08/05/2006

«Nuestra tragedia está escrita»

el_desarmaderotapaentre.jpg«Es una visión trágica, nihilista, la que nosotros nos proponemos con la obra». De esta manera reflexiona Daniel Conte acerca de su propia creación: «El desarmadero», pieza que recientemente ANRed tuvo la posibilidad de contemplar y que sitúa su acción en medio de un desolador conurbano bonaerense. El relato se propone involucrar al espectador de manera directa, evitando los atajos y los disfraces. «Todos somos parte de este drama», sostiene el director.


Ahora estamos afuera, en la calle, la función de «El desarmadero» ya terminó pero la desdicha que la obra mostraba no. Esta es concreta y manifiesta. Y no acaba en una representación teatral. Adentro, el infierno. En el exterior, también el infierno.

«Condenados y sin escapatoria. Esa es la historia de este país trágico que se la cobra con los jóvenes». Con estas palabras comienza la charla con ANRed Daniel Conte, quien nos cuenta sobre el sentido de su obra. Un discurso creativo que nos expone una realidad turbia y dolorosa imposible de poder esquivar. Nos acecha, nos persigue y lo peor que podemos hacer es callarnos y resignarnos ante nuestro propio dolor, o hacia el ajeno.

«Uno está tan metido en la tragedia que no tiene posibilidad de discernir: es esto, me tocó, me lo banco y lo vivo. Ni me planteo modificarlo, me asumo en la tragedia», agrega luego Conte.

ANRed: ¿Cómo surge la idea inicial que dio pie a la constitución del espectáculo?

 Daniel Conte: En principio, no teníamos un texto determinado, nos juntamos con la intención de abordar distintos enfoques, tratando de encontrar, de entender, como personas, como actores, el funcionamiento del poder. El poder en lo macro, en lo micro y las consecuencias que tiene la forma de ejercer el poder en los individuos. Así fuimos recalando en la familia, en la escuela, y en cómo desde chiquito a uno le van marcando los lugares por donde moverse. Y yéndonos a nuestra historia como país, ver como esa utilización del poder genera un destino trágico en aquellos que se oponen a determinados usos y abusos.

 ANRed: ¿Y en dónde se produce el cruce con los clásicos de «Electra» y «El reñidero»?

 D.C: Lo que más nos quedó calado de esta búsqueda fue el tema de la familia y ahí aparece el texto de «Electra». Nos pareció interesante el tema de la tragedia, pero queríamos hacer algo actual, no plantearlo como una propuesta universal. Eso ya está muy instalado y, a su vez, muy distante a nuestra época. Tomamos esas dos obras como punto de partida y nos pusimos a buscar en ese «Reñidero» el lugar de la tragedia hoy. Y las miradas se nos fueron al conurbano bonaerense.

 ANRed: Un lugar en donde la tragedia es constante.

-D.C: Es que sus habitantes viven un destino trágico, un destino que algunos ni siquiera lo pueden hacer más consciente. Es un destino que no se puede modificar. Ayer veíamos imágenes del CEANSE, que está en el camino del Buen Aire, y observamos a la policía que dejaba entrar a la gente a revolver la basura y a tal hora sacarlos a bastonazos porque ya habían recogido bastante. Y de repente, un pibe, de unos 22 años, le dice a la cámara: «acá loco se muere de hambre el que no quiere laburar», como aceptando que ese es su trabajo, la indignidad de ese acto.

 ANRed: La obra precisamente hace hincapié en ese destino cruel de los jóvenes

 D.C: Condenados y sin escapatoria. Esa es la historia de este país trágico que se la cobra con los jóvenes. En distintos momentos y épocas. Fue en Malvinas mandándolos a la guerra, fue con la dictadura haciéndolos desaparecer. Hoy es sembrando este estado de falta de oportunidades, de educación, donde vas a revolver la basura para comer y está todo bien. No hay una política que trate de rescatar a ese joven. En el caso de la obra, tenemos a esos hijos que terminan mal; Nahuel que acaba preso, repitiendo la historia del padre y Adriana, que enloquece.

 ANRed: Planteaste el tema de como terminan los hijos dentro del relato, ahora bien ¿qué simboliza, más allá del personaje concreto que cumple en la obra, el padre, ese «Chulo», que desencadena la acción?

 D.C: Es la imagen de este país que enloquece y encierra a sus jóvenes. El Chulo representa estos años de corrupción y de sin razón, de un modelo que se sigue aplaudiendo. Es un modelo de la vieja política que nunca es vieja, que es siempre actual. Son estos que se cambian, se metamorfosean, pero siempre son los mismos. Es quien ejerce el poder.

 ANRed: Y si hablamos del poder no podemos dejar de lado a la ley, ¿dónde la ubicamos dentro de la obra?

 D.C: La obra nos habla de la ley paterna o de la autoridad, de la ley del más fuerte. Y esto también lo podemos ver en el conurbano; en donde un puntero se mete en la escuela a buscar votos y la directora no puede hacer nada, o se mete en un comedor comunitario y se roba comida. Es la ley del más fuerte y esto se ve en todos lados. Pero en el conurbano se hace más evidente, porque justamente hay mucho de esto y son pocos los lugares en donde se puede construir una resistencia hacia esto.

 ANRed: Me interesa profundizar en el rol del público, que más que espectadores que asisten a una representación teatral parecen vecinos que habitan en ese conurbano de la tragedia.

 D.C: Los actores en todo momento del relato le hablan al público. Le dirigen la mirada a ellos, le cuentan su desdicha. Se intenta romper un poco la idea de esta cuarta pared y que el espectador se involucre. Por ahí el momento donde más claro se ve esto es cuando Nahuel va a gritar que el padre lo entregó. Por otro lado, la propuesta de abordaje de la obra apunta a que todos somos parte de esta tragedia, tanto los actores como el público. Y lo único que pueden hacer es verla y dejar que suceda. Porque la tragedia como género tiene esta particularidad: es el designio de los dioses que está escrito, no se puede modificar. Y nuestra tragedia hoy está escrita. La vemos en las personas que viven una situación de precariedad, indigencia, en una madre que le da de comer a su hijo de un tacho de la basura y no puede salir, es parte de esa tragedia y lo terrible es que sabe cuál es el final de eso, aunque no lo verbalice. Por eso, los actores están todo el tiempo en escena.

 ANRed: Saben que no tienen escapatoria.

 D.C: Sí, no se van porque son conscientes de lo que les está sucediendo y el rol que se les asigna es: sean parte de esta tragedia, de acá no se puede salir. Es una familia que queda despedazada y queda despedazada de la forma más terrible, entre ellos, y ese es el gran drama que estamos padeciendo como sociedad.

ANRed: ¿Cómo se manifiesta el amor en la obra? ¿Tienen capacidad de amar estos personajes?

 D.C: Partimos de la idea de que es una familia que está destruida, donde los vínculos que se fueron generando son vínculos perversos y el amor es un cachetazo. Los valores en este relato se fueron al diablo. Acá no hay una cuestión de solidaridad ni de respeto. Acá la cuestión es el poder y quien lo tenga puede hacer lo quiera con él.

 ANRed: Hasta que deja de tenerlo…

 D.C: Sí, hasta que venga alguien que lo voltee y se instale en ese lugar. Es una escalera, uno sube y el último peldaño el peso de la corona te lleva al abismo; y toda la sangre que dejaste abajo para llegar es lo que finalmente hace que te resbales y caigas.

Mariano Minasso



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