24/12/2017

Clara Zetkin, pionera del movimiento de mujeres socialistas

clara-zetkin-2.jpgLa periodista, oradora, maestra, revolucionaria y fundadora de la Segunda Internacional batalló por los derechos laborales de las trabajadoras. Por Josefina L. Martínez.


Cada 8 de marzo celebramos el Día internacional de la Mujer. Lo que pocos saben es que la promotora de esa iniciativa fue una revolucionaria alemana que vivió entre dos siglos, Clara Zetkin (1857-1933).

Dedicó toda su vida a la organización de las mujeres trabajadoras, fue fundadora de la Segunda Internacional y opositora a la dirección socialdemócrata cuando esta apoyó la Primera Guerra Mundial. Impulsó la Liga Espartaco y la formación del Partido Comunista alemán. Gran amiga de Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin (1857-1933) jugó un papel fundamental en la historia del socialismo y del movimiento de mujeres.

El 30 de agosto de 1932, el Reichstag alemán abría sus sesiones con los nazis como primera fuerza política. La apertura le correspondía al diputado de mayor edad. Con la voz raspada por el paso del tiempo y la enfermedad, haciendo uso de todas sus fuerzas, Clara Zetkin pronunció el último discurso de su vida. En la cara de los nazis -que varias veces la abuchearon-, hizo un llamado a formar un frente único de la clase trabajadora, las mujeres y los jóvenes, para luchar contra el fascismo. Así culminaba su impresionante biografía política, que había comenzado 50 años antes.

Clara Zetkin empezó a militar en el Partido Socialista Obrero de Alemania (posterior SPD) a los 20 años, en una época en que a las mujeres todavía les estaba prohibido participar en política. Huyendo de las leyes antisocialistas de Bismarck, viajó a Zúrich y después a París donde frecuentó a las hijas de Marx, Laura y Jenny. En 1885 vivía con su esposo, el ruso Ossip Zetkin, y con sus hijos en un pequeño cuarto en el bohemio barrio de Montmartre, territorio de pintores y poetas. Periodista, oradora, maestra, madre y revolucionaria. En el exilio adquirió la formación y la experiencia que le permitieron convertirse en una gran figura del movimiento de mujeres.

En 1889 tuvo un papel destacado en el Congreso de fundación de la Segunda Internacional como delegada de las trabajadoras de Berlín, siendo una de las -tan solo- cinco mujeres presentes entre 400 delegados. A contracorriente de muchos socialistas que veían el ingreso de las mujeres al mundo laboral como una amenaza, Zetkin batalló por igual salario a igual trabajo, el derecho al voto y la organización de las trabajadoras. Veía una relación estrecha entre la «cuestión femenina” y la «cuestión social”. Al mismo tiempo, pugnaba por una ruptura abierta con lo que llamaba el «feminismo burgués”, un movimiento que buscaba mejorar la posición social de las mujeres de la clase propietaria, sin impugnar las reglas del juego de la sociedad capitalista. Después del fallecimiento de Ossip Zetkin, Clara regresa a Alemania y desde 1892 dirige la revista La Igualdad (Die Gleichheit). Vive de forma desprejuiciada con su segundo marido, el pintor George Friedrich Zundel, casi veinte años menor que ella. Cuando años más tarde su hijo Kostya se convierta en el amante de su mejor amiga, Rosa Luxemburgo, tampoco será un problema la diferencia de edad.

En la primera década del siglo Clara Zetkin milita en el ala izquierda del SPD y junto con Rosa Luxemburgo enfrentan las teorías revisionistas de Eduard Bernstein. Una anécdota las retrata: Clara y Rosa habían salido a dar un paseo a principios de 1907 y llegaron tarde a casa de los Kautsky, donde las esperaban para cenar. Bebel dijo en broma que temían que se hubieran perdido, a lo que Rosa contestó con una sonrisa irónica: «Sí, y puede escribir en nuestro epitafio: «˜Aquí yacen los dos últimos hombres de la socialdemocracia alemana»™”.

En agosto de 1907 Zetkin lideró la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, como parte de las sesiones del Congreso de Stuttgart. Participaron 58 delegadas y delegaciones de 15 países. Zetkin escribió que la conferencia fue «el primer paso para establecer un contacto regular entre las mujeres socialistas de los diferentes países»¦ para incrementar la fuerza y asegurar el éxito de la actividad y la lucha del movimiento de mujeres”. En la reunión se expresaron diferencias entre un ala izquierda y un ala moderada. Mientras Zetkin y la rusa Kollontai abogaban por la defensa irrestricta del sufragio femenino, la reformista Lily Braun estaba dispuesta a aceptar «compromisos”. La reunión estableció un Secretariado Internacional, encabezado por Zetkin.

La Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas tuvo lugar en Copenhague en agosto de 1910. Zetkin propone establecer un Día Internacional de las Mujeres, lo que fue aprobado con entusiasmo por más de 100 delegadas de 17 países. El congreso también debatió sobre los derechos laborales, la educación y la lucha contra la guerra, cada vez más cercana. El 19 de marzo de 1911 se celebró por primera vez en Berlín el Día Internacional de las Mujeres, con más de 30.000 manifestantes.

La Tercera Conferencia Internacional de mujeres estaba programada para abril de 1914, pero no pudo realizarse. Los acontecimientos se aceleraron y la guerra dividió a la clase obrera europea. La lucha contra la masacre imperialista encontró a Zetkin en primera fila junto a Rosa Luxemburgo. Ambas rechazaron la adaptación de la socialdemocracia a la cruzada patriota. Junto a otros camaradas formaron la Liga Espartaco y editaron la revista La Internacional. En marzo de 1915 Zetkin organizó una Conferencia Internacional de Mujeres contra la Guerra, que contó con 25 delegadas de los países beligerantes. Por su defensa de los principios internacionalistas fue acusada de «traición” y encarcelada a su regreso a Alemania.

En 1917 tanto Rosa como Clara recibieron con entusiasmo las noticias de la Revolución rusa y participaron activamente de la Revolución alemana de 1918. El 29 de enero de 1919, tan solo 14 días después del asesinato de Rosa Luxemburgo, Zetkin fue la primera mujer en hablar en un Parlamento alemán, donde denunció al gobierno socialdemócrata por aniquilar la revolución. Los años siguientes formó parte del Partido Comunista, aunque se enfrentó a su Comité Central por diferencias políticas. En la Tercera Internacional, lideró la Internacional de las Mujeres Comunistas, hasta su disolución en 1925. Sus conversaciones con Lenin sobre la cuestión de las mujeres están reflejadas con afecto en sus Recuerdos de Lenin. Entre 1922 y 1933 ejerció como diputada en el Reichstag -aun cuando vivía en Moscú gran parte del tiempo-. Su mal estado de salud la aisló por momentos de los debates políticos, y si bien nunca se opuso públicamente al estalinismo, en cartas privadas expresó su gran malestar con un régimen donde todo pensamiento crítico era perseguido.

A los 75 años presidió la apertura de sesiones del Parlamento alemán. Bastante enferma, hizo acopio de toda su energía para brindar su último alegato: contra el capitalismo y contra el fascismo, llamó a formar un «frente único” de toda la clase trabajadora. Aun cuando ella no se identificaba con el término «feminista”, la historia del feminismo socialista la cuenta entre sus más importantes precursoras.



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