06/07/2017

Violencia oculta: el machismo en los medios hegemónicos

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Los diversos casos de violencia de género continúan a pesar de las masivas movilizaciones. Muchos de ellos generan la pertinente respuesta por parte de los seres queridos de las víctimas y las diversas organizaciones contra la violencia machista que rompen cercos mediáticos y se meten en los titulares de los medios hegemónicos. Lamentablemente, cuando eso ocurre, su abordaje mediático no siempre es como debería. Desde los comentarios misóginos de conductores y «celebridades”, como Baby Etchecopar, hasta la distorsión de una noticia ligada a una víctima de violencia de género poniendo el foco más en la víctima que en quién cometió el delito. Incluso desde la «ficción” se naturalizan atrocidades como una violación o hechos cotidianos de misoginia. Por Ramiro Giganti, para ANRed.


¿Cómo es posible que incluso muchas mujeres justifiquen lo injustificable? La pregunta se repite en redes sociales y reuniones de colectivos de género. También en muchas conversaciones. Las respuestas puede ser muchas, y todas operando en conjunto. Pero sin duda una parte de las respuestas radica en los medios hegemónicos y los programas de consumo masivo. Desde el sexismo de Marcelo Tinelli hasta los programas de chimentos. Desde la exposición de modelos femeninos cosificados y muchas veces banales hasta el trato de una noticia. Todo opera en conjunto para que no sea difícil morder el anzuelo cuando un noticiero ataca a la víctima. El «la zorra se lo buscó” que tantas veces circula e irrita cuando hay un caso tremendo de violencia de género no es fruto (o al menos no solamente) de la maldad de quien lo dice. Son muchos los casos donde una noticia de una mujer desaparecida, violada o asesinada, se encuentra impregnada de comentarios sobre la vida privada de la víctima.

De Glew a José C Paz, de Ayelén a Melina

El caso de Melina Romero tuvo fuerte repercusión en los medios hegemónicos al circular su foto mientras estaba desaparecida. Un mes después fue encontrada muerta en José C. Paz en el año 2014. Hace unos meses la causa pasó a foja cero por «falta de pruebas”. En aquellos días del año 2014 «el gran diario argentino” publico una nota titulada «Una fanática de los boliches que abandonó la secundaria”.

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La primera frase de la nota es «La vida de Melina Romero no tiene Rumbo”, como justificando lo que luego se comprobó que ocurrió. Las docentes de la escuela de Melina publicaron una carta abierta repudiando la nota. El caso de Melina y el desastre mediático es un caso referente entre muchos otros. La impunidad, tanto de los feminicidas como de los medios hegemónicos permitió que la historia se repita.

El caso de Araceli Fulles, fue una de las tantas historias repetidas. Desaparecida en el Partido de San Martín, en el conurbano bonaerense, tardó tiempo en tener difusión masiva en los medios. Araceli, como Melina, fueron examinadas por los medios y tratadas por muchos de ellos como «mala víctima”.

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Si bien la movilización por Araceli rompió cercos mediáticos y forzó el derecho a replica de su padre y otros seres queridos, la impunidad mediática permanece y los hechos se repiten.

Esta semana se conoció el crimen de Ayelén Roldán en Glew. Los primeros zócalos de noticiero (muchas veces la primer impresión de una noticia es el zócalo, que se ve en una tele muda en un bar u otro comercio o espacio público con una TV encendida) hablaban de «una niñera asfixiada en una fiesta swinger”. Nuevamente el enfoque es puesto en la víctima y en este caso en su actividad sexual.

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Según las primeras pericias Ayelén murió asfixiada por un cable, tenía 19 años, estaba embarazada de seis meses, y trabajaba cuidando niños. Su familia denunció que fue a la casa donde se la encontró muerta porque le habían prometido regalarle ropa. El enfoque de los medios hegemónicos no fue ese, sino en la fiesta swinger y especulaciones infundadas sobre la actividad sexual de Ayelén.

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En lugar de informar otro caso de violencia de género, montaron su show televisivo y desparramaron adjetivos que no hacen más que desprestigiar y atacar a la víctima.

