13/02/2016

A una economía en dificultades pero que no estaba en crisis, se le aplica un plan de estabilización que la lleva a la crisis

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Lentamente el país se va reorientando a un capitalismo de mercado. En este camino hay un momento previo que pasa por el ajuste y el reendeudamiento, sin embargo muchos de los presupuestos en curso dependen de la resolución de confrontaciones políticas. Por Eduardo Lucita, integrante de EDI «“Economistas de Izquierda


Ajuste y reendeudamiento van de la mano. El nuevo gobierno necesita desarmar la trama de medidas heterodoxas, trenzada por la administración anterior, para «liberar” las fuerzas del mercado y generar un «ambiente de negocios”, al mismo tiempo necesita financiamiento para que el ajuste resulte más leve, también para impulsar la obra pública.

El pasaje de un modelo económico a otro no se da bajo un cielo sereno, por el contrario implica un tránsito riesgoso. Por un lado -como lo explicara en mi nota de la semana pasada- por ahora el financiamiento externo viene demorado, por el otro el viento de cola-que sopló durante buena parte de la administración kirchnerista- hoy se ha revertido. La caída de la demanda internacional hace que todo esfuerzo por lograr competitividad internacional vía tipo de cambio no necesariamente redunde en mayores exportaciones. Finalmente, a este panorama hay que adicionarle que a la macroeconomía no puede violentársela indefinidamente, Algunas variables macro (emisión monetaria, inflación, restricción externa) estaban realmente desbordadas y se realimentaban mutuamente.

Shock y recesión

La estampida de los precios de noviembre y diciembre obligó al gobierno a que su plan de ajuste adoptara una dinámica de shock. Tradicionalmente la teoría neoclásica indica que los planes de estabilización deben aplicarse cuando la economía entra en crisis. Pero ahora estamos asistiendo a un hecho inédito, al menos en el país: en una economía que no estaba en crisis se le impone un plan de estabilización que efectivamente la lleva a la crisis.

Más allá de lo que argumenten los jóvenes economistas del kirchnerismo es objetivo que la economía estaba estancada desde hace tres años, incluso en los últimos dos el ministro Kicillof hizo malabares «“con audacia y creatividad- para que ninguna variable se desmadrara antes de las elecciones. El PBI no crecía, pero tampoco caía significativamente; la demanda interna era sostenida por diversos planes de estímulo, que obviamente tenían un costo fiscal; la inversión no despegaba pero, empujada por la inversión pública, no caía del 18-20 por ciento anual; el nivel de empleo y los salarios se sostenían.

La devaluación significó una formidable transferencia de recursos a los sectores más concentrados de la economía, mientras que el traslado a precios de la misma, más la quita de subsidios a las tarifas eléctricas y las que vendrán al gas, golpea el poder adquisitivo de los salarios y los ingresos populares. Ya nadie duda que el 2016 sea un año recesivo y que esto impacte en el 2017.

¿Fin del gobierno partido?

La cuestión política introduce una nueva cuña en este panorama. En la situación actual que el poder ejecutivo no controlara el legislativo constituía un verdadero problema para la nueva administración. Es esto lo que la llevó a retrasar el llamado a sesiones extraordinarias en el Congreso y a gobernar en base a DNU, en una proporción pocas veces vista.

La rápida escisión de un grupo de diputados del FPV cambió este panorama. Esta escisión – apoyada por cuatro gobernadores, varios intendentes y cinco sindicatos- si bien esperada, no se la pensaba tan rápido como para que se concretara antes del inicio de las sesiones ordinarias. Lo que fue sin tapujos ampliamente celebrado por el macrismo. Sucede que este nuevo bloque, sumado a otros, puede ser decisivo para la aprobación de los DNU; definir las presidencias de las comisiones parlamentarias y sobre todo para el levantamiento de las leyes Cerrojo y de Pago Soberano, imprescindible para el arreglo con los fondos buitre. Fue recién entonces cuando, ni lento ni perezoso, el gobierno llamó a sesiones extraordinarias para esta semana.

El kirchnerismo puro caracteriza esta escisión como solo una fisura, que con el tiempo se resolverá. Parte de una concepción no equivocada que el peronismo es, sobre todo en su versión pejotista, un partido de poder que es lo que justifica su existencia. Pero también es cierto que con esta caracterización buscan ocultar que este desprendimiento es un fuerte golpe a las aspiraciones de mantener unido un bloque sólido sobre el cual sostener el liderazgo, hoy cuestionado, de CFK.

Para el peronismo más tradicional se trata de una ruptura, que augura otras por venir, destinadas a aislar a La Campora y al kirchnerismo puro, en el camino de reorganizar el PJ bajo otro liderazgo, obviamente más a derecha que el anterior y orientar así al conjunto del peronismo, hoy en estado de ebullición.

¿Qué paritarias?

En medio de semejante baraúnda se acercan las paritarias. La mayoría de las consultoras pronostican una inflación del orden del 35 por ciento. El gobierno habla de un rango del 20 al 25, algo poco creíble que ha querido poner como techo y ahora lo retrocedió a una simple referencia. Los gremios del transporte, decisivos en esta etapa, hablan de un piso del 30. Así las cosas el otrora combativo Moyano apenas ha dicho que «»¦a Menem no le hicimos huelga a los 50 días, esperemos seis meses”; el judicial Piumato que «»¦no es el momento de que los trabajadores saquen partido de la situación” ¿?; el estatal Andrés Rodríguez, frente a los despidos masivos que «su gremio tiene mandato para solo defender a sus afiliados” ¿y el resto de los estatales despedidos? Finalmente el inefable metalúrgico Caló que «»¦el gobierno debiera hacerle una caricia a los trabajadores”.

Queda claro que para la burocracia política del PJ la lealtad está reservada solo para los 17 de octubre, mientras que para la sindical la solidaridad de clase se da por moneditas.

Los trabajadores por su propia cuenta y decisión

El gobierno aprovecha esta subordinación de las direcciones sindicales históricas para avanzar en una propuesta de escindir las paritarias según escala de ingresos.
A los gremios con mayores salarios se los contentaría con el incremento del mínimo no imponible y la modificación de las categorías a cambio de una paritaria moderada; a los de ingresos más bajos con la universalización efectiva de las asignaciones familiares y la reducción del IVA a los alimentos; por último los de ingresos intermedios, que aparentemente no recibirían nada «especial», tendrían paritarias porcentualmente «mejores». Todo esto de concretarse no haría otra cosa que dejar en claro que las CGT’s no cumplen ningún papel desde el punto de vista de la unidad social de la clase. Se ahondaría así la fragmentación lo que suena a música para los oídos de los grandes capitalistas.
Así las cosas los trabajadores cuentan con las dos CTA, que se supone dejaran de lado sus diferencias, y con la izquierda sindical, pero sobre todo con sus organizaciones de base para enfrentar la brutal ofensiva del capital. La paritaria docente en Provincia de Buenos Aires será un primer indicador para los próximos meses que serán decisivos.



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