Familia Querida
ANRed decidió espiar la convivencia de una particular y explosiva familia integrada por tres mujeres de distintas generaciones. El encuentro fue bautizado bajo el llamativo nombre de «Piel de chancho». ¿El resultado? Delirante y a la vez dramático. Una vez más José María Muscari hace de las suyas y nos sorprende al exponer en primer plano la ferocidad que pueden engendrar algunos vínculos filiales, pero siempre preservando el humor ante las situaciones más patéticas. Sin victimas ni victimarios, sólo seres humanos atrapados bajo la tragedia social.
Una, tiene la piel chamuscada, producto de un incendio que ella misma provocó y que le ocasionó la muerte a sus hermanas. La otra, es una lesbiana reprimida que oculta el romance que mantiene con su socia. Y la tercera, padece de bulimia y anorexia, mientras sueña con ser una odalisca como Fairuz.
Ellas son respectivamente abuela, hija / madre e hija / nieta. Tres mujeres depositadas en una casa dispuestas a lanzarse con munición gruesa. Unidas por un vínculo filiar que las ensambla y al mismo tiempo las enfrenta. Se detestan, se castigan, se agreden, pero al mismo tiempo se cuidan y se aman, ¿o no? No mucho.
Ninguna parece tener piedad por la otra, pero fundamentalmente esa falta de piedad es para con ellas mismas. El infierno no está afuera, ni tampoco se encarna en el otro. Siempre está más cerca de lo que uno cree.
Y nosotros, espectadores de esa tragedia social que nos involucra y nos interpela, no podemos hacer nada para evitarlo. Es más: respondemos con risas y aplausos. Inútil es que estas mujeres detengan el tiempo de la acción y nos miren fijamente para desnudar sus secretos (gran momento el monólogo de Armenia Martínez cuando recuerda su juventud) Secretos que, a su vez, prefieren ocultar entre ellas. Así, el público se convierte en testigo y confesor de sus acciones.
Aunque sus vidas ya están condenadas desde el inicio. Así lo decidió su creador, José María Muscari, quien una vez más nos introduce en una nueva y fascinante exploración del universo femenino. Sin acartonamientos y dramatismos. La parodia está servida. La casa abre sus puertas y nos muestra su interior más amargo que desde adentro nos dice: la familia se está descomponiendo.
Por eso, sólo nos queda contemplar la imagen grotesca de esas mujeres arriba del escenario. Casi como si observáramos un cuadro, un retrato hogareño en donde sus integrantes suelen congelar un instante. La diferencia radica en que acá nadie disimula una sonrisa, ni nos regala su mejor perfil. Todo luce agrio. Repleto de excesos y desbordes que provocan la carcajada ante tanto patetismo.
Sin olvidarnos, además, que, a diferencia del retrato, estos cuerpos permanentemente se encuentran en movimiento y al borde de la explosión (término muy acorde, teniendo en cuenta a la piromaniaca de la abuelita. Grande, María Aurelia: ya vamos a hablar de vos, paciencia) Pero esos movimientos, en realidad, son apenas un reflejo de otros tiempos. Ahora, ya nadie se mueve ni avanza, salvo hacia la destrucción.
Porque en ese simulacro de hogar que habitan construyen el infierno. No tienen la vida que hubieran querido tener y por lo tanto tampoco dejan que la otra la tenga. Prisioneras de la desdicha aguardan un desenlace, mientras que de vez en cuando se entretienen brindándose un poco de afecto.
Muscari se burla del melodrama (afortunadamente), al cual lo sobrecarga y lo enriquece. Y al hacerlo, lo torna delirante y complejo. Construye una propuesta en donde no hay lugar para víctimas ni victimarios. Todos padecen de todos. Y en ese padecimiento sobreviven y esperan. Esa piel de chancho, que ostenta la abuela y que da el nombre a la obra, es apenas una excusa para señalarnos todo lo que se puede sufrir en nombre de los lazos familiares.
Y si de melodramas hablamos, no podía faltar ella. Símbolo de los culebrones, pero también una gran actriz del teatro y del cine: la señora María Aurelia Bisutti, quien retorna a la escena luego de un largo ostracismo para componer de forma impecable e implacable a esa monstruosa pero a la vez adorable anciana, que parece vivir anclada al pasado y ajena a todo, aunque paradójicamente sea la única que tenga futuro.
Pisándole los talones a la Bisutti o, mejor dicho y para estar acorde con la obra, la cabeza, no se quedan atrás las otras figuras del espectáculo. Crueles y a la vez desprotegidas, así lucen en su composición las talentosas Armenia Martínez y Laura Espínola
Algo huele a podrido en esa casa y no es precisamente la piel chamuscada de la abuelita lo que provee ese olor. Ni tampoco, a decir verdad, corresponde exclusivamente a ese ambiente. Hace rato que el hedor convive entre nosotros.
Mariano Minasso
Piel de chancho
Ficha técnica:
Género: drama
Autor y director: José María Muscari
Protagonistas: María Aurelia Bisutti, Armenia Martínez y Laura Espínola
Teatro del Pueblo. Roque Saenz Peña 943, 4326-360
Sábados a las 23hs y domingos a las 20hs
Entradas $15 ($8 para estudiantes y jubilados)