27/11/2003

«Darle soja a un chico desnutrido es un asesinato»

soja.jpg Encuentro con el Grupo de Reflexión Rural


El Grupo de Reflexión Rural (GRR) es un colectivo de personas que desarrolla desde los años noventa materiales donde analizan las principales problemáticas del campo. En la actualidad se encuentran trabajando, entre otros temas, la cuestión de los alimentos transgénicos y el impacto de la reestructuración del sistema agrario a partir del reposicionamiento de la producción sojera.
Los objetivos del grupo se centran en dos aspectos básicos: la cuestión de la soberanía alimentaria y el repoblamiento del campo.

La soberanía alimentaria significa que la población tenga asegurado el derecho a la alimentación, que años atrás era un derecho adquirido por el simple hecho de haber nacido en el país, y que implica respetar la cultura alimentaria de la población.

Los cambios que se produjeron en el sistema alimentario responden no solo a la eterna crisis económica, sino a un replanteo de la producción agrícola, cuyo principal objetivo es la primarización de la economía. Esto implica destruir un modelo industrialista por el beneficio de una oligarquía agraria. Este proceso cuenta con una estrella indiscutible: la soja. La buena prensa que logró este grano se debe a los beneficios que reporta para los productores (entre los principales hay que destacar a los gobernadores de las tres principales provincias) que encuentran un mercado ávido de ella, fomentado por EEUU a cambio de quedarse con las principales productos que, otrora, exportaba el «granero del mundo».

«Darle soja a un chico desnutrido es un asesinato»

«Sí, es cierto que Argentina produce alimentos para diez veces su población. Claro, eso si aceptamos ahora llevarnos una tonelada y media de soja para comer todo el año» explica el GRR. Si bien nuestro país se caracterizó históricamente por desarrollar una producción agropecuaria, abastecía sólo con el excedente de la exportación, la cantidad de alimentos necesaria para su población. Este excedente estaba compuesto por con alimentos nutritivos (trigo, oleaginosas, etc.). Sin embargo, hoy la producción aceitera y sojera monopolizan el mercado de exportación, cuyo excedente prácticamente no puede utilizarse para la alimentación. El desenfreno mediático por la soja hizo que especialistas de todo tipo (muchos más de comercio exterior que nutricionistas) hablaran de sus «maravillas», a pesar de estar fuertemente contraindicada para menores y para casos de desnutrición. Esto es reconocido por el propio Estado en el Plan Nacional de Alimentación, ya que el producto «interfiere en la absorción de hierro y zinc», produciendo un efecto similar con el calcio.

En su último libro «Estado en construcción», el GRR describe el proceso de dominación cultural que implica el cambio del sistema de alimentación hacia el monocultivo y de cómo los aspectos culturales de la alimentación y la salud impactan en la construcción de la sociedad. El cultivo de soja implica un sistema agrario sin asalariados ni agricultores (un hombre con un tractor puede trabajar 50 hectáreas diarias). «La soja es un sistema cultural, social, técnico y económico», ya que garantiza la eliminación del campo, la destrucción de las propiedades de la tierra, elimina la población rural y modifica la cultura alimentaria argentina.

Por lo tanto, la configuración del monocultivo es una necesidad del centro del mundo para dominar más fácilmente a nuestros países, con el objetivo de quebrar un posible desarrollo autónomo, atacando lo más necesario de un pueblo que lucha: su salud y las fuentes naturales de alimentación.

Grupo de Reflexión Rural: rtierra@infovia.com.ar



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