16/11/2017

«La vida cotidiana es mi principal fuente de recursos»

trabajo_de_campo.jpgRodolfo Fucile recuerda que agarró el lápiz e hizo sus primeras caricaturas a los 5 años. Nunca dejó de dibujar porque para él «es un camino de búsqueda, es un medio para comunicar lo que pienso y también es mi fuente de trabajo”. En diálogo con ANRed, cuenta cuáles fueron sus influencias, qué papel juega la ideología y recomienda otros dibujantes. Y, por supuesto, comparte algunas de sus tantas ilustraciones. Por ANRed.


-¿Cuántos años tenías cuando empezaste a dibujar?

Dibujo desde que tengo memoria, nunca dejé. Pero tengo recuerdos muy nítidos de los 5 o 6 años, cuando intentaba hacer caricaturas y me armaba mis propias revistitas ilustradas.

-¿Por qué elegiste el dibujo y no otro arte? ¿Qué significa para vos dibujar?

No sé si lo elegí conscientemente. Era algo que me salía con cierta naturalidad, un canal de expresión. Aparte, en distintas épocas incursioné en la música y la literatura, siempre de manera intuitiva. Uno va probando lenguajes para decir lo que quiere o para aclarar las ideas. A veces se trata de explorar, sin certezas. En el proceso uno toma conciencia de lo que quería comunicar. También debo decir que siempre vi al dibujo como un oficio para ganarme la vida. El trabajo era una necesidad y supongo que eso me ayudó a definirme por el dibujo. En algún momento yo pensaba que para hacer las cosas bien había que dedicarse a una sola cosa. Ahora lo dudo, pero bueno, acá estoy… Así que el Dibujo para mí significa muchas cosas. Básicamente es un camino de búsqueda, es un medio para comunicar lo que pienso y también es mi fuente de trabajo.

-¿Recordás cuál o cuáles fueron los primeros dibujos que viste y quizás pensaste «yo también quiero dibujar”? Digamos, ¿cuál fue ese primer estímulo?

Creo que las tapas de Humor, que luego supe que eran Cascioli o Nine. También me fascinaba ver a los dibujantes trabajando. Por ejemplo me acuerdo de una propaganda de cigarrillos, donde había un tipo que empezaba a bocetar algo que parecían unas tetas pero después descubrías que era otra cosa, una imagen humorística. O unos «micros” muy antiguos, donde el creador del Pájaro loco te enseñaba a armar el personaje y mostraba el proceso de animación. Bueno, como verás, todos ejemplos ligados a los medios masivos, porque yo siempre me identifiqué con el dibujo aplicado a la gráfica, a la reproducción. No con la «plástica”, sino con la ilustración, la historieta, etc. Después entendí que hay un puente entre el museo y el kiosco de diarios, y en ese tránsito se han formado grandes dibujantes.

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-¿Te formaste en algún ámbito de educación formal?

Estudié Bellas Artes. Un año en la Belgrano, dos en la vieja Pueyrredón, otros dos en el IUNA, pero nunca terminé nada. Luego seguí de manera autodidacta.

-¿Qué influencias tuviste?

Muchas, sería difícil nombrar todas. A grandes rasgos, los dibujantes de las antiguas revistas satíricas, como El Mosquito. O los de la vieja Caras y Caretas, como Cao, Mayol… Y en esa línea, muchos ilustradores europeos de fines de siglo XIX, como los de Punch o Charivari, o más entrado el siglo XX los alemanes de Simplicissimus. Después hay muchos maestros de distintas épocas, como Toulouse-Lautrec, Daumier, Goya, Brueghel… y todos los que de algún modo se nutrieron de la vida cotidiana y la plasmaron con algún grado de expresionismo (en el sentido más amplio). Y de la Argentina hay muchos: Carlos Alonso a la cabeza, los Breccia, Scafati, Szalay (y en general la «escuela tucumana”). También inspiraciones de otros lenguajes, como Kafka, Arlt, el grotesco criollo…

-¿Qué técnicas usas?