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«El show justifica los medios”

La noticia presentada como espectáculo no es una novedad. Lamentablemente son muchos y frecuentes los casos. Pero también muchas veces ocurre a la inversa: la justificación de la violencia machista puede aparecer también en un espectáculo de ficción o en un show de premios. Los conocidos premios «Martín Fierro” están inundados de complicidades y relaciones con violencia machista. No solo por premiar a programas con alto contenido sexista y cosificación de la mujer, sino por cuestiones tremendas, como el vínculo de sus jurados con trata de mujeres con fines de explotación sexual. Ya hubo en los años previos notas relacionadas a diversos casos o situaciones.

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Este año no fue la excepción: uno de los programas premiados fue «Educando a Nina”, que el año pasado tuvo una enorme polémica en redes sociales por una escena en donde se naturaliza una violación en un contexto jocoso banalizando la gravedad del hecho. Este es un claro ejemplo de cómo desde el show, incluso la ficción, se banaliza el hecho. Y es premiado. Bastaron unos pocos meses para olvidar las polémicas y que la premiación al programa no sea cuestionada. Todo en un contexto de masivas movilizaciones bajo la consigna #NiUnaMenos.

La brutalidad amplificada

También en esa diversidad de justificaciones machistas también aparece lo brutalmente explícito. Desde declaraciones de algunas «personalidades del rock nacional”, en un contexto donde finalmente se pudo condenar a Cristian Aldana por los numerosos casos de violencia machista ejercidos sobre distintas mujeres, hasta las groseras declaraciones de Baby Etchecopar en su programa de radio.

Etchecopar abrió el fuego justificando las violaciones al decir: Si tu hija de 12 años sale mostrando las tetas, con un tatuaje, y haciendo trompita, hay una provocación”, al aire por Radio 10, durante su programa «El ángel del mediodía”, en el marco de las movilizaciones por el femicidio de Micaela García. Sus declaraciones generaron el repudio de diversos colectivos de género.

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Luego de una protesta realizada a principios de mayo por organizaciones nucleadas en la Campaña contra las Violencias hacia las Mujeres contra los dichos de Baby Etchecopar frente al estudio Radio 10 «“ en el marco de un acampe frente al Consejo Nacional de la Mujeres en reclamo de políticas públicas activas contra los femicidios y las diferentes formas de violencias de género «“ el conductor siguió emitiendo comentarios machistas, misóginos, xenófobos, y divulgó al aire los teléfonos de las voceras de la Campaña para que sean llamadas por sus oyentes. Desde ese día las mujeres empezaron a recibir llamadas con amenazas y agresiones de parte de sus oyentes: desde «Te vamos a violar con 20 tipos esta noche, sabemos donde vivís” o «te vas a volver en un cajón a Venezuela”, hasta insultos como «Borracha, puta, falopera”, entre muchos otros, la mayoría cargada de fuerte violencia sexista, además de las amenazas.

No conforme con eso, también hizo declaraciones en contra de este medio por haber hecho la cobertura de las movilizaciones e informar sobre lo ocurrido. «A esta agencia de noticias, a esta gente, yo las demando y las demando penalmente y ahora vamos a ver cómo contestan adelante del juez”, declaró en su programa, desconociendo el pleno derecho de informar y difundir hechos noticiosos de todo medio de comunicación.

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En este contexto, la Campaña Nacional Contra las Violencias Hacia Las Mujeres, presentó una denuncia contra Etchecopar por instigación a cometer delito, intimidación pública y apología del crimen.

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El pasado martes 4 de julio se realizó una conferencia de prensa en los tribunales de Comodoro Py, que contó con la presencia de medios alternativos y una casi total ausencia de medios hegemónicos. Gracias a la movilización y lucha las organizaciones lograron que finalmente se las incorpore a la causa como parte querellante, y el reconocimiento por parte del juez Daniel Rafecas de que las acciones por las que se acusa a Etchecopar configuran el delito de amenazas coactivas, siendo competencia del fuero Criminal y Correccional de la justicia nacional.

