23/06/2006

Demoliendo cárceles

5bis-5.jpgAntes de que la cárcel de Caseros se convirtiera en un edificio completamente en ruinas, el realizador Julio Raffo reunió a 19 ex detenidos políticos de la última dictadura militar para que relaten su paso por ese lugar. Una de las prisiones más crueles que supo engendrar el régimen de facto y que fue mantenida en funcionamiento por los diferentes gobiernos democráticos hasta el 2000. «Caseros, en la cárcel» fue el resultado de este encuentro con la memoria que ANRed pudo contemplar. Testimonios, entrevistas y archivos dan vida a un documental cuyo valor principal reside en acercarnos a un pasado no tan pasado ni lejano.


Mientras paredes y techos son derrumbados, ellos van recorriendo el edificio. Confrontándose con un pasado que mediante esa demolición intenta ser destruido. Pero eso es imposible, porque las huellas del horror siguen presentes en sus propios cuerpos testificando el daño de lo vivido.

Ya no hay una cárcel que los aprisiona y los enjaula. Uno de los símbolos más nefastos de la última dictadura militar está siendo derribado y un puñado de sobrevivientes vuelven para convertirse en testigos y, a su vez, narradores de su propia historia. Pero no están solos, una cámara los acompaña, los sigue, los busca. Va registrando todos sus movimientos por esos pasillos y celdas que evocan irremediablemente su paso por ese lugar.

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Espacios auténticos para que protagonistas reales desvistan sus ideas y pensamientos, cuenten su experiencia, desde la más inimaginable pesadilla y tortura a la que se vieron sometidos hasta las situaciones más absurdas y delirantes, como la prohibición de leer la Biblia para evitar «interpretaciones subversivas», o de diccionarios quechuas porque podían ser «interpretados en clave».

Pero también para que recuerden a sus compañeros, esos que no pudieron volver, porque nunca pudieron escapar. Sus almas quedaron eternas prisioneras de esos muros.

«Caseros, en la cárcel» es el nombre de este documental dirigido por Julio Raffo, que posibilita reconstituir parte de un recorrido doloroso de nuestro país en el que centenares de militantes populares fueron encerrados.

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A esos militantes que había que silenciar, oprimir, a los que se les cortaba todo tipo de contacto con el mundo exterior, hasta el punto de castigar «el mirar al amanecer», y que eran puestos «a disposición del poder ejecutivo», denominación que se les daba a los detenidos que por alguna razón debían ser blanqueados, y que pasaban a salvarse del otro horror, de ese que ni siquiera tenía nombre, ni lugar, y del cual era imposible huir.

Mayo de 1979 fue el año en donde una cárcel, Caseros, era inaugurada por un gobierno de facto, comandado por el General Rafael Videla. La prisión se presentaba ante la opinión pública como «un hotel de lujo», «un lugar humanitario y desprovisto de toda crueldad innecesaria». Parecía una broma de mal gusto, digna de unos desequilibrados que todavía contaban con el aval de parte de una sociedad que prefería seguir encapsulada, dando vuelta la cara hacia donde no era conveniente mirar, aplaudiendo la construcción de unas gigantescas paredes que sólo servirían para seguir acallando y reprimiendo las voces de quienes aún intentaban seguir combatiendo.

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Y en este ahora, en donde está anclado el suceder del film, son esas mismas instalaciones las que tratan de derribarse, desintegrarse, pero no sin antes quedar registradas bajo el lente de su realizador. Un lente que resulta demasiado descriptivo, por demás didáctico, y añejo en su construcción tanto discursiva como visual. Lo que provoca que el espectador encuentre poco atractiva una historia necesaria de ser exhibida.

Pero a pesar de esto, «Caseros, en la cárcel» lucha por si sola para darse a conocer, para que sus víctimas recuerden y, nos recuerden, el infierno por el que debieron pasar. Apenas un eslabón de una larga cadena de espanto.

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Hoy, Caseros está completamente en ruinas. Ya no la podemos ver como ese gran edificio del terror que fue. Tampoco podemos escuchar ni sentir los chillidos y el dolor de sus reclusos. Pero el infierno engendrado en el interior de esas paredes no terminó ni en ese pasado que revivimos mediante la presencia de algunos de sus sobrevivientes y el recuerdo de las ausencias, ni en esta actualidad en donde los presos políticos y la brutalidad carcelaria siguen gritando su presencia.

Mariano Minasso


Caseros, en la cárcel

Testimonios de Hernán Invernizzi, Ernesto Villanueva, Hugo Soriani, Julio Mogordoy, Martín Jaime, Alberto Piccinini, Antonio Puijane, Carlos Kunkel, Francisco «Barba» Gutiérrez, Hugo Colaone, Juan Carlos Dante Gullo, Luis Iglesias, Manuel Gaggero, Marcelo Vensentini, Néstor Rojas, Pascual Reyes, Pedro Avalos, Ramón Corregidor y Valentín Mastrángelo.

Dirección: Julio Raffo

Guión: Julio Raffo, Julio Rivero, Ana Fraile.

Locución: Eduardo Aliverti



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