24/08/2017

«No nos corran de nuevo con el fantasma del secesionismo porque no tiene nungún fundamento en la propia cultura mapuche»

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La frase la dijo Adrián Moyano, politólogo y periodista. Autor de diversos libros que reconstruyen la historia del pueblo mapuche, entre ellos Crónicas de la resistencia mapuche. Hoy presenta su tercer libro, INAKAYAL, una obra que habla de uno de los últimos lonkos que enfrentó al entonces naciente estado argentino a las 18:00 hs. en la Casa de Río Negro (Reconquista 556). Hace algunas semanas en el Enredando las Mañanas conversamos con él para contextualizar el proceso de criminalización que vienen sufriendo los mapuches, y que cobró mayor visibilidad tras la desaparición forzada de Santiago Maldonado. La «conquista del desierto» como emblema del terrorismo de Estado y la desaparición de indígenas como una constante. Acá compartimos algunas partes de la entrevista. Por FM La Caterva


-¿Cómo lees esta arremetida mediática y estatal, que sabemos que no es reciente pero ha cobrado mayor visibilidad pública nacional e internacional a partir de la desaparición de Santiago Maldonado?

Justamente ninguno de los funcionarios, ni la ministra ni el funcionario judicial ni la propaganda de la señal televisiva que compartieron al aire [en referencia a dichos de Patricia Bullrich, Pablo Noceti y periodistas de TN] menciona que estamos hablando de un pueblo. Un pueblo que es reconocido por la legislación argentina en vigencia como pre-existente al Estado argentino. Pre existente quiere decir que tiene derechos distintos a los demás colectivos que están comprendidos en la actualidad por la jurisdicción argentina porque justamente perdió su libertad y su autodeterminación a través de una serie de procesos políticos y militares que conocemos como sintéticamente como la Campaña del Desierto, episodio que se prolongó durante 6 o 7 años en el actual espacio territorial que para la sociedad es Pampa y Patagonia, que son categorías del colonizador, el pueblo mapuche nunca se refirió así a su territorio. Esta denominación que tenemos naturalizada es una categoría colonizadora, una categoría del conquistador, el pueblo mapuche tiene otras maneras de referirse a su territorio y no tiene equivalencias con la noción de Pampa y Patagonia. Lo que estamos viendo estos días es una situación de mayor visibilización, de manejo según la lógica de los grandes medios de comunicación de una situación que es varias veces centenaria. Acá la libertad del pueblo mapuche se extinguió hace 135 años que es mucho tiempo pero tampoco es tanto, dos o tres generaciones. Uno tuvo la chance de charlar con viejitos y viejitas que ya no están y que recordaban o incluso tenían en sus cuerpos las marcas de la Campaña del Desierto, heridas, mutilaciones, así que es una realidad que está muy abierta, más allá de que Buenos Aires generalmente mire hacia otros lados, en el espacio territorial mapuche está muy vivo, y en los últimos 20 o 30 años se ha producido una mayor articulación, mayor visibilidad de sus organizaciones, comunidades y una mayor claridad ideológica respecto de las demandas a los Estados.

-¿Cuáles son las demandas fundamentales del pueblo mapuche?

Me daba gracia recién el funcionario cuando decía que la agrupación a la que él menciona (RAM) no pide nada. Insisto en que el mapuche es un pueblo, y como tal se expresa a través de un sin número de organizaciones y comunidades, no sólo la que está en el centro de la escena últimamente. La demanda mapuche principal es la recuperación de su autonomía, la recuperación de su libertad y acá no estamos hablando de 10 hectáreas más o 10 hectáreas menos, obviamente el reclamo territorial y la necesidad que tienen las comunidades de acceder de una vez por todas al título de propiedad comunitaria de las tierras que ocupan desde fines del siglo XIX y principios del siglo XX. La cuestión es política. La cuestión es que el Estado argentino estableció una relación de dominación colonial sobre el pueblo mapuche, y sobre otros pueblos en el sur y en el norte, entonces la demanda mapuche es en primera instancia que se reconozca el genocidio que se perpetró en estos espacios territoriales entre 1879 y 1886/88 aproximadamente para proceder a su reparación, y esa reparación debe tener connotaciones políticas, institucionales, económicas, jurídicas y obviamente culturales. Cuando uno dice esto, salta gente como la ministra Bullrich a decir los mapuches quieren una república independiente, pero el pueblo mapuche nunca constituyó un Estado, a diferencia de otros pueblos indígenas del Abya Yala, nunca supo de centralidad política, nunca recreó organizaciones políticas verticalistas, jerárquicas y con el monopolio de la coerción, como es el Estado, como vivimos nosotros como argentinos y argentinas desde hace como mínimo 200 años. No es una reivindicación actual constituir un Estado independiente de la Argentina y de Chile. Sí se habla de formas de autonomía, de formas de autogobierno, de la posibilidad de decir que no cuando el gobierno de acuerdo con el mercado planea la instalación de una mega – minera o petrolera a través de la fractura hidráulica en espacio territorial de las comunidades, sí se habla de recuperar espacios territoriales que están en manos de transnacionales del latifundio como es el caso de Benetton, pero no nos corran de nuevo con el fantasma del secesionismo porque en primera instancia no tienen ningún fundamento en la propia cultura mapuche y segundo porque ya estamos un poco aburridos. Recuerdo una coyuntura similar en 1995 cuando fue el conflicto de Pulmarí, también se acusaba a los péñi que recuperaron 112.000 hectáreas en la zona de Aluminé en Neuquén de querer formar un movimiento independiente, en ese momento estaba de moda asociar al pueblo mapuche con el zapatismo, con las FARC, con el narcotráfico. Pasa el tiempo, cambian los estigmas superficialmente pero el dispositivo estatal es el mismo, trazar una suerte de caricatura, deslegitimar los reclamos y sobre todo no hacerse cargo de la demanda, que es que el Estado argentino pisoteó y lo sigue haciendo los derechos territoriales y la libertad de pueblos que son preexistentes y muy anteriores a la conformación de la argentinidad.



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