11/04/2017

Vivas nos queremos

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El femicidio de Micaela García, quien fuera hallada sin vida en Gualeguay, Entre Ríos, desencadenó una gran cantidad de demostraciones de dolor y unidad de las mujeres, que salieron a la calle a exigir justicia. Compartimos una carta que expresa la bronca organizada. Por Marea T. para ANRed


Es como sentir que un poco nos morimos cada vez que un hijo sano del patriarcado nos deja sin una hermana, sin una compañera.

La angustia y congoja deja lugar a la bronca, a la impotencia de no saber cómo seguir y ahí no más el mensaje compañera que nos dice ¡hay que estar fuertes! ¡no hay tiempo para caer! ¡porque nos están matando! Nos agreden, nos pegan, nos acosan. Nos violan, nos empalan, nos matan. Y no les alcanza, nos descuartizan, nos mutilan, nos tiran al pastizal, al río, a la basura. Entonces, le decís a la compañera ¡nos vemos en la plaza!. Nos vemos en las plazas, en las calles, en las rutas con nuestros pañuelos verdes y las remeras violetas esas que pronuncian «Revolución: en las calles, casas y camas”, «Lo personal es político” o «El feminismo es amor”. Y pensás, que ya la angustia se colectivizó y deviene en acción, deviene en rabia organizada. Se vuelve escrache, grafitti, megáfono. Se vuelve cántico. Se vuelve nombre y grito de guerra. Se transforma en saltos, bailes y abrazos brujos que entretejen esos lazos que nos permiten anteponernos a la muerte y sentirnos más hermanadas, más libres, más felices.

A pesar del dolor (porque nos duele y cómo, cada Micaela) nos empoderamos, nos volvemos denuncia y salimos cada vez más confiadas y seguras a encontrarnos, al calor de ese ritual que atraviesa nuestros cuerpos y nos marca indelebles, a exigir justicia por las hermanas.

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El Estado es responsable. Lo hacemos cargo por cada denuncia denostada, por cada causa archivada, por cada violador o golpeador suelto o en libertad condicional, por cada risita, por cada «vista gorda”, por cada dedo acusador, por cada palabra inquisidora.

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Porque un violador o un femicida NO es una bestia, no es un mounstro ni un enfermo. Es un HIJO SANO de este sitema MISÓGINO y PATRIARCAL, MACHISTA y ABUSIVO, que trama demasiadas complicidades y habilita nuestra muerte.

La única diferencia con ayer es que ya NO CALLAMOS, ES QUE ESTAMOS HASTIADAS, ¡HARTAS!

Hoy más que nunca nos queremos, ¡VIVAS Y ABRAZADAS!



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