02/12/2005

El teatro callejero… o apropiarse del espacio público

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Con el regreso de la democracia, una gran cantidad de grupos artísticos callejeros tuvieron -y todavía tienen- que llevar adelante una dura lucha por rescatar y apropiarse de ese espacio que el arte popular siempre reclamó como propio y natural: la calle. En este sentido pareció ir la III edición del «Encuentro Nacional de Teatro Callejero de Grupos», que se llevó a cabo del 9 al 13 de noviembre en el Parque Avellaneda (Floresta) con la coordinación general del Grupo de Teatro Callejero La Runfla. Esto es lo que dejó este encuentro para pensar el lugar y valor que tiene hoy el teatro callejero en Argentina.


Origen del evento

«Esto arrancó en el año 2001 -cuenta Daniel Conte, del Grupo La Runfla- cuando nosotros cumplimos 10 años como grupo. Entonces, invitamos a grupos amigos a festejar este cumpleaños y ese fue el puntapié inicial. Nos dimos cuenta de que el teatro callejero estaba necesitando un espacio donde puedan confluir los grupos, reflexionar y compartir sus producciones. Así nace este evento con carácter de encuentro y no de festival, como publicaron varios medios».

3-9.jpgEl encuentro, que tuvo sus ediciones anteriores en 2001 y 2003, se diferenció este año por la inclusión adicional de la participación de grupos de teatro callejero comunitarios.

Diferentes experiencias

Básicamente, y a riesgo de caer en esquematismos, se pueden hacer tres distinciones dentro de la actividad del teatro callejero:

 Los grupos que hacen teatro callejero como opción estética-profesional.

 Los grupos de vecinos, más conocidos como grupos comunitarios, que eligieron el teatro de calle como una forma de expresarse, pero que no persiguen un fin profesional, sino sólo el hecho de juntarse y relacionarse en base a un proyecto común.

 Por último, los grupos que orientan su práctica de teatro callejero como abordaje, como una herramienta para tratar problemáticas sociales.

7-10.jpgAclarado esto, hay que decir que en esta III edición del encuentro teatral, los grupos participantes tuvieron la oportunidad de intercambiar experiencias en una charla-debate de «Encuentro de Grupos».

El Grupo Caracú señaló que el teatro callejero «es un modo de instalar una idea y de hacer algo por cambiar esta realidad, a partir del fortalecimiento de los vínculos y lazos comunitarios». Además, recalcó la importancia de «apropiarnos de nuestro arte y cultura, de recuperar nuestra historia» a través de esta práctica artística.

«El objetivo -señaló por su parte el director de La Runfla, Héctor Alvarellos – es prestigiar al teatro callejero, darle el lugar que se merece como actividad artística y como lenguaje específico».

La Agrupación MPT contó que su premisa central es que «los espacios públicos son espacios de todos», y que hay que «llevar el teatro hacia lugares donde antes estaba relegado». En este sentido, la agrupación relató sus particulares experiencias en torno a lo que sus integrantes dan en llamar «trueques culturales», que son intercambios culturales que realizan en lugares de riesgo. En este sentido, dieron cuenta de su trabajo pedagógico y social en lugares como la cárcel de Devoto, algunos correccionales de menores y en barrios humildes de la provincia de Buenos Aires.

5-9.jpgSiguiendo esta idea, el Grupo Tercer Cordón Teatro (que converge con MPT en algunos espectáculos) planteó el problema de centrar el eje de reflexión en la siguiente pregunta: «¿desde qué lugar se para el artista de teatro callejero para hablar de espacios públicos?». Luego, señalaron que tienen «más preguntas que respuestas» en torno a ese espacio en constante transformación y redefinición, sujeto a múltiples experiencias y experimentaciones por parte de los grupos de teatro callejero.

«Afuera se está contando lo que se está haciendo acá»

El toque extranjero lo puso la actriz sueca Nina Norén, quien se mostró «contenta al ver trabajar a tanta gente y desde el corazón» en Argentina. También relató que en «Suecia se está contando lo que acá se está haciendo, además de otras experiencias de teatro más convencionales, de sala, pero que proponen algo interesante, como el Teatro x la Identidad».

Norén -que esta vez vino al país junto a sus dos colegas suecas Sara Larsdotter y Lena Ekhem- viene desarrollando hace 10 años una técnica de teatro físico-experimental basado en el concepto del anclaje de los cuatro elementos naturales (Tierra, Agua, Fuego y Aire) en el cuerpo del actor, como búsqueda de nuevas potencialidades expresivas en lo corporal y en el ámbito de la improvisación.

9-7.jpgEl grupo teatral de la actriz, cuyo nombre es «Interact», trabaja en vinculación con otros grupos independientes, y se basa en la no dependencia, participación o colaboración con cualquier organismo gubernamental sueco, y trabajan, según señaló, «por la necesidad que la gente tiene de este tipo de experiencias».

Por último, Norén, quien además viene recogiendo y registrando experiencias similares en Mongolia o la ex Yugoslavia, trazó un paralelo entre la experiencia argentina y la sueca al señalar que en su país «lamentablemente ahora no hay teatro callejero porque hace mucho frío y la gente de allá no tiene la costumbre de encontrase en un lugar público como ustedes».

