14/07/2003

Las penas son nuestras, las vaquitas son ajenas.

cartonero.jpg Crónica de la represión policial al MTD 26 de junio de La Matanza.


El sábado 12 de julio a las 9:30 de la mañana, varias familias integrantes del MTD 26 de Junio del barrio Vicente López, se reunieron en un predio de Villa Celina del partido de la Matanza. Allí es donde habitualmente se realizan las actividades del movimiento: un horno de barro en el que se cocina pan para luego ser vendido a precio popular, un comedor y un merendero que alimenta a los chicos del barrio.

Sin embargo, esta vez el encuentro tenia otros motivos. «Compré tirantes por 10 pesos» comentaba una mujer, mientras el grupo de vecinos esperaba la llegada de un contingente del MTD de Merlo. Una carretilla con herramientas paseaba por el barro y los má pequeños corrían sobre las cañas que estaban desparramadas por el piso.

A dos cuadras del centro de trabajo, un terreno fiscal y en desuso, plagado de malezas, basura y escombros era custodiado por dos patrulleros y un clásico de la dictadura, el falcon.

Aparentemente un grupo de personas pretendía usurpar esas tierras, y la Bonaerense, en defensa de la Ley aunque sin orden de desalojo, iba a impedirlo. Por eso, el oficial Velásquez y el Cabo «Lucho» de la comisaría 11ª de Villa Recondo, habían recurrido al «dialogo» como primera instancia. «No queremos trompadas, pero si quieren entrar, vamos a responder».

Los esfuerzos eran en vano. Chicos y grandes tenían metidos en la cabeza y en el cuerpo, el invierno, el hambre, y la necesidad de tener un techo para sus 65 familias.
A las 13 horas, apareció el grupo de vecinos restante. Entre aplausos y saludos, la carretilla se echó a andar por la calle de tierra Puerto Rico.
Los integrantes del movimiento se aproximaron al baldío por la parte trasera. Tres efectivos sin identificación y a los gritos corrían hacia ellos desde el otro extremo del terreno. El más grande, y con itaca en mano, apuntaba hacia rostros y estómagos como queriendo detener la muchedumbre decidida a avanzar. En ese instante y sin previo aviso, comenzó a disparar. El zapato de Iki, un pibe desocupado, recibió una de las balas de goma, que luego de rebotar le hirió la mano al igual que a otro joven. La represión y el griterío de los uniformados eran inútiles. La cara de una mujer se ajó aun mas cuando un perdigón le rozo la cara. Entonces una lluvia de piedras cayó sobre los policías que retrocedían confundidos para luego correr y escaparse en una camioneta.

Sin más, hombres y mujeres se dedicaron a desmalezar el lugar y a levantar una cerca con cañas. Mientras unas algunos preparaban el guiso con arroz, un vecino cuya casa lindaba con el basural, recibía los bolsos de los desocupados en caso de que volviera la policía. Y no estaba equivocado.
Una hora más tarde, llegaron los refuerzos. Un colectivo con 30 «azules» armados con bastones, ovejeros y escudos, a cargo del comisario Barreto, se preparaba a una cuadra para desalojar a quienes querían construir viviendas.

Para los vecinos, el problema no era que el terreno pertenecía a la municipalidad de la Matanza, sino que un grupo de vecinos de la Cooperativa «Los Alamos»de Villa Celina, en contacto con punteros del PJ, habría pretendido adjudicárselo para continuar estafando al barrio por medio de la compra-venta de predios y edificaciones sin título.
Más tarde arribó el juez Norberto Ochipinti y el fiscal de turno de Garantías de La Matanza con una orden judicial, para «legalizar» lo que horas antes había sido un operativo represivo e ilegal.

Ante las amenazas de los funcionarios, los manifestantes tomaron las palas, las guadañas y los machetes, para abandonar lo que podría haber sido una salita de primeros auxilios y un comedor. Los vecinos miraban desde las veredas cómo se retiraba cantando el MTD. «Para nosotros no es una sigla, somos trabajadores desocupados y nuestra idea es volver a ser trabajadores ocupados» explicaba Agustín, mientras un grupo de chicos de la cuadra los acompañaba en su marcha de regreso.



0 comentarios

1000/1000
Los comentarios publicados y las posibles consecuencias derivadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Está prohibido la publicación de comentarios discriminatorios, difamatorios, calumniosos, injuriosos o amenazantes. Está prohibida la publicación de datos personales o de contacto propios o de terceros, con o sin autorización. Está prohibida la utilización de los comentarios con fines de promoción comercial o la realización de cualquier acto lucrativo a través de los mismos. Sin perjuicio de lo indicado ANRed se reserva el derecho a publicar o remover los comentarios más allá de lo establecido por estas condiciones sin que se pueda considerar un aval de lo publicado o un acto de censura. Enviar un comentario implica la aceptación de estas condiciones.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Ir arriba