19/12/2005

Un pibe al que le decimos Petete

petete2.jpg«Cuando se habla de hombre nuevo, de honestidad, de solidaridad, nosotros lo ponemos a Carlos como ejemplo. No hace falta agrandarle ningún ‘prontuario’ de revolucionario porque él con su ejemplo era más que digno», sostiene Diego, compañero de Petete Almirón, asesinado el 20 de diciembre en Avda. 9 de Julio y Avda. de Mayo. Petete encabezaba una columna de manifestantes que intentaba volver a la Plaza de Mayo cuando recibió un disparo de la policía en el pecho.


Carlos «Petete» Almirón era militante de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) y de la Coordinadora de Desocupados 29 de Mayo. El 20 de diciembre recibió un disparo de la policía en el pecho.

Cherco, de la Correpi, cuenta que se vincularon con Petete en una volanteada que convocaba a una marcha por Walter Bulacio: «Él estaba con otros compañeros. Me acercó a hablar y les cuento que yo estaba en la Correpi. Me dicen que se querían incorporar, hacemos una reunión esa semana y se suman a la Correpi. Petete acababa de salir de la secundaria».

Por su parte, Diego relata que conoció a Petete en el colegio cuando militaban en distintas corrientes. Pero «era un vínculo de conocidos. Después, empezamos a laburar juntos en un trabajo territorial en Chingolo, cuando se empezaban a gestar los movimientos de desocupados. Ahí, en el barrio, se establece tanto un vínculo político como personal». Dentro de este proyecto, Almirón se ocupaba del tema de los derechos humanos. Diego comienza a militar en la Correpi después de la muerte de Carlos: «Yo decido sumarme a Correpi después del 20, después de la muerte de él. Yo sentía que tenía un compromiso con él y que había que seguir ocupando el espacio y fortalecerlo, porque la misma represión que lo llevo a él a ‘caminar’ los casos de gatillo fácil, la misma bala que salía de esos mismos tipos, es la que lo termina matando», afirma.

Diego rememora la última imagen que tiene de Petete «atrás de la cana, en Plaza de Mayo, como tenía que ser: con una piedra en la mano, con su cara tapada en la primer línea. Nos abrazamos y lo último que hablamos fue ‘nos vemos después de tomar el poder’, riéndonos. Te queda el recuerdo de un tipo feliz y totalmente convencido de lo que hacía». Y añade: «durante mucho tiempo nos costó hablar de Carlos y lo que trasmitíamos parecía una cuestión muy pesimista. Pero en realidad era un profundo dolor. Ahora el dolor se hace odio, se canaliza adentro y se transforma en lucha».

Cherco dice que Petete era «Un tipo entregado, muy humano, muy querido. Un militante con una conciencia de clase admirable, con una compromiso de clase admirable y con la concepción de que lo que se dice se hace. Petete dentro de los 1600 casos de víctimas de gatillo fácil tiene cuestiones que lo destacan porque luchó -como Darío, Maxi, Teresa, Pocho- contra la impunidad. Forma parte de esta estructura que es el terrorismo de Estado». Diego agrega que «cuando se habla de hombre nuevo, de honestidad, de solidaridad, nosotros lo ponemos a Carlos como ejemplo. No hace falta agrandarle ningún ‘prontuario’ de revolucionario porque él con su ejemplo era más que digno».

El 20 de diciembre, en la Ciudad de Buenos Aires, Ernesto Sergio Weber, como subcomisario, comandó la Fuerza 2 del Cuerpo de Operaciones Federales. Los policías que estaban bajo sus órdenes mataron a Carlos Almirón, a Gastón Riva y a Diego Lamagna. Cherco asevera que Weber «tiene una responsabilidad política. Lo que no es concreto es que si él apretó el gatillo o fue otro. Pero es intrascendente». Lo que sí es preciso es que Weber fue ascendido a comisario y premiado con la jefatura de la Comisaría 27ª por el gobierno de Kirchner.

Diego, además, señala una cuestión de continuidad: Ernesto Sergio Weber es el hijo de Ernesto Frimon Weber, Subcomisario (r) de la PFA, represor en la ESMA y asesino de Rodolfo Walsh.

Una de las formas de la lucha, mediante las cuales los compañeros reivindican a Petete, es la Coordinadora Antirrepresiva que lleva el nombre del militante asesinado. De este modo, Cherco describe que «la consigna de la Coordinadora es: distintos gobiernos, la misma represión. La misma impunidad, el mismo hambre y la misma lucha: echarlos a todos. Nosotros en ese momento sosteníamos que acá no se va nadie, los tenemos que echar. Las multinacionales no van a decir ‘muchachos, tenían razón, nosotros le robamos al pueblo, tomen las empresas y empiecen a autoproducir’. No lo va a hacer Amalita. No lo van a hacer desde la Casa Rosada. Kirchner no va a decir ‘tienen razón, yo no soy un gobierno de pueblo, ahora hagan las cosas ustedes’. Ellos representan con sus diferentes matices un tipo de Estado y van a meter bala para que esa situación se siga manteniendo. Eso es así y es inherente al sistema capitalista».

Cuatro años después de las jornadas del 19 y 20, Cherco sostiene que «Petete nos dejó una enseñanza en política: el pueblo argentino llegó a plantear que se vayan todos y nosotros sosteníamos que justamente las fuerzas represivas son una pata del sostén del sistema capitalista. Por ende, no se va nadie. Y no sólo que no se van sino que además matan para quedarse. Ese es el rol de la fuerza represiva y Petete estuvo donde tenía que estar el pueblo, en la rebelión, y la policía cumplió el rol de sostén del sistema capitalista».



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