19/02/2006

Colectivo La Oruga: juego, conocimiento, reflexión y cambio

tapaaaa-2.jpgANRed fue al barrio de Balvanera para saber qué es y cómo funciona el Colectivo Autónomo de Educación y Recreación Popular La Oruga que, mediante la combinación de fantasía y realidad, y con la realización de talleres, juegos, murales, cuentos e instrumentos musicales, intenta hacer reflexionar a los chicos sobre diversas problemáticas sociales no presentes en la escuela ni los medios. Pero que también trabaja con jornadas de reflexión o talleres para los adultos de la zona. Su trabajo, señalan, se basa «en la horizontalidad y la toma de decisiones en asamblea», y su objetivo es «generar y compartir conocimiento, y crear cierta organización para las problemáticas concretas del barrio o para los problemas políticos en general».


Hay mucha gente este sábado en la Plaza Velazco, del barrio porteño de Balvanera. En un rincón, un grupo de chicos arma instrumentos musicales con materiales tales como alambres y chapitas, coordinados por un adulto. Otros sábados, pintan, dibujan o inventan cuentos, pero hoy»¦ Hoy el tema es la música. Otro grupo, en cambio, integrado por adolescentes y adultos de la zona, leen libros que pidieron prestados de la biblioteca popular que funciona ahí, en ese espacio público enrejado (¡sí!, ¡enrejado por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires!), pero aún público, que es la plaza.

Estas y otras actividades son las que todos los sábados lleva a cabo el Colectivo Autónomo de Educación y Recreación Popular La Oruga, con el objetivo de «horizontalizar los espacios culturales y compartirlos en la plaza». El grupo está integrado por personas provenientes de diferentes ámbitos, como el magisterio, las letras, la recreación comunitaria, la sociología o, incluso, integrantes salidos de la primera época de la cátedra de Educación Popular de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. «Y eso está bueno -asegura Horacio, un integrante del grupo- porque genera nuevas miradas y aportes de varios lugares que, cuando se encuentran, hacen ruido, generan debates y producen nuevos contenidos».

«El grupo se formó en el año 2004 -cuenta Florencia, otra integrante del colectivo- cuando nos convocó gente de una asamblea que trabajaba acá, en el barrio de Balvanera, en la escuela n°15, con los sextos grados, en un espacio de actividad asamblearia con los chicos. Nos convocaron porque no había nadie que ocupara este espacio ganado, con una asamblea que había podido entrar a una escuela a hacer una actividad diferente.

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El grupo, que al principio estaba integrado por diez personas, y todavía no se autodenominaba como Colectivo La Oruga, fue mutando en sus formas de trabajo, ya que la experiencia colectiva les fue brindando el aprendizaje de trabajar con los chicos de maneras diferentes. Pero el objetivo central, cuenta Florencia, siempre fue el mismo: «por un lado, mantener lo que hacíamos, como un espacio militante nuestro, y, por otro lado, transmitirle a los chicos un punto de vista que desde los medios y la escuela no tienen sobre temas que consideramos relevantes».

El Colectivo no cuenta con subsidios ni del gobierno de la ciudad ni del provincial ni del nacional. Y esto se da por clara una posición deliberada de parte del grupo con respecto al tema: «una construcción paralela a la construcción o estructura hegemónica -explica Horacio- nos parece que tiene que evitar tener vínculos, sobre todo materiales, con esa estructura hegemónica, que es el Estado.»

Fantasía y realidad

Si bien también trabaja con los grandes, el colectivo centra su actividad en la construcción educativa colectiva orientada hacia los chicos, basada en combinar la recreación con la realidad, para abordar de esta manera temas que tienen que ver con la realidad política y social del barrio, y del país. «La idea es transmitir valores o contenidos a través del juego», cuenta Florencia.

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Inicialmente, el grupo orientó su trabajo hacia el conocimiento de los chicos con los que estaba trabajando, ya que la mayoría de los integrantes del colectivo no son del barrio. Entonces, una de las primeras actividades fue organizar un «bingo de nombres», para averiguar dónde y en qué tipo de casa vivían los chicos, de qué trabajan sus padres, o si eran desocupados, entre otras cosas, para comprender así cuáles eran las problemáticas del barrio.

Y a partir de ahí las actividades se volcaron a introducir temas socio-políticos que tenían lugar en la zona. «A media cuadra de la plaza está Brukman -ejemplifica Florencia- y los chicos vivieron todo el proceso de acampe que se dio en ese lugar. Incluso, el día de la represión, los chicos tuvieron que salir corriendo del colegio porque los gases llegaban a sus aulas. Entonces tratamos de meter esos temas en cuentos, por ejemplo, con personajes inventados por los chicos, y los chicos mezclaban la fantasía con la realidad que ellos mismos habían vivido.

«También hicimos el plano del barrio -cuenta entusiasmada- ubicando las casas de cada uno, y los lugares ‘claves’, como Brukman, el hospital Ramos Mejía, que estuvo de paro el año pasado junto con el Garrahan, y otros hospitales. Todo hecho de esta manera, para ver qué es lo que ellos conocían sobre esos temas y empezar a reflexionarlos a partir de ahí».

