29/11/2005

«La vereda de la sombra»: el retorno de Polosecki

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El estreno del documental «La vereda de la sombra» nos permite recuperar a la figura de Fabián Polosecki, aquel mítico periodista que en plena década menemista decidió sentarse un día a escuchar a la realidad, no interpretarla ni matizarla bajo superfluas retóricas. «Todos tenían algo interesante por contar, detrás de esa aparente vida gris», ése era el lema bajo el cual «polo» buscaba y encaraba sus entrevistas.


Fue militante del Partido Comunista, luego redactor de «Radiolandia 2000», «Fierro» y «Sur», entre otros medios gráficos. Más tarde, se convirtió, mediante su programa de televisión, en el primer periodista que decidió sentarse a escuchar a la realidad, no contarla ni matizarla bajo superfluas retóricas. Por último, un día, acosado por sus fantasmas resolvió arrojarse a las vías del tren. Fin de la historia.

9-6.jpg O mejor dicho, fin del documental «La vereda de la sombra», en el que su realizador Gustavo Alonso decide traer a la vida a Fabián Polosecki para que una vez más se convierta en testigo de las confesiones de los demás. Pero esta vez, es su persona y no la de otros, la que se coloca en directo y en primer plano para poder ser exhibida.

Polosecki vuelve para ver su obra y oír parte de su vida. Sí, sólo parte porque lo latente se fue definitivamente junto a él y debe permanecer a salvo de las miradas curiosas. Pero también vuelve para dar testimonio, para que su voz sea escuchada y sus palabras del ayer, reinterpretadas y cargadas de múltiples valoraciones en un tiempo presente que ahora parece cobrar un mayor sentido.

El hombre que salía por la gélida pantalla de ATC a través de «El otro lado», primero, y luego con «El visitante», y que buceaba en el alma ajena con total naturalidad. Esa alma que podía ser la de un kiosquero, un maquinista de ferrocarril o un portero de un prostibulo. «Todos tenían algo interesante por contar detrás de una aparente vida gris«, afirmaba Polosecki por aquellos años. Y lo narraba en cámara lenta, con silencios, miradas, gestos. Por eso, cada vez que se hablaba, esas palabras retumbaban y pegaban donde debían hacerlo. Ni de más ni de menos.

7-9.jpg Todo un desafío para una televisión colmada de imágenes veloces y expresiones vanas, que al segundo de emitirse pierden su sentido al ser reemplazadas por otras más efectivas y sensacionalistas, dado que no es conveniente que el espectador preste demasiada atención a lo cotidiano, a esas pequeñas miserias que son necesarias escenificar para darle un mayor impacto y alejarlas de lo real.

Sobredosis de realidad es lo que quizá padeció Polosecki, no sólo de la suya, sino fundamentalmente de todas aquellas de las que se fue nutriendo hasta que su cabeza dijera basta y comenzara lentamente a vaciarse y a enajenarse, perdiendo contacto con este mundo.

Aunque ahora, gracias al documental de Alonso, «polo» está de nuevo. Se ríe, habla, recorre el día y la noche para encontrar lo que está a la vuelta de cualquier esquina. Entrevista, escribe y nos mira fijo, buscando nuestra reacción, para que nos involucremos en su vida y tratemos de conocerlo más allá del personaje.

6a.jpg Algo que no hacía falta, porque «polito» no era un personaje, o mejor dicho, hacía rato que la persona le había ganado la batalla al personaje. En carne viva, así se presentaba ante todos, sin máscaras y en primera persona.

Una primera persona que irá recorriendo el documental, escuchando a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo que recordarán desde sus primeros pasos en la militancia política hasta tratar de explicar su turbulento pasaje final en una isla del Tigre, acompañado por ese enigmático amigo del que todos hablan, pero del que nadie dice nada y en donde «polo» parece haber encontrado la oscuridad.

1-9.jpg Pero quién sabe, o mejor dicho, sólo él lo sabe. Ese chico rubio y de mirada transparente que un día no quiso ver ni escuchar a nadie más. Quedando detenido en los 32 años. Sí, ya era suficiente para el hombre que había conseguido sobresalir en medio de tanta pereza intelectual y lograr un estilo único que no admitiría modelos ni seguidores prearmados listos para salir a la cancha y desempolvar un personaje según la ocasión.

Sin lugar a dudas, «La vereda de la sombra» nos permite descubrir y redescubrir al periodista que en plena década de los 90, atiborrada de ese farandulismo y sincretismo menemista, pudo instalar un espacio de reflexión y de silencios contra las carcajadas y la mediocridad reinante.

Definitivamente, hoy «polo» regresa para estar junto a nosotros, para transformarse en actor y espectador de su propia realidad aunque sea sólo por un rato. Lo demás ya forma parte de la leyenda que su obra y su muerte ayudaron a construir.

Mariano Minasso


LA VEREDA DE LA SOMBRA

Guión y dirección: Gustavo Alonso

Duración: 94 minutos

Cine Cosmos Av. Corrientes 2046, Ciudad de Buenos Aires – Tel. 4953-5405

Horarios: 14:20- 16:20- 18:20- 20:20 y 22:20hs




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