La ausencia de medios hegemónicos en casos de violencia machista no es nueva, pero tampoco supone una sentencia a la que haya que resignarse. Un caso al que los medios hegemónicos tuvieron que ceder tras meses de indiferencia fue el de Eva Analía de Jesús, más conocida como «Higui”.

Higui: el escorpión que rompió un cerco

Eva, o mejor dicho «Higui”, como es apodada por sus seres queridos por su parecido y admiración a René Higuita, tiene 43 años. Por ser lesbiana enfrentó distintos abusos y discriminación, pero nunca dejó de encarar la realidad y sus adversidades. Fue obrera industrial y jardinera. Jugaba al fútbol y era conocida por casi todo el barrio de Mariló donde vive. Desde muy chica tuvo que enfrentarse a vecinos para defender su sexualidad y su integridad física por las agresiones recibidas.

Ante los numerosos casos de agresiones y amenazas Higui salió a la calle preparada para defenderse. El 16 de octubre de 2016, Higui fue atacada por 10 hombres, todos ellos conocidos por vecinos de la zona e incluso por sus parientes. Mientras empezaban a abusar de ella diciendo «te vamos a arreglar” Higui escuchó a uno decir que había «que empalar a la torta”. En un momento, ya golpeada, Higui decidió defenderse con un puntazo de arma blanca que hirió a Cristian Espósito, uno de los agresores que estaba encima de ella y que luego murió. Higui, lastimada, con marcas en su rostro, fue detenida, sus agresores no. Desde el personal de la Comisaría 2da, pasando por la Unidad Funcional de Instrucción Nro. 25 de Malvinas Argentinas (descentralizada) hasta llegar al Juzgado de Garantías en lo Penal Nro. 6 de San Martín, sólo tomaron en cuenta las declaraciones de los agresores para dictar su prisión preventiva y comenzar un proceso para juzgarla por homicidio.

La historia de Higui se empezó a difundir en redes sociales por comunicados de colectivos de género y coberturas de medios alternativos, pero marginada de noticieros de televisión abierta, cable y demás medios hegemónicos. La consigna «Libertad para Higui” desbordó las redes sociales y estuve presente, tanto en la huelga de mujeres del 8 de marzo como en la masiva movilización del 3 de Junio pasado, entre muchas otras actividades. Tal vez el golpe de gracia que terminó de romper el cerco mediático haya sido la mejor caricia en el alma recibida por Higui en sus oscuros días (más de 200) de cárcel: [su ídolo René Higuita, el carismático arquero colombiano, se enteró de su historia y se dedicó a difundirla->].

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No solo publicó una nota sobre su causa en su cuenta de Twitter sino que se sacó una foto con la consigna #LibertadParaHigui, que también publicó en su cuenta para sus más de 300 mil seguidores/as. El pasado 7 de junio fue el cumpleaños de Higui, que lo pasó en la cárcel. Las redes sociales volvieron a desbordar con consignas por ella. También se viralizó la foto de René Higuita. Tras meses de indiferencia la historia de Higui se metió en los noticieros. Higui fue liberada el pasado 12 de junio pero la causa sigue abierta. Lograda la consigna «libertad para Higui” solo queda pendiente la «absolución para Higui”. Su lucha, y la de todas aquellas personas que se movilizaron por ella, es un claro ejemplo de que se pueden seguir rompiendo cercos, que movilizarse tiene sentido.

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Pero hay otros casos de violencia de género donde la justicia encarcela a la víctima. Actualmente Victoria Aguirre se encuentra presa hace más de 2 años acusada injustamente de asesinar a su hija. Fue víctima de violencia, secuestro y tortura por parte de su ex pareja, quien fue el verdadero asesino.

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No por casualidad, esta nota comienza con la pregunta sobre cómo es posible que existan mujeres que justifican hechos de misoginia y termina con el caso de Victoria Aguirre. El proceso judicial cuenta con un elemento llamativo: la intervención de la fiscal Estela Marys Salguero de Alarcón, esposa del juez de instrucción Horacio Heriberto Alarcón. Las preguntas e insinuaciones de la fiscal hacia Victoria cargan con un contenido intimidante hacia la víctima muy similar al ejercido por los medios hegemónicos. No es simple «casualidad”.



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