios en 1951 fueron movilizados, se producen cientos de detenidos y quedaron presos 300. Los aumentos salariales fueron conseguidos por las comisiones internas, y fueron criticadas desde el ejecutivo nacional.

Durante esos años se dieron los primeros antecedentes de empresas tomadas por los trabajadores y que realizaron control obrero y autogestión de la producción. Esas nuevas experiencias se dieron en 1951 con las fábricas textiles Royaltex, Produtex y Medias París, que llegaron a comercializar sus productos en Uruguay.

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CITAS

1.- «Las matanzas Belgas. A los obreros de Europa y Estados Unidos», Londres, 1869. Eltexto se recoge en Carlos Marx, F. Engels en, La internacional. Documentos, artículos y cartas. Fondo de cultura económica, México, 1988, págs. 43 -44 – citado por el Dr. Antonio Baylos Grau

2.- Dr. Eduardo Alfonso Depetris, Equipo Federal del Trabajo, ensayo «Derecho de Huelga, Nuevas Tecnologías y Trabajo Docente”.

3.- Fernando Castelo, La clase obrera bajo el peronismo,

3 bis.- Daniel C. Fernández, Las luchas obreras en la Argentina moderna. Cuadernos Políticos, número 31, México D.F., ed. Era, enero-marzo, 1982,

4.- Doyon, Luoise M.; Conflictos obreros durante el régimen peronista; en Juan Carlos Torre (compilador) «La formación del sindicalismo peronista”; Buenos Aires, Legasa, 1988.

5.- Fernando Castelo, op. cit.

BIBLIOGRAFIA UTILIZADA

1.-Doyon, Luoise M.; El crecimiento sindical bajo el peronismo; en Juan Carlos Torre (compilador) «La formación del sindicalismo peronista”; Buenos Aires, Legasa, 1988.

2.-Doyon, Luoise M.; La organización del movimiento sindical peronista; en Juan Carlos Torre
(compilador) «La formación del sindicalismo peronista”; Buenos Aires, Legasa, 1988.

3.-Doyon, Luoise M.; Conflictos obreros durante el régimen peronista; en Juan Carlos Torre (compilador) «La formación del sindicalismo peronista”; Buenos Aires, Legasa, 1988.

4.- Estatuto de la CGT (1950)

5.-Dr. Eduardo Alfonso Depetris, Equipo Federal del Trabajo, ensayo «Derecho de Huelga, Nuevas Tecnologías y Trabajo Docente”.

5.-Fernando Castelo, La clase obrera bajo el peronismo

6.-Gustavo Nicolás Contreras Clase obrera y peronismo. La «gran” huelga marítima de 1950.

7.- Daniel C. Fernández, Las luchas obreras en la Argentina moderna



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