28/03/2017

Elecciones en Holanda: ganó un neandertal de corbata y camisa

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Entrevista a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México) donde repasa el resultado de las elecciones holandesas y el 60º aniversario del Tratado de Roma. Asimismo analiza la situación de la Unión Europea. Por Mario Hernandez


Mario Hernandez.: Estamos preocupados por el editorial que publicó hoy (22/3) Clarín y por los sucesos acaecidos paralelamente en el barrio de La Boca, donde la policía de la Provincia y de la Ciudad de Buenos Aires, en una persecución provocaron la muerte de una vecina del barrio y está gravemente herida otra. Ante la reacción de los vecinos hay varios heridos con postas de plomo. Una represión que han venido fogoneando y buscando desde varios sectores y finalmente se ha producido en las vísperas de la Marcha Federal por la educación que se va a desarrollar hoy a partir de las 11:00 y culminará con un acto a las 15:00 en la Plaza de Mayo.
Pero no solo vivimos gobiernos de derecha en Argentina, en Brasil sino que también se viven en Europa, está próxima la elección en Francia y el domingo se produjeron las elecciones en Holanda. Muchos diarios hicieron un análisis a raíz de la derrota del partido de Geert Wilders, el Partido por la Libertad, como algo bueno ya que la ultra derecha no ha accedido al gobierno, pero realmente me daba otra impresión porque tengo dudas de la derrota del Partido por la Libertad, lo digo porque ha obtenido más votos que en 2012 y antes tenía 15 escaños en el Parlamento y ahora tiene 20. Además, el partido que ganó, del primer ministro Mark Rutte, hizo una campaña muy parecida a la de Wilders. Inclusive otros partidos de las llamadas «derechas moderadas” holandesas han girado hacia la derecha, por ejemplo, el caso del Llamamiento Demócrata Cristiano que incita abiertamente al odio a los musulmanes y ha obtenido más votos que en 2012. Estos resultados electorales a mi entender suponen la consolidación de las derechas extremas y una acentuación del odio y el racismo. ¿Cuál es su posición?

Guillermo Almeyra.: En efecto, el partido de la extrema derecha ha ganado votos y posiciones parlamentarias. El partido del gobierno actual giró hacia la derecha y eso le permitió canalizar parte de los votos de la extrema derecha reduciendo la pérdida de votos. Es como comparar a un neandertal y a un neandertal vestido de corbata y camisa, son igualmente feroces como los de la extrema derecha. El dato interesante en todo esto es que como contra tendencia aumentaron bastante los rojo-verdes incluso en candidatos parlamentarios, claro que en una medida mucho menor, por eso la lectura es que el gobierno se inclinó hacia la derecha.

M.H.: Esa formación rojo-verde me recuerda a Syriza, un partido que surge en 1980 como una alianza de la izquierda radical, incluso del Partido Comunista y el movimiento ecologista, pero que hacia los ´90 da un giro hacia el social liberalismo ¿Esto es así Guillermo?

G.A.: Yo no lo llamaría social liberalismo, diría social democracia moderada, con alas dentro que no son tan moderadas, algunas un poco más radicales; pero efectivamente es una albóndiga, una alianza entre distintos sectores que no son coherentes entre sí.

M.H.: Mencionó al pasar a la social democracia, ¿podríamos decir que el Partido del Trabajo holandés ha colapsado?

G.A.: Ha sufrido un golpe bestial entre la derecha que le ha robado buena parte del electorado y queda poco de los verdes en un partido tradicional, un partido importante de la famosa Internacional Socialista de los mejores momentos.

La Unión Europea se fue desarrollando como la unión de los capitales y no de los pueblos

M.H.: Quería recordar que el próximo 25 de marzo se cumplen 60 años del Tratado de Roma que podríamos decir es el antecedente más antiguo de la Unión Europea. Hoy en día una Unión Europea bastante distinta de la que imaginaron cuando firmaron ese tratado hace 60 años.

G.A.: La Unión Europea nació como la unión de grandes capitales en torno a la búsqueda de una política común agrícola, del carbón y el acero. Fue una alianza de intereses, donde los pueblos tenían muy poco que ver. Se fue desarrollando la Unión Europea como la unión de los capitales y no de los pueblos, donde los capitales se reforzaban a costa de los pueblos. Hoy la Unión Europea con la salida de Inglaterra, el Brexit, con el debilitamiento de Grecia que en cualquier momento se puede ir, y con las tendencias a la ruptura con la Unión Europea en España, Francia e Italia, está malherida, tambaleante.

EE. UU. intenta darle un golpe porque evidentemente la Unión Europea y en particular Alemania, no solamente es un importante acreedor de EE. UU. sino también un competidor importante en las exportaciones y si le puede dar un golpe va a reforzar su política.
De manera que la Unión Europea está combatida por sus problemas internos y políticos porque nunca pudo construir una unión política. Veremos qué pasa con las elecciones francesas donde al menos la mitad del electorado no es europeísta, como son los votos de Marine Le Pen y la derecha. Es evidente que eso la va a debilitar aún más. La Unión Europea está reducida prácticamente al motor alemán, pero eso a costa de los aliados también, los franceses y los italianos. Así que tiene gravísimos problemas por delante.

M.H.: ¿Hasta dónde cuenta la opinión de los pueblos europeos? Porque observo que la Unión Europea adopta una serie de políticas donde deja de lado la opinión de los electores, por ejemplo, el acuerdo que hizo con Canadá, que sin haber sido votado por los parlamentos ya empieza a aplicarse y lo mismo sucedió hace unos años atrás con el acuerdo que hiciera con Corea del Sur.

G.A.: La Unión Europea está organizada en torno al gran capital, el Parlamento europeo no tiene peso, puede hacer declaraciones, tiene un peso moral, pero no tiene peso efectivo, no hay ningún control sobre la Comisión de la Unión Europea, es un régimen monárquico. De modo que no les importa lo que pueda decidir la opinión pública o lo que se pueda discutir en el Parlamento europeo en Estrasburgo. Hay protestas, rechazando el acuerdo con Canadá, pero esos acuerdos se aplican, lo que pasa es que el que hundió todo ese tipo de acuerdos fue Trump que está dando golpes de pico contra una serie de acuerdos, incluso contra la OTAN.



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