«Con respecto a lo pedagógico -señala Horacio- tratamos que la recreación o el juego sea un instrumento que nos sirva para generar esta cosa nueva que es compartir y generar conocimiento colectivamente sobre temas importantes».

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En este sentido, el Colectivo La Oruga retoma, además, ciertas fechas relevantes para trabajar, como el 26 de junio, por ejemplo, o como cuando el 20 de diciembre de 2004 les propusieron a los chicos convertirse en periodistas para buscar información en el pasado, y así intentar comprender porqué sucedió lo que sucedió. O como el 24 de marzo del año pasado cuando, por medio de la técnica del «siluetazo», los chicos fueron interactuando con siluetas gigantes hechas con los contornos de sus cuerpos, «trabajando así el tema de que los desaparecidos están presentes en la plaza», explica Florencia.

Por eso mismo, y a pesar de que «el espacio» del colectivo es la plaza, donde realizan la mayoría de sus actividades, Florencia reconoce que el espíritu del grupo es más bien «itinerante, porque nos plegamos a las movilizaciones y marchas que tienen que ver con hechos o fechas que consideramos significativas. Entonces, por ejemplo, hace dos años que para el 26 de junio estamos yendo al puente Pueyrredón a hacer actividades. El año pasado confeccionamos barriletes, por ejemplo», cuenta.

El trabajo con los adultos

A pesar de que se centra en los chicos, el Colectivo La Oruga también destina parte de su tiempo al trabajo con los adultos que tienen más continuidad de presencia en la plaza, invitándolos a planificar y coordinar con ellos la construcción y realización de los diferentes talleres y actividades.

«La idea -relata Horacio- es que de las actividades de los chicos participen los padres como una forma de que se integren y participen ellos en la educación de sus hijos. No que la plaza sea un mero lugar donde depositar a los pibes los sábados a la tarde, para luego pasar a buscarlos más tarde».

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Además, el grupo lleva a cabo talleres específicos para los mayores, sean estos padres o no de los chicos que concurren allí. Este año, por ejemplo, está presente un «Taller de Educación Popular», en el que se tratan temas de actualidad: «Se abordan temas políticos, económicos y sociales -cuenta Horacio- Se recolecta la información sobre algún problema concreto que tiene la gente del barrio, y después se hace algún tipo de devolución, con algún tipo de mural, por ejemplo, con las actividades que se hicieron y las opiniones que hubo al respecto, como una forma de generar, socializar y compartir el conocimiento.

En este caso, especifica Horacio, el instrumento pedagógico «es un medio» para trabajar con los adultos (y no «un fin», como con los chicos) ya que «la idea no es enseñarles nada, sino generar conocimiento colectivo». Y su compañera Florencia resalta el concepto, por si quedan dudas: «la idea no es bajar una opinión, un contenido ni nada en especial, sino tratar de disparar temas o miradas, pero no plantearlas como ‘la mirada que está bien’, porque eso sería contradictorio con lo que nosotros hacemos. El grupo funciona de manera horizontal en el sentido de que no hay una estructura jerárquica en la toma de decisiones. Y la idea, en las prácticas cotidianas, es bajar más o menos esto», explica.

En definitiva, simplifica Horacio, el interés de fondo del colectivo es «generar y compartir conocimiento, y crear cierta organización y movilización, del tipo que sea, para las problemáticas concretas del barrio o para los problemas políticos en general».

La última experiencia: La Biblioteca Popular La Oruga

La biblioteca surgió a fines del año pasado. Al principio, empezaron con algunos libros de ellos y proponiéndoles a los vecinos que aporten más. Después, cuentan, hicieron una campaña virtual por e-mail que «ya está dando sus frutos».

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La idea de la biblioteca es que sea gratuita, con libros que se prestan por una semana (con posibilidad de renovar el préstamo), y hay libros de todo tipo, aunque confiesan que si pudieran elegir, prefieren la donación de libros infantiles, ya que tienen que ver más con el área en el que trabajan.

Horacio se muestra muy optimista y sorprendido por el hecho de que «la gente está muy predispuesta a retirar libros. En bibliotecas más formales no sucede esto de que la gente pase, mire y se lleve un libro, sin mediaciones. Y eso genera un movimiento relacionado con nuestra idea de horizontalizar los espacios culturales y compartirlos en la plaza. Por un lado, la idea es apropiarse de los libros y, por el otro, escribir una especie de nuevo libro colectivo. Y esto tiene que ver con la vida cotidiana de la gente, que escribe, produce y piensa, y tratar de que eso salga a la luz cuando no hay muchos espacios para producir en ese sentido. La Biblioteca en la plaza es parte de la lucha que estamos llevando a cabo por la recuperación del espacio público como lugar de lucha, memoria y resistencia».

Por Fernando Ruffa


El Colectivo Autónomo de Educación y Recreación Popular La Oruga se junta y realiza sus actividades los sábados a partir de las 16:30 hs., en la Plaza Velazco (Jujuy y México, Ciudad Autónoma de Buenos Aires), a cinco cuadras de Plaza Miserere.


Para mayor información:

colectivoautonomo@yahoo.com.ar



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