El teatro callejero: sus problemas

a-3.jpgA pesar de que el encuentro contó, en uno de sus días (el viernes 11), con una mesa de debate titulada «El teatro callejero y el Estado», en la cual participaron varios grupos y algunos funcionarios del Instituto Nacional del Teatro y de la Secretaría de Cultura del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, los integrantes de los grupos se fueron de ella con más incertidumbres que certezas.

«La respuesta de las personalidades -relata Daniel Conte, del Grupo La Runfla- fue, básicamente, que no tenían respuesta con respecto a cuáles eran sus políticas culturales con respecto al arte callejero».

En este sentido, lo que indica la realidad es que, si bien el Instituto Nacional del Teatro subsidia algunas salas teatrales para que algunos grupos tengan un lugar donde ir a actuar y les da equipamiento, esto no les sirve a los grupos de teatro callejero, ya que ellos no hacen uso de una sala, ya que su espacio natural de expresión son los espacios abiertos.

«Además, hay una desvalorización. -agrega Conte- Hay un término que sonó mucho en la charla y era eso de que el teatro callejero es `popular’. O sea, lo popular entendido como aquello que no es importante que tenga un alto nivel artístico, porque, claro, `total, es para el pueblo’ «.

4-7.jpgA esto se suma una desvalorización que proviene también de parte de sus colegas o, incluso, de parte de un discurso instalado en la sociedad. «Hoy, todavía, al teatro callejero se lo confunde con cualquier actividad artística que se hace en la calle (murga, circo, etc.). Incluso, los propios teatristas lo confunden. Los críticos lo confunden. Por eso, nosotros venimos insistiendo con este lenguaje que, por su especificidad, necesita de actores capacitados para poder actuar en un espacio abierto, que es muy distinto a actuar en una sala».

En este sentido, la actividad de grupos como La Runfla, se hizo más difícil aún después de la devaluación, ya que resulta muy difícil llevar adelante producciones importantes en cuanto a equipamiento, cantidad de actores y traslados que, en definitiva, hacen a una mayor calidad de los espectáculos propuestos.

El teatro callejero: teatro para todos

2-9.jpgSin embargo, Conte se muestra optimista con respecto a las posibilidades que brinda el teatro hecho ene spacios públicos. «A diferencia de la sala -cuenta- el teatro callejero tiene a favor que llega a una gran cantidad de personas que jamás iría a una sala. A nosotros nos ha tocado estar en lugares no muy lejos de la General Paz y encontrar gente que nunca había visto teatro».

Daniel centra también la atención en la capacidad democratizadora que tiene el teatro callejero al poner en un mismo nivel tanto al actor como al espectador, los cuales comparten un mismo código, abierto e inteligible por todos. Además, todo está reforzado por el vínculo directo entre el espectador y el actor de teatro de calle.

«El teatro callejero apunta a un mensaje que no sea difícil de decodificar -reflexiona-, que sea de acceso para todos, aunque sin perder profundidad en lo que se dice. Y eso debe ser así porque, justamente, uno tiene un público muy amplio y debe lograr que lo que cuenta sea, a nivel de imagen y conceptos, muy fuerte para captar la atención del que mira y que nadie se distraiga».

8-9.jpgAdemás, se suma otro fenómeno que acompaña a este tipo de experiencias: el teatro callejero se maneja por medio de la valoración económica pública del espectáculo, que se materializa en la famosa «gorra». «Vos al espectador le ofrecés un espectáculo -explica Conte- Luego, él puede elegir quedarse o no. Y si elige quedarse, no lo obligás a pagar una entrada, a la cual, por cuestiones económicas, no puede acceder. En este sentido, el teatro callejero es accesible a todo el mundo al no imponer una entrada, sino valorar el espectáculo con lo que se siente, se puede y se tiene. Y eso en un teatro de sala es una barrera a superar».

El teatro callejero: perspectivas de un intercambio libre entre personas

Por último, pero no menos importante, el encuentro planteó además la idea de establecer una red de teatristas de calle, con el objetivo inicial de mejorar la fluidez en el intercambio de información entre diferentes grupos; es decir, para saber en qué anda el otro. Y también para trocar diferentes tipos de capacitación que puedan brindar algunos grupos a otros.

«Estamos contactándonos con gente de Colombia, por ejemplo -cuentan desde La Runfla- para ver si podemos armar una red latinoamericana de teatro callejero, que posibilite un circuito donde la información y los espectáculos puedan circular más fácilmente».

6-8.jpgPero uno de los principales problemas que tiene el sector es que la mayoría de los teatristas tiene como objetivo máximo hacer teatro, debido a que muchos, si bien dan clases, no viven plenamente de esta actividad. «Lo importante -se esperanza Daniel- es que los grupos siguen produciendo teatro callejero y muestran disfrute por esto que están haciendo».

Claro, porque, como lo definió la Agrupación MPT, «los espacios público son espacios de todos», y «el teatro no es una institución, un edificio; es el intercambio libre entre personas».

Por Fernando Ruffa



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