28/10/2016

Eva renace o un pequeño acto de justicia

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Todos los viernes de octubre y noviembre a las 21 hrs se presenta «Eva Perón Resucitada” en Museo IMPA ( Querandíes 4290, CABA). Eva resucitada es un acto de amor. Una ceremonia profana, una tragedia moderna montada en una fábrica recuperada por los trabajadores. Mediante la figura de Evita, se irán intercalando datos de nuestra historia reciente. El galpón inmenso se llenará durante algo más de una hora con las voces y acciones de mujeres que apelan a un mundo parecido al que Evita imaginó y por el cual luchó hasta su último aliento. Por Andres Manrique para ANRed.


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Dicen que los sueños revelan la verdad. ¿Qué verdad encubre entonces la invención de un sueño? El claroscuro nace para abordar situaciones donde la luz insuficiente tantea con la yema de los dedos el volumen del mundo. La situación de escasa visibilidad despierta formas en las sombras, relieves invisibles bajo otra luz. El fuego anima el espíritu dormido, trabaja en el relieve, en la huella, practica incisiones en nuestras caras y en la piel de las cosas. Las antorchas se acercan paso a paso entre las máquinas. El olor de la grasa industrial y el hierro impregnan al ambiente. La procesión avanza por el hilo de voz que es el de Ariadna compuesto por las trece mujeres del coro que nos van a arrancar por un rato del laberinto. Eva renace aquí, en cada palabra, cada vez y siempre que se pelea por lo justo, que se busca balancear el equilibrio entre los que sueñan otro mundo posible y los que suponen que no existe mejor mundo que este.

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Este año se cumplen 40 años de un hecho que Eva encarna en este renacimiento: la mañana del 29 de septiembre de 1976, 150 militares, un tanque y un helicóptero emboscan una casa del barrio de Floresta donde duermen cinco integrantes de Montoneros y una beba de un año. Los militares matan a los tres hombres que están de guardia en la planta baja, pero quedan un hombre y una mujer, la madre de la beba. Se resisten desde la terraza: son María Victoria Walsh, oficial segundo de Montoneros y Alberto Molina, secretario Nacional de dicha organización. Un conscripto presente esa mañana entre los militares cuenta que Victoria dispara una ráfaga y ríe, dispara otra y vuelve a reír. Cada vez que los 150 efectivos se zambullen en los adoquines, durante una hora y media, ella larga carcajadas. Pero es tarde, están rodeados y saben que el peor de los accidentes no es morir, sino ser atrapados: de ahí a la tortura, a la peor de las vejaciones y a la delación, un paso.

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Desde hace mucho llevan la pastilla de cianuro para poder elegir hasta el último instante. Ya casi no les quedan municiones. Se asoman con las manos en alto. Victoria habla. Todavía está en camisón esa mujer de 26 años que habla para que la escuchen. Sin gritar. El testigo militar cuenta que desde entonces, cada noche, lo despierta la misma frase o mantra: «A nosotros no nos matan, nosotros elegimos morir.» y haciendo de la palabra una acción, Victoria y Alberto se pegan un tiro en la sien, enfrente de todos.

Hoy, esa oración en boca de Eva, parada sobre un tacho de doscientos litros bajo el techo de zinc se convierte en grito de emancipación, en llamado a la libertad.

Las imágenes del pasado proyectan su luz y se fragmentan en profundidad de acuerdo a la superficie en que se apoyan. Las notas del piano, en vivo, unen y separan las escenas, se reparten por el galpón fragmentando y reuniendo un pasado que se cristaliza en el cuerpo de las actrices, en las proyecciones, en el fuego de las velas encendidas al pie de las columnas. Una vibración al principio tenue hace temblar el aire, viene reptando como si el cielo se hubiera convertido en asfalto. Son motores, 22 bombarderos Northamerican AT-6; 5 Beechcraft AT-11 y 3 hidroaviones de guerra con «v” cortas y cruces en las alas: Cristo Vence. ¿Vence? ¿A quién, cómo vence? ¿Cuántas toneladas de rencor caen del cielo? ¿Son nueve, doce las toneladas que pesa ese Cristo de trotyl para ellos, los hijos de la sangre? ¿Qué piensa el soldado que sube a su avión bombardero para soltar bombas y metralla contra una plaza, también suya, llena de civiles, un día de semana? ¿Es obediencia debida? ¿Piensa? Si es así no queda otra que sentir hondo desprecio, porque el lavado de cabeza fue un éxito, completo. ¿Qué forma tiene ese Cristo que viene a repartir la muerte tras la niebla?

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Todo el IMPA crepita, se llena de ruido. Bajan filosas, verdes las «V» que sirven en bandeja un puñado de cruces que explotan condenando otra vez a la población inocente. El coro reaparece desde el fondo. Saltan cuerpos, golpean con estruendo, se hunden entre las máquinas. Desde la plaza gime algún sobreviviente con un brazo menos, con una pierna deshecha, miembros y vidas amputadas. El poeta pronuncia lo que ningún medio se animó a decir: la mayoría de las víctimas fatales son chicos que acaban de salir de la escuela y vuelven con hambre, ya imaginando el plato de comida, sintiendo el agujero en el estómago, pensando en ese almuerzo que va a quedar servido para siempre, enfriándose en la mesa para nadie, aquel 16 de junio de 1955. 

El gesto de violencia inaugural que funda nuestra patria sobre la sangre de las poblaciones originarias primero, luego sobre el pellejo del Gaucho, después contra el obrero, para seguir reproduciéndose en toda disidencia, vuelve a repetirse en cada gesto de violencia de un aparato estatal manejado por precarios funcionarios sin imaginación. El tendal de más de 300 muertos, calcinados, de aquel mediodía frío abultan la fosa común de este sistema en el que hemos naturalizado la explotación de los unos por los otros. Eva renace con un agujero en el pecho, con el corazón lleno de humo, con el cuerpo gastado por el abuso que sufre en carne viva e incluso después de muerta. Porque su cuerpo es emblema de la fuente, del agua que reanima el pelo suelto, flojo el rodete, su lengua y sus manos y su voluntad sueltas y libres y fuertes y firmes para gritar en cada oído: a nosotros no nos matan, nosotros no morimos, elegimos y volvemos a nacer. Y volvemos junto a millones que nacen hoy para elegir siempre.

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Ficha técnica

«Eva Perón resucitada en los tiempos del rencor”:
Libro y dirección Vicente Zito Lema
Con Nara Carreira y Vicente Zito Lema
Dirección de coro: Josefina Lamarre
Músico en vivo: Thono Báez
Octubre 21,22, 28 y 29, y viernes y sábados de Noviembre
Hora: 21
Museo IMPA,Querandíes 4290, Ciudad de Buenos Aires
Entradas: $100
Reservas: evaperonresucitada@gmail.com



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