13/06/2003

La cultura del trabajo

cultura_trabajo.jpg El proceso de desindustrialización iniciado por la dictadura militar en 1976, y profundizado cruelmente durante la década menemista, arrojó a la desocupación a millones de trabajadores en nuestro país.
Actualmente la lucha de las organizaciones de desocupados pone nuevamente en el centro de la escena el carácter central que tiene el trabajo en la vida de los seres humanos. Sin embargo, no todos conciben esta problemática desde la misma perspectiva: unos pelean por «trabajo genuino», mientras otros prefieren hablar de «trabajo digno».


Por trabajo digno
MTD «Aníbal Verón» (Glew)

Unos preparan el fuego para el horno que cocinará los panes, otros acomodan las ollas para la polenta. También están los que trabajan en la huerta, las mujeres que arreglan la ropa, los hombres que hablan de proyectos y de bloques y de costos. Todos están muy atareados en el Movimiento de Trabajadores de Desocupados (MTD) de Glew perteneciente a la Aníbal Verón.

Se trata de hombres y mujeres trabajando, sin capataces, con horarios acordados en conjunto y con responsabilidades y el orgullo de haber hecho todo con sus propias manos.
El MTD Aníbal Verón tiene como política respecto del trabajo «formar una nueva conciencia, en donde la organización de la gente parta desde los barrios a través de proyectos productivos», según explicó Emanuel Gómez integrante del MTD de Glew.

«La idea es que estos emprendimientos puedan llegar a autogestionarse a través de la comercialización de los productos y así generar ingresos para no depender exclusivamente del dinero de los planes de trabajo», comentó Gómez.

Para esto piensan también articular a nivel nacional con otros sectores, como fábricas tomadas y campesinos autoorganizados del interior del país.

Emprendimientos productivos

La Aníbal Verón no tiene como política llevar adelante un tipo de proyecto productivo en especial, sino que en cada lugar, de acuerdo a las necesidades y posibilidades, se desarrolla una actividad productiva. El emprendimiento más grande que lleva adelante el MTD Aníbal Verón es la huerta en el predio de Roca Negra en la localidad bonaerense de Gerli.

Por su parte, el MTD «Darío Santillán» de Glew se encuentra en un terreno a orillas de las vías desde hace 2 años, donde los desocupados construyeron con sus propias manos un establecimiento. Allí llevan adelante 4 proyectos productivos: huerta, panadería, bloquera y ropero comunitario.

Los 65 integrantes se organizan por grupos de trabajo. El proyecto de panadería funciona hace 2 años y diariamente hacen el pan para autoabastecerse, para el comedor y además lo venden en el barrio y en la universidad.
En tanto, en el ropero comunitario se arregla ropa, que sirve para que se vistan los integrantes del MTD, para gente del barrio y también para vender en ferias.
Con la bloquera fabricaron los bloques para construir el lugar en donde funcionan y también se venden a los miembros del MTD a muy bajo costo, pero todavía no los comercializan.

Otro de los proyectos que se lleva adelante es la huerta, que funciona desde hace 4 meses. Hay cebollas, lechugas, choclos, verduras que por el momento sirven para abastecer al comedor, pero sueñan en un futuro poder venderlas a verdulerías.

«El gobierno nos da polenta, arroz, fideos y tomate, lo demás lo sacamos de la huerta», comentó un hombre que está a cargo de la comida y descubrió que conviene aprovechar el fuego del horno de los panes para después cocinar la comida y así ahorrar leña.

Por una nueva cultura del trabajo

Respecto de la formación de los miembros del MTD, Gómez indicó que «se forman en una nueva cultura del trabajo a través de la práctica diaria, unos aprenden de otros y todo se decide conjuntamente». También constantemente se realizan reuniones, asambleas, mesas barriales, en donde se debate una nueva organización del trabajo.

Carlos, quién hace 2 años está en el MTD de Glew y trabaja actualmente fabricando bloques, dijo que estar en un grupo piquetero le cambió completamente su modo de pensar. «Antes creía que todos eran unos ‘negros de mierda’ y al participar me di cuenta que los piqueteros trabajan, hacen comedores, bloqueras».

En tanto, una de las mujeres que trabaja en la huerta dijo orgullosa «acá todo lo hicimos con nuestras manos, ese es nuestro orgullo».

Financiamiento

El financiamiento de los emprendimientos que se realizan se mantienen con los planes de empleo. Cada persona aporta voluntariamente 5 pesos al fondo barrial, de los 150 que cobran mensualmente.

