22/09/2017

Violencia oculta: El machismo en los medios hegemónicos (II)

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A pesar de las masivas movilizaciones y numerosos pronunciamientos en contra de las practicas machistas, desde los medios hegemónicos se siguen ejerciendo o encubriendo dichas prácticas. En el entorno del deporte, no sólo el fútbol, numerosos casos se suman a algunos históricos, donde la condena llega a cuentagotas y muchas veces a pesar de ello se sigue idolatrando a quienes cometen violaciones, femicidios u otras prácticas de violencia machista. Incluso actualmente, en pleno siglo XXI, existen clubes tradicionales de corte aristocrático que no permiten socias mujeres. Por Ramiro Giganti, para ANRed.


El pasado lunes se conoció el fallo que sentencia al jugador de fútbol Alexis Zárate a 6 años y 6 meses de prisión por delito de abuso sexual con acceso carnal. Sin embargo, al no tener la sentencia fija, el jugador sigue en libertad y en principio autorizado para jugar. Al día siguiente, en los medios hegemónicos la voz de la defensa del acusado tuvo más aire que la de la víctima y su entorno, principalmente en los canales deportivos. De hecho, el caso fue silenciado durante años, hasta conocerse la sentencia, mientras la víctima atravesaba numerosos tormentos por llevar adelante su denuncia, algo que tristemente suele ocurrir en estos casos. Parecería mas importante saber cómo va a formar el equipo de Temperley (club donde actualmente juega, pero que luego de la sentencia desafectó al jugador) que el tremendo episodio que lo involucra. Incluso el representante del futbolista, Gustavo Goñi, no sintió ningún tipo de vergüenza al declarar que «Alexis sufrió de igual manera que Giuliana” minimizando el hecho y desestimando las pruebas. El entorno del fútbol, rodeado de millones y prácticas espurias, no tiene al de Zárate como hecho aislado, y son muchos los casos de encubrimiento y blindaje mediático. Y mientras más grande es el equipo al que pertenecen, mayor es la impunidad.

Un reciente caso fue el de una de las figuras de Boca en el torneo pasado Ricardo Centurión, quien fue denunciado en más de una ocasión por violencia de género por parte de su ex novia Melisa Tozzi, cuyo testimonio además fue probado al exhibir las lesiones en su rostro. En numerosas encuestas del club de la rivera realizadas en canales deportivos, sobre si el jugador debía continuar o no, la mayoría votó afirmativamente sin importar el hecho. Desde los mismos canales se ponía mas énfasis en cierta «indisciplina” del jugador para respetar los horarios de entrenamiento que en el hecho tremendo del que se lo denunciaba. Incluso, se le realizaron entrevistas chistosas y amables sin hablar del tema cuando ya era de público conocimiento. Durante las idas y vueltas en relación a su renovación de contrato para seguir en el club en la actual temporada, quedó nuevamente puesta en evidencia la nula importancia que se le dio, tanto desde el club como desde los medios y mayoría de socios, a un tema de tanta gravedad como es la violencia de género.

Un dato, con menos conocimiento público, es que en el mismo plantel el arquero Agustín Rossi, quien actualmente sigue formando parte del equipo, también había sido denunciado por violencia machista por la joven Bárbara Segovia, quien incluso había publicado en redes sociales conversaciones con el jugador en donde éste admite haberla golpeado e incluso la amenaza para que no hable. Un par de buenas actuaciones bajo los tres palos parecen justificar cualquier cosa y otorgar impunidad, al menos bajo estos colores. Pero no es un hecho ni de un jugador, como ya es claro, ni tampoco de un sólo club. La historia de la violencia de género en el fútbol es enorme y, sobre todo, es ejercida desde los propios medios, cantos de hinchada y numerosos momentos cotidianos.

Al momento de terminar de escribir esta nota, Rossi, junto al presidente del club y otros miembros del plantel se mostró en una visita benefica al hospital de niños, buscando, en complicidad con los medios, limpiar su imagen.

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En el ámbito del fútbol estas prácticas suelen ocurrir y ser abordadas de manera brutal. Tanto desde un humor extremadamente machista, hasta la negación u ocultamiento de casos cuando toman estado público. Otro ex jugador de Boca, Andrés Chávez, fue víctima de numerosas bromas por una foto en la que se lo ve junto a una mujer transexual. El hecho quedo como una simple «anécdota graciosa”, casi una picardía, y el «objeto de burla” era la supuesta «homosexualidad del jugador”. Algo similar había ocurrido años atrás, cuando el reconocido director técnico Héctor Veira fue acusado de abusar sexualmente de un menor.

Con el pasar de los años el «Bambino” Veira, quien había sido juzgado por abuso sexual, se volvió un sujeto carismático comentando anécdotas de su vida nocturna, como si la «simpatía” fuera motivo de absolución de las peores prácticas sexistas. Incluso fue parte de un programa televisivo titulado «Buenos muchachos” en el que compartía protagonismo con otras celebridades entre las que se encontraba «Cacho” Castaña, famoso por una canción titulada «Si te veo con otro te mato” . El mismo «Cacho de Buenos Aires” que hace poco se pronunció apoyando al gobierno y justificando la desaparición de Santiago Maldonado, y que hace tiempo viene declarando a favor de políticas de «mano dura”. Este sujeto fue parte de los «Buenos muchachos” para la televisión argentina, al menos para el canal que emitió dicho programa, y tantos otros en donde se lo promocionó invitando a los protagonistas.

El machismo en ese cruce de «farándula y deporte” tiene numerosas historias. Solo basta con recordar que una de las 10 figuras más representativas del deporte argentino, Carlos Monzón fue un femicida. Su relación con Susana Giménez había sido una de las más mencionadas por los medios hegemónicos en su momento, más allá de los programas deportivos. Incluso en la industria del cine.

