25/05/2007

Telesur y el sentido de su existencia en las Jornadas de Caracas

teleSUR_swap.jpg Los días 19 y 20 de mayo la emisora Telesur convocó a las «Jornadas sobre el Derecho a Informar y estar Informado», en Caracas. Estas jornadas se realizaron pocos días antes de que finalice la concesión de RCTV, la emisora que tomó parte del golpe de Estado de abril de 2002 contra Hugo Chávez. En este artículo Modesto Guerrero retoma las intervenciones de Tristan Bauer, Yuri Pimentel y Danny Glover para discutir los usos de Telesur y el rol de la contrainformación.


Por Modesto Emilio Guerrero

Quiero comentar tres aspectos resaltados por tres ponentes durante los tres días de debate y explicaciones, en las «Jornadas sobre el Derecho a Informar y estar Informado», asunto ocurrido en Caracas los días 19 y 20 de mayo, convocadas por la emisora Telesur.

Partiendo del hecho de que las distintas mesas de este encuentro, lo mismo que las discusiones de la Primera Asamblea Nacional de Medio Comunitarios, ocurrida en la misma ciudad en las mismas fechas, tratan del mismo problema -relaciones entre el poder, los medios y el derecho democrático a informar y ser informado-, vale la pertinencia de las tres declaraciones que comentaré. Lo que dijeron Tristan Bauer, Yuri Pimentel y Danny Glover.

Sendas jornadas se realizan en el Teatro Teresa Carreño y en el Palacio Federal en forma simultánea y correspondiente, donde se abordaron los siguientes temas: «Impunidad y poder de los grandes emporios de la comunicación», «La responsabilidad de los Estados», «El uso del espacio radioeléctrico como bien público», «La propiedad social de los medios», la relación de los medios llamados alternativos y los nuevos organismos de poder popular en Venezuela, y las alternativas a la situación actual.

El ponente que llevó el dilema (o trilema: Medios, Poder Político, Poder Popular) hasta sus últimas consecuencias fue Yuri Pimentel, un joven político venezolano emergido en los años 80, que hoy ocupa el cargo de Vicepresidente del canal Telesur. Este hecho, tener una responsabilidad en un gobierno como el bolivariano, aumenta la importancia de lo que dijo.

¿Qué dijo?

«Los pueblos que combaten por ser libres debemos enfrentarnos a esta problemática en términos de una guerra de liberación, para ello debe integrarse un frente anti imperialista mundial y una red de contra información dedicada a desmontar las informaciones generadas por las potencias hegemónicas y generar un nuevo orden socialista de la comunicación y la información».

Este es el centro de la cuestión. Las derivaciones conceptuales y políticas de esas declaraciones nos conducen a asuntos candentes de estrategia, principios y táctica en la actual realidad de América latina, donde Venezuela es centro de confrontación de eso que define con acierto Pimentel. Como es obvio, ser centro no excluye, sino al contrario, incluye a los otros países que le alteran el sueño a los jefes del Pentágono en nuestro hemisferio: Bolivia, Ecuador, donde poderosos movimientos de masas han eyectado gobiernos independientes de Washington y cabalgan sobre movimientos sociales muy radicalizados.

Podría extenderse a otros gobiernos como Perú y Argentina, incluso Brasil y Uruguay, donde hay movimientos de masas que resisten, pero en otros términos, porque la ecuación se modifica a partir de las buenas relaciones de sus gobiernos con el poder imperial. Y este, como se sabe desde que surgió el sistema mundial imperialista a comienzos del siglo pasado, no es un detalle diplomático.

Hacia delante o hacia atrás

Los resultados de las Jornadas organizadas por Telesur, como los de la Primera Asamblea de medios comunitarios, adquieren sentido progresivo, dinámico y útil, si sirven a las definiciones ofrecidas por Pimentel en las Jornadas. De lo contrario, corren el riesgo de pasar al olvido y convertirse en inútiles para esos fines: «desmontar las informaciones generadas por las potencias hegemónicas y generar un nuevo orden socialista de la comunicación y la información».

Allí radica la pertinencia del «frente antiimperialista mundial» que invoca el funcionario, dentro del concepto de que se trata de «una guerra», o sea de un enfrentamiento sin cuartel entre el poder imperialista y la resistencia del gobierno bolivariano de Chávez y el movimiento de masas que lo sostiene. Lo mismo valdría para Bolivia.

Es lastimoso ver que ese frente de resistencia se debilita cuando Telesur, que es una herramienta formidable «para desmontar las informaciones generadas por las potencias hegemónicas», de allí el valor de su creación, desaparece de un escenario clave en el hemisferio como Argentina.

Si no te veo no existes

Jean Paul Sartre solía recordar, refiriéndose al arte en general, que una obra de creación adquiere existencia a partir del momento en que alguien la contempla. El periodista argentino Tomás Eloy Martínez, tan conservador como buen novelista, comentó ese concepto de Sartre en un excelente estudio sobre los medios venezolanos escrito para la gran burguesía de ese país (pagado entre otros por Marcel Granier, presidente de RCTV) en 1985. Allí dice: Una obra no es solo aquello que es, por lo tanto, sino también la panoplia personal de apetitos, prejuicios, conocimientos y deseos que cada hombre deposita sobre ella»¦» (Radio Prensa y TV: entre el equilibrio y el estancamiento, T.E. Martínez, 1985, en: El Caso Venezuela. Una Ilusión de Armonía, Moisés Naim y Ramón Piñango, Caracas, 1985, pág 364).

Visto desde este punto de vista: Telesur no existe en Argentina. Más allá y más acá de las voluntades y el esfuerzo diario de sus reporteros, su productora local y las intenciones caraqueñas, el canal casi nunca existió. Esto quiere decir que, lamentablemente, Telesur Argentina no es parte de ese «frente mundial» que convoca Pimentel, ni está al servicio del noble objetivo que invoca.

Para nutrir este problema cito lo que dijo este sábado 19 de mayo en Caracas, el actor estadounidense Danni Glover, miembro del Consejo Asesor de Telesur, que también participa de las Jornadas sobre el Derecho a estar Informado»¦

Glover y Katrina

«El gobierno estadounidense, dijo Glover, siempre trata de aplacar cualquier tipo de resistencia que existe dentro y fuera de su país y esa postura tiene un impacto directo en los medios de comunicación que promueven la guerra y la desinformación»¦ Las personas (en Estados Unidos) no participan en un debate que les permita entender que ellos tienen el poder de la información. Nosotros vemos las posiciones que toman los medios y la gente debe tomar el poder y hacerse arquitecto de los medios de comunicación», instó Glover.

Esta es la otra cara del asunto que plantea Pimentel, aunque de manera implícita: No habrá frente anti imperialista en el campo informativo, ni ayudará a avanzar la liberación nacional que sirva al objetivo socialista, mientras no logremos penetrar en las mentes de una parte del pueblo yanqui, quizá el más adocenado del planeta, única explicación de lo que denuncia Glover.

Impactar en un segmento de la población pobre de EEUU no es fácil, aunque ya el presidente venezolano avanzó unos pasos cuando armó el alboroto en el año 2005 con su visita a los barrios negros pobres de New York, algo similar, aunque más osado, al impacto del Che Guevara declarando en las Naciones Unidas en 1961.

Cuando se puede y no se quiere

No será una tarea fácil. Eso hace más incomprensible la ausencia de las emisiones de Telesur en Argentina, en los horarios usados por los mortales, y no como ocurre, en el horario de los vampiros y las luciérnagas: a la madrugada. ¿Cuántos argentinos saben lo que Glover reclama para su pueblo: que Cuba y Venezuela fueron los Estados que más ofrecieron ayuda a los damnificados del Katrina? Esta información, bloqueada por los medios que dominan la opinión de Argentina, tiene un peso descomunal en un país donde la clase media reacciona ante acciones humanitarias de ese tipo.

Es la misma clase media que hace pendular el país hacia la derecha o hacia la izquierda desde que el proletariado nacional perdió peso propio. Allí radica la importancia (objetivos, táctica y estrategia) de que Telesur aparezca a plena luz del sol (para reflejar lo que pasa, no sólo lo que dice el Gobierno) y no cuando la ciudad duerme.

Y aquí viene la tercera declaración que prometí, del cineasta argentino Tristan Bauer, vertida en estas Jornadas convocadas por Telesur en Caracas, con un contenido en perfecta sincronía de objetivos con lo expresado por Pimentel y Glover: «si somos capaces de adueñarnos, como ocurre acá en Venezuela, de nuestros medios, estamos ante la posibilidad de crear una nueva televisión no sólo para América Latina, sino para el mundo».

Y para que ampliar los alcances de su concepto, señala Bauer: «si logramos democratizar de verdad el internet estaremos quebrando ese concepto terrible de emisor – mensaje – receptor». Sin la combinación de estos dos factores (propiedad estatal –y social– de los medios y acceso democrático de la red Internet), todo lo demás será un sueño de verano»¦ que se evaporará cuando llegue el otoño.

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