Las que necesite según el caso, lo que quiera contar. Mi dibujo es principalmente lineal. El tono y sobre todo el color están subordinados a la forma, por eso me inclino por la pluma y la tinta, la birome, el grafito… simplemente porque me ayudan a representar mejor lo que veo. Pero también uso acuarelas, acrílicos, pasteles. En general trabajo en papel y en pequeño formato.

-Cuando te sentás a dibujar, ¿venís maquinando de antes la idea o te sentás y que salga nomás?

Uso ambos procedimientos, según el caso. Suelo pensar dibujando. Trato de que la idea narrativa nazca del garabateo, del juego con la forma. Un poco para no paralizarme ante la hoja en blanco, y otro poco para evitar el pasaje forzado de lo verbal a lo gráfico. Por ejemplo, cuando ilustro generalmente parto de un texto o un tema, así que la búsqueda está más pautada. En cambio cuando dibujo «libre”, prefiero manchar sin idea previa e improvisar como si fuera una zapada. Si queda feo, lo tiro y empiezo otro.

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-¿Qué te acompaña al dibujar? Por ejemplo, ¿música o silencio?

Últimamente prefiero el silencio, pero es muy lindo dibujar con música. Imaginarse que es un músico más de la banda, jugar con el ritmo, la variación de la línea. A veces lo hago. También tengo rachas en que dibujo con radio o alguna charla de fondo. Muchas veces dibujo escuchando alguna conferencia sobre economía o política, y a veces sale algo interesante, porque una parte del cerebro está concentrada en la comprensión mientras otra se «desbloquea” y permite que el dibujo salga más fluido. O al menos yo lo siento así.

-¿Qué aporte da tu ideología a la hora de dibujar?

La ideología es indisociable del dibujo. Yo creo que el aporte es positivo, ya que como autor te permite tomar partido, no ser sólo una mano que crea agradables combinaciones de formas y colores, sino un comunicador que usa esa herramienta con un objetivo. Por ahí el problema viene cuando ilustrás para un cliente y tenés que lidiar con otros condicionamientos. Ahí tu ideología entra en conflicto con la de la editorial o el medio que te contrata, y hay que ver cómo se resuelve: censura, autocensura, mensajes encriptados, jeje. A veces el conflicto es tal, que es mejor no hacer el trabajo, con todo lo que eso implica. Pero bueno, como sea, la ideología siempre está, es inevitable.

-¿Qué dibujantes argentinos sentís que es interesante conocer?

Bueno, antes te nombré a varios maestros. Sería imposible nombrar a todos los imprescindibles. Por ahí es una buena ocasión para nombrar a otros más jóvenes o no tan famosos, como Carlos Dearmas, que es un dibujante virtuoso, con una línea elegante y voluptuosa. Romina Carrara, que dibuja y pinta unas criaturas extrañas y hace poco editó «Los chepiques”. Darío Mekler es otro ilustrador muy imaginativo influenciado por la ciencia ficción, con un trabajo más pictórico. Lisandro Demarchi: otro explorador de la línea, que camina por los límites de la figuración. También recomiendo ver a Roberto Sale, que tiene un dibujo violento y expresivo, con alto contenido político. Y bueno, hay muchos dibujantes talentosos que vale la pena ver. A muchos los encontrás en facebook.

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-Alguna vez leí que para los chinos la mano, el corazón y la mirada son tres imprescindibles para dibujar y que de algún modo tienen que «funcionar” juntos. ¿Pensás que es así? Y de los tres, ¿cuál sentís que es más persistente en vos?

Como bien decís funcionan juntos y todos son necesarios. De todos destaco la mirada. Para mí, todo parte de la percepción y observación. Digamos que la vida cotidiana es mi principal fuente de recursos. De ahí salen las formas, los personajes, los argumentos… aunque después puedan trastocarse y convertirse en ilustraciones surrealistas o fantásticas.

-¿Algo que quieras agregar?

Sí, con algunos colegas estamos impulsando la convocatoria Artistas contra la precarización, para denunciar la situación de los freelance y en general de toda la clase trabajadora que se ve atacada por el gobierno y los intereses empresarios. Estamos publicando dibujos, escribiendo notas y pesamos hacer una muestra y alguna charla.


Sitio web: www.rodolfofucile.com.ar
Dibujo portada: Trabajo de campo



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