Una tierra que no estaba baldía
Ayer a la tarde en Villa Alem, barrio popular de San Miguel de Tucumán, tuvieron su cierre de año las actividades del colectivo cultural «El Baldío”. El arte como una herramienta de desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Corresponsal popular en Tucumán
Hace tres años inició su marcha el colectivo que ayer festejó uno más de existencia. Militantes de distintas edades y experiencias se encontraron con una inquietud en común: trabajar desde la cultura para realizar su aporte al cambio social. Con la idea de llevar adelante talleres artísticos se instalaron en un terreno baldío al que acondicionaron con este fin. La horizontalidad, las prácticas pre figurativas y la organización popular son algunos de los pilares que estructuran desde lo ideológico a este grupo. La pintura, los títeres y la murga se cuentan entre las actividades que tienen lugar allí acompañadas de un merendero. Existe además un proyecto de radio comunitaria y un nuevo taller de huerta, estos últimos dirigidos a adolescentes y adultos. La jornada de cierre tuvo lugar en el asentamiento que algunos vecinos llaman «Ciudad Oculta”. Un predio que fuera de los extintos ferrocarriles nacionales y que hace unos dieciocho años fue ocupado por sus actuales habitantes.
La generosidad de Lorena, una de sus vecinas, hizo posible que desde este año las actividades se desarrollen en su casa. «La Gaby, mi hija, tiene un añito y medio y llora porque quiere ir con Estebitan y no puede ir. Y yo me puse a pensar, el chiquito de allá llora porque el hermanito más grande va y él no puede ir y al de allá le pasa lo mismo y un día le dije a Gonzalo: ¿Che porque no nos quedamos acá?”, nos cuenta. En la jornada hubo distintos juegos que concluyeron con una votación en la que los niños eligieron el nombre del merendero ganando por aclamación el de «Merendero de la libertad”.
De la misma forma en que en un baldío no hay nada además de yuyos, estos militantes hallaron un vacío. En nuestra provincia son poquísimas las bibliotecas populares y centros culturales en los barrios. Y Villa Alem no era la excepción. Desde sus inicios el espacio ha venido a cumplir con la doble función de ser un lugar de socialización y de expresión para niños y adolescentes. Quizá todo este esfuerzo este sintetizado en una frase escrita en una de las paredes del espacio «Con mil nudos en la garganta, una tarde cualquiera, empezamos a pensar el vasto territorio del deber”.
Encontrá más información en el sitio web: Colectivo El Baldío