«Tenemos el problema de que hasta este momento nuestra principal fuente de ingresos son los planes», señaló Gómez. «La Aníbal Verón tiene como proyecto a mediano plazo mantenerse autónomamente. La idea es que a través de la venta de los productos se abastezca del capital para poder mantener los proyectos productivos», dijo esperanzado.

Articulación de MTD con campesinos y fábricas tomadas

Para poder formar otro circuito de trabajo los MTD necesitan de la articulación con otros movimientos como ser las organizaciones campesinas de autogestión que existen en el país y las fábricas recuperadas. La cosa sería así: estos movimientos aportarían la materia prima y el MTD la mano de obra o la comercialización de los productos.

Entre esos movimientos Gómez mencionó al Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) que produce carbón, a los campesinos de APENOC en Córdoba, y a la Red Puna de Salta. También fábricas recuperadas como Zanón y Brukman, entre otras.

Pero el inconveniente que hace difícil este trabajo conjunto es que en los últimos meses desalojaron a fábrica recuperadas y reprimieron a miembros de grupos campesinos como el MOCASE. «La represión creciente desestabiliza los proyectos de articulación», explicaron desde la Verón.

Trabajo genuino si o no

«Cuando pedimos trabajo hablamos de trabajo digno, sin capataces ni explotación. Defendemos nuestra bandera de trabajo, dignidad y cambio social». De esta forma se refirió Gómez ante la demanda de «trabajo genuino» por parte de distintas organizaciones de desocupados que se manifestaron tiempo atrás frente a grandes centros industriales.

«No estamos de acuerdo con esa política porque no queremos trabajar dentro de esas grandes empresas. Queremos que se redistribuya el capital», explicaron su postura.

Para el MTD Aníbal Verón «la salida es generar proyectos productivos desde los barrios, en donde los mismos trabajadores tengan el control de lo que se produce y cobren un sueldo acorde a lo producido».


El esfuerzo cotidiano de mantener en pie proyectos productivos

Los trabajadores desocupados de Barrios de Pie no se quedan de brazos cruzados esperando el plan, al interior de sus barrios construyen día a día su dignidad con microemprendimientos como bloqueras, roperos, comedores, talleres de artesanías y panaderías. Los que siguen, son distintos testimonios de algunos de sus miembros.

Juan, del barrio La Cava

La bloquera la hicieron los compañeros de José C. Paz, y aprendieron el oficio en unos encuentros que hubo con el arquitecto Livingston que les enseñó. Así ellos hacen comedores, merenderos y casas de algunos vecinos.

Acá estamos empezando, pasa que es muy difícil obtener los recursos para hacer las cosas. Por ejemplo este comedor lo construimos a base de donaciones.

El ropero solidario, nos donan ropa o salimos a pedir por las casas. De lunes a sábado la vendemos a un peso o cincuenta centavos (si la persona que viene no tiene dinero la ropa se la damos) o cambiamos por mercadería para seguir manteniendo el comedor.

Hay una panificadora en el barrio Santa Rita, donde se hace pan y prepizza, para vender. Eso lo hacen en horno de barro y lo venden a la gente del barrio.

También hay una en el barrio Santa Ana. A ellos les donaron el horno, con eso hacen pan, en pascuas hicieron roscas para vender en el barrio (vendieron las cien que habían hecho).

Acá todavía no tenemos el horno, pero por ahora hacemos unas tortillas que se hacen a la parrilla. Eso se vende en el barrio y con lo que se recauda se compra lo que falta para el merendero. Por ahora estamos así, nuestra idea es ir de a poco.

También salimos, vamos a los barrios a mostrar lo que hacemos, para que la gente vea las cosas que hacemos además de cortar las rutas.

El objetivo es mantenernos, para salir del mal momento que estamos pasando, pero la idea nuestra es que algún día se reabran las fábricas y haya trabajo para todos. Nosotros estamos rodeados de fábricas, donde todos los que estábamos en el barrio trabajábamos en esas fábricas y ahora están cerradas. Nosotros queremos trabajo genuino y no tener que estar dependiendo de los planes y de los microemprendimientos porque nosotros sabemos que el microemprendimiento no te va a solucionar el problema y nosotros no tenemos una visión individualista donde nos salvamos nosotros solos. Nosotros queremos que haya oferta de trabajo donde todos se salven que se pueda vivir como se tiene que vivir en la Argentina.

Nosotros vemos que la salida a esto va a ser con un cambio total de la política que tenemos desde los militares hasta ahora. Los microemprendimientos son importantísimos, pero nosotros aspiramos a que esto cambie, pero no desde el laburo sino en general, educación, salud, cultura. Pero ese cambio lo vamos a lograr con más unidad, sin sectarismos, sin que unos vayan para un lado y otros para otro. Nos tenemos que dejar de romper las pelotas con eso de que uno hace una marcha, el otro hace otra marcha por otro lado. Unifiquemos la lucha y avancemos todos en el objetivo, que es lo que nos piden en los barrios, que es una Argentina distinta. Ellos de ideología no saben, pero sí del hambre. Si nosotros representamos a esa gente tenemos que dejarnos de joder de una vez por todas.

Nelly, del barrio Santa Ana

Hace poco conseguimos el horno y pudimos hacer roscas de pascua. Ahora queremos hacer pan, para vender acá en el barrio, también queremos hacer prepizza. Las roscas las vendimos todas, más de cien que hicimos. En este comedor hay apoyo escolar, está el taller de manualidades que hacen las nenas. Ya hicieron bolsitas, canastitas. Algunos fines de semana vamos a las ferias, como la de Tigre a vender las cosas que hacemos. En Tigre nos quisieron echar los inspectores y algunas personas nos defendieron porque sabían que lo vendíamos para los comedores nuestros.»


SASETRU: Una experiencia organizativa para crear trabajo genuino

Para el Polo Obrero, Sasetru constituye su carta más fuerte a la hora de hablar de una acción efectiva de política productiva, donde intentan reflejar una de las formas posibles de reactivar el sistema de productivo «generando puestos genuinos de trabajo», tal como lo expresaron en la resolución sobre las empresas ocupadas y en lucha, en el marco de la 4ª Asamblea Nacional de trabajadores.

Desde el Polo Obrero entienden que el «principal obstáculo para la producción es el propio capital», y se manifiestan en contra de lo que consideran como estatización «capitalista», y por eso impulsan la gestión obrera de las fábricas mediante la expropiación de las máquinas, de los edificios, del capital de las empresas y su entrega a los trabajadores.

Con la recuperación de la fábrica alimenticia Sasetru SA (abandonada hace veinte años por su propietario, Molinos Río de la Plata), y puesta en condiciones para su reapertura como productora de fideos, podrían elaborar, en el corto plazo, 50 mil kilos diarios de pastas. Para ello proyectan las posibles formas de comercialización, llevan a cabo tareas de capacitación de los obreros en el tema, en conjunto con estudiantes de la Universidad de Luján, al tiempo que los ex empleados de la planta, realizan la capacitación de los obreros «en teoría» del manejo de las maquinarias.

La organización es «totalmente horizontal» – aseguró Alicia Gutierrez integrante de la cooperativa – y todo se define en asambleas. Hasta la distribución de las ganancias en Sasetru será, según afirma, totalmente equitativa. Los obreros percibirán la misma remuneración, más allá de su función y lugar que ocupen en la cadena productiva, que es decidido en la misma instancia asamblearia.

Alrededor del proyecto se han conformado «redes solidarias» en las que opera toda una línea de trabajo cooperativo, con huertas orgánicas, 19 comedores populares distribuidos en el partido de Avellaneda, y la comisión Interbarrial, donde fusionan trabajadores de todas las localidades ofreciendo sus conocimientos y oficios en los «microemprendimientos» de los obreros: una panadería, confección de ropa con serigrafía y huertas. Allí se da la integración del obrero desocupado en uno de estos proyectos, permitiéndole obtener una remuneración, distribuida según su función en el proceso productivo: el 50 por ciento para el productor, el 20 para el vendedor, el 10 para los gastos organizativos y un 20 por ciento destinado a la reinversión.

Según afirman, este proceso permitirá absorber a la mano de obra desocupada, en el momento en que estos obreros sean incorporados a la planta alimenticia, dejando puestos vacantes en los emprendimientos, y reabriendo de esta manera más fuentes de trabajo.

En la red social trabajan casi mil personas, de las cuales solo la mitad cobra el plan Jefes y Jefas. Asimismo consideran que de ninguna manera podrían subsistir, hoy por hoy, sin los planes ya que constituyen el único ingreso seguro hasta tanto se dé la recuperación y puesta en funcionamiento de Sasetru.

Esta problemática fue expuesta en la 4ª Asamblea Nacional de Trabajadores ocupados y desocupados – llevada a cabo en el mes de abril en el Estadio de Lanús – donde plantean que la falta de capital de trabajo (materias primas, servicios, salarios) termina «convirtiendo a los trabajadores en rehenes del propio dueño o grupo económico».

Convencidos de la potencialidades que significa una fábrica en manos de sus obreros, consideran que los trabajadores son «la clase capacitada para hacerse cargo de la reorganización del país sobre nuevas bases sociales».



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