Una película titulada «El macho” fue protagonizada por ambas celebridades. Tras finalizar dicha relación en la que el ejercicio de la violencia fue de público conocimiento, el pugilista tuvo otra relación con la modelo Alicia Muñiz. El final de la historia es conocido: Monzón fue encarcelado tras comprobarse que asesinó a Muñiz luego de haberla golpeado.

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Sin embargo, pocos años después Monzón circulaba por las calles y murió en un accidente automovilístico. Mientras era trasladado a la prisión, tras conocerse su culpabilidad en el crimen, muchos de sus seguidores lo idolatraban. Décadas después, poco parece haber cambiado en las cabezas de muchos fanáticos, como los que idolatran más de una figura con prácticas similares.

Hace pocos días, se conoció el paradero de quien fuera autor de un múltiple crimen: el odontólogo Ricardo Barreda. Si bien Barreda ya cumplió con su condena, tanto en su momento como en la actualidad, sigue siendo idolatrado por muchos sujetos simplemente por el crimen que cometió como un «personaje simpático”.

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En una reciente entrevista al personal de una confitería en La Plata a la que el odontólogo suele concurrir actualmente, un empleado comentaba que muchas veces «le piden autógrafos”.

Volviendo al deporte, son muchas las disciplinas en donde este tipo de situaciones ocurren y muchas veces cuentan con un encubrimiento injustificable. El rugby es otro de los deportes manchados de violencia machista. En Mendoza un testimonio desgarrador sacudió el pasado verano. Una joven mujer denunció que fue drogada y abusada sexualmente por cuatro jugadores de rugby: Ignacio Ceschín, del club Peumayén, Enzo Falaschi de Tequé Rugby Club, Sebastián Vanin y Lisando Biffi del club Banco Mendoza, este último hijo del diputado mendocino de Cambiemos César Biffi, y hermano de Facundo Biffi, entrenador del equipo, quien también había participado de la fiesta donde ocurrió el hecho.

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El diputado salió a cuestionar a la victima diciendo que confía en la inocencia de su hijo. También fueron brutales las declaraciones misóginas del abogado de los jugadores imputados, Juan Day, quien declaró que puede haber sido la joven «quien los incitó y abusó de los chicos”, lo que muestra otro tremendo caso de burla al calvario que vive una víctima incrementado cuando se enfrenta al poder político. Los acusados quedaron en libertad tras haber pagado una fianza de 150.000 pesos cada uno.

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En el año 2015, una joven de 14 años fue abusada sexualmente en una fiesta en el club de Rugby «Los Tilos” en La Plata, sin embargo el club se desligó de responsabilidades al declarar que el lugar fue alquilado y que había seguridad privada en esa fiesta. Otro episodio similar ocurrió ese mismo año en una fiesta en San Isidro Club (SIC) otro tradicional club de rugby, donde dos chicas de 13 años denunciaron junto a sus familias ser abusadas en una fiesta en las instalaciones del club de la zona norte, en Boulonge.

Resulta pertinente mencionar que uno de los clubes más tradicionales y ganadores del rugby local, el Club Universitario de Buenos Aires (C.U.B.A.), del que además muchos miembros del seleccionado nacional han sido jugadores, no admite socias mujeres. Resulta difícil creer que ésto ocurra en pleno siglo XXI, pero actualmente las mujeres solo pueden participar como «adherentes”. Tanto C.U.B.A, como el Jockey Club o el Círculo de Armas, no aceptan socias mujeres y su posibilidad de ingresar a las instalaciones de dichos clubes se encuentra sujeta a su parentesco con algún socio varón. Sin embargo, poco se habla en las transmisiones o titulares de medios masivos al respecto cuando éstos clubes de corte aristocrático son protagonistas de algún evento trascendente.

Desde la negación a una membresía, el prejuicio cuando una mujer practica un deporte al que se lo considera «no femenino”, según pautas establecidas sin legítimas razones, o el humor machista y homofóbico, que muchas veces es moneda corriente en su entorno, se empieza. El camino muchas veces conduce a lo que luego desde los medios se niega u oculta: la violencia de género.

En esta nota se puso el foco en casos vinculados al deporte, pero la circulación y naturalización de estas atrocidades se da en numerosos entornos y es amplificada desde los medios hegemónicos. Retomando el caso Zárate, fue una mujer quien durante una entrevista a su representante Gustavo Goñi realizó las preguntas mas incisivas, alterando la convivencia en paz que el noticiero venía teniendo con el representante del jugador y forzándolo a dar las respuestas más absurdas, poniendo en evidencia los pocos argumentos de su defensa y la brutalidad del representante al ser indagado.

Esa convivencia en paz con el acusado no fue alterada en la mayoría de las otras entrevistas a protagonistas luego de que estos fueran denunciados por distintas prácticas de violencia machista. La «cordialidad corporativa” suele ser puesta al servicio de la impunidad en muchos de estos casos en donde la violencia suele ser naturalizada y la denuncia señalada.

En un contexto donde siguen ascendiendo los casos de víctimas fatales por violencia de género a cifras alarmantes, los detalles sobre la difusión de prácticas machistas de ninguna manera deben ser tomados como detalles o hechos aislados. El contexto llama a un alerta incuestionable y a la movilización urgente para terminar con estas prácticas. Desde una palabra o un mal chiste hasta los episodios con consecuencias fatales, dejar pasar un comentario o naturalizar situaciones aparentemente menores puede conducir a las peores consecuencias, ya que los datos dejan en claro que no son hechos aislados sino un crimen social que directa o indirectamente nos afecta e involucra a todos y todas.


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