29/06/2003

Familiares de Darío y Maxi denuncian «puntos oscuros» en la investigación

dario1.jpg A un año de los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, sus familares continúan disconformes con la dirección que se le dio a la investigación judicial, caratulada como «doble homicidio agravado por alevosía», a raíz de la violenta represión desatada en Puente Pueyredón en la que más de 30 manifestantes resultaron heridos por balas de plomo provenientes de las fuerzas de seguridad.


Para Mabel Ruiz, madre de Maxi, y Alberto Santillán, el padre de Darío, «son muchos los puntos oscuros» en la causa que intenta aclarar quiénes son los responsables de los asesinatos de sushijos. Para ellos «nada fue casual» en el desarrollo de la represión del 26 de junio último, cuando diversas organizaciones piqueteras cortaron el acceso sur a Capital Federal en reclamo de aumento de salarios y del monto de los subsidios acorde al incremento de la canasta familiar, la implementación inmediata de un plan alimentario con continuidad y en repudio al posible desalojo de los obreros ceramistas en Neuquén. La medida fue impulsada a pesar de las advertencias que semanas antes realizara el gobierno de Eduardo Duhalde respecto a que no se permitirían más cortes.

Mabel insite en que «la justicia es muy injusta. Están las evidencias: las fotos, el material fílmico y yo, que soy una simple mamá de casa, tengo conciencia de la forma en que se organizó la Policía (bonaerense), Prefectura y Gendarmería para reprimir a los que marchaban». «No nos olvidemos que también hubo heridos por las balas que salieron de la línea de Gendarmería. Pero de eso tampoco nadie volvió a hablar, quieren encerrar la cosa en (el comisario Alberto) Fanchiotti y (el cabo Alejandro) Acosta -los únicos detenidos-, pero las balas de Gendarmería responden a la esfera de la Nación, así que no me digan que no hubo nada organizado», sequejó.

Y añadió con indignación que «a pesar de todo eso el fiscal Juan José González hace tres o cuatro meses pidió doble homicidio agravado por alevosía sólo para Fanchiotti y Acosta y encubrimiento solamente para cinco policías. ¿Qué piensan hacer con el resto de los policías que el ministro (de Seguridad bonaerense, Juan Pablo) Cafiero tiene en disponibilidad por esos hechos?, que son decenas».

Para Santillán no es menos desbordante la situación: «Todo es una estupidez. ¿Por qué poner alevosía en la causa de segunda? -se pregunta- Tuvimos que estar persiguiéndolos e insistiéndoles (por la fiscalía) durante meses» para que así sea.

«La jueza (Marisa Salvo) alegó en principio que no fue alevosía porque Darío sabía que iba a un lugar peligroso: él de espaldas, ayudando a otra persona, estando totalmente indefenso lo matan a centrímetros. ¡Que no fue alevosía! Dejáte de hinchar» razonó en referencia al momento en que su hijo se detuvo para socorrer a Maximiliano, quien estaba tirado en el hall de la estación de Avellaneda, herido gravemente y perdiendo muchasangre.
«Más allá del dolor que tengas por todo lo que pasó, ves que la intención de ellos es terminar en estos dos (por Fanchiotti y Acosta). No es seguir buscando. ¿Y los prófugos?», las preguntascontinúan. Todo esto «me jode porque hay una parte mínima de la policía que debe ser buena, pero antes decía ‘pobre tipo’ cuando mataban a un cana, ahora no puedo decir eso, aunque no me alegra», explica Santillán en relación al sentimiento de «impotencia e indignación» que le despertó ver el desarrollo de la investigación, debido a «la impunidad y falta total que respuesta por parte de losorganismos que debieran proteger a las personas».

Mabel atravezó una situación similar, catequista diocesana, cambió el grupo de 15 chicos que preparba para la confirmación por las cámaras y un micrófono porque «no puedo decirles que hay que perdonar cuando yo si ahora veo a un policía me hierve la sangre». «Nadie hace nada, Cafiero el primer mes y me dio los nombres de los policías que están teniendo juicio interno, pero nunca más supe del curso de la investigación por el lado del gobierno»,explicó. «Al ver que con el tiempo, de todos modos, seguían muriendo chicos asesinados por la policía, tiraron a Ezequiel Demonti al Riachuelo y los casos continuraron, ahora opino que no deben existir más los uniformados en la calle, destacó.

Su descreimento aumentó desde el 26 de junio: «no sirven más que para matar, matar a nuestros hijos porque no les gusta la cara, no les gusta cómo van vestidos o porque no les gusta lo que dicen como pasó con el caso de los chicos de Floresta», muertos a balazos por un oficial retirado que se encolerizó cuando escuchó que aprobaban el estallido social que por esos días agitaba al país.

Tras los asesinatos de Maximiliano y Darío, Duhalde decretó el adelantamiento de las elecciones presidenciales y removió a gran parte del gabinete bonaerense, aunque no fue más allá con la policía, y ahora, con la instrucción ya cerrada, queda pendiente el incio del juicio oral en el que pocos creen «que se logre llegar a todos los